La caída mundial del consumo de tabaco, en especial en naciones industriales, señala la urgencia de que países productores, como Brasil, China, Estados Unidos e India, ofrezcan alternativas a sus agricultores.
Cultivado en Brasil desde hace 120 años, el tabaco es un rubro importante en la balanza comercial de este país sudamericano.
El balance 2011 de la industria tabacalera muestra que China ocupa el primer lugar de la producción mundial, con 2,4 millones de toneladas de tabaco, y Brasil el segundo, con 867.210 toneladas.
Unos 200.000 establecimientos de pequeña agricultura familiar aportan 95 por ciento de la producción tabacalera brasileña, ubicados sobre todo en el sur y el nororiente de este país.
El 15 de este mes, la presidenta Dilma Rousseff sancionó una ley de control de tabaco que eleva la carga tributaria sobre el producto, establece precios mínimos para los cigarrillos, prohíbe fumar en todos los espacios públicos y lugares de trabajo cerrados y veda la publicidad en los puntos de venta.
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Brasil, con 192 millones de habitantes, se puede convertir así en el país más poblado del mundo que se declara libre de los males del tabaquismo, celebró la organización no gubernamental estadounidense Campaign for Tobacco-Free Kid (Campaña por una infancia libre de tabaco).
"Brasil es el país más grande que adopta una ley antitabaco", dijo a IPS la activista Patricia Sosa, a cargo del programa latinoamericano de Campaign for Tobacco-Free Kid.
"Todos los años, el humo de tabaco ambiental causa más de 600.000 muertes prematuras, y los fumadores pasivos que están expuestos a él en el hogar o el trabajo incrementan en 30 por ciento el riesgo de desarrollar cáncer de pulmón", agregó.
La nueva ley prohíbe la publicidad en los envases de cigarrillos y solo permite la exposición de productos con mensajes sobre los daños a la salud que ocupen al menos 30 por ciento de la parte frontal de los paquetes. Esta disposición entrará en vigor el primer día de enero de 2016.
Se eleva además en 300 por ciento el impuesto a los productos industrializados que grava los cigarrillos, lo que hará aumentar en 20 por ciento el precio al consumidor en 2012 y en 55 por ciento dentro de tres años.
Pero la brasileña Alianza de Control del Tabaquismo (ACT) cree que la industria de tabaco sigue siendo muy lucrativa.
Alrededor de 90 por ciento del tabaco producido en Brasil se exporta y su producción es bastante elevada, pese a que la prevalencia de fumadores viene cayendo desde hace dos décadas, dijo a IPS la vicepresidenta de la ACT, Mônica Andreis.
"El argumento de la industria es que tales medidas van a llevar el país al caos económico. Pero muchos agricultores familiares que dependen únicamente de este tipo de cultura para sobrevivir se exponen a difíciles condiciones de trabajo y enferman por mantener contacto directo con los químicos de la hoja de tabaco", indicó.
Laborar en la plantación de tabaco genera problemas de salud asociados al uso intensivo de agrotóxicos y la enfermedad del tabaco verde (GTS, por sus siglas en inglés), una intoxicación aguda provocada por la absorción de nicotina a través de la piel, que se produce al manipular las hojas de la planta.
"Muchos de los agricultores ya declararon que prefieren diversificar o cambiar el cultivo", apuntó Andreis.
El Ministerio del Desarrollo Agrario anunció que este año habrá invertido seis millones de dólares en asistencia técnica y servicios de extensión rural a cerca de 10.000 familias cultivadoras de tabaco que deseen diversificar su plantación.
Los recursos abarcan especialmente a familias de los siete estados tabacaleros, Alagoas, Sergipe, Bahia y Paraíba, en la porción nororiental, y Rio Grande do Sul, Santa Catarina y Paraná, en el sur.
Al cabo de un año, el gobierno pretende elevar a 50.000 la cantidad familias que reciban asistencia del Programa Nacional de Diversificación en Áreas Cultivadas con Tabaco, creado en 2005.
Según las autoridades, este programa integra una de las iniciativas interministeriales más importantes del país para atender las directrices de aplicación del Convenio Marco de la Organización Mundial de Salud (OMS) para el Control del Tabaco, ratificado por Brasil en ese mismo año.
El programa facilita el acceso de los tabacaleros a canales de financiamiento y a tecnología con fines de reconversión o diversificación.
Hay en marcha 65 proyectos de diversificación de cultivos de tabaco en la agricultura familiar que incluyen cría de pollos y peces, ganado lechero, frutas y hortalizas. En los últimos seis años, se destinaron 14 millones de dólares a 80.000 familias tabacaleras.
De acuerdo con un estudio publicado por la Asociación de Cultivadores de Tabaco del Sur de Brasil, de casi 187.000 familias dedicadas a la producción, 47.000 no tienen tierras y trabajan en régimen de aparcería, y 80 por ciento de las 140.000 propiedades tienen extensiones de hasta 20 hectáreas.
El Convenio Marco, el primer tratado internacional de salud pública, tiene a la fecha 174 estados parte y orienta la implantación de políticas públicas para el combate al tabaquismo, considerado por la OMS una epidemia mundial no transmisible.
Aunque la cantidad de fumadores brasileños viene cayendo en los últimos 20 años, aún existen casi 25 millones de personas de 15 o más años que fuman, observó Andreis.
El perfil mayoritario del fumador brasileño es un varón de entre 45 y 64 años de edad (casi 22 por ciento de los que consumen tabaco). Quienes viven en zonas rurales, los menos escolarizados y los de menor ingreso familiar por persona son mayoría entre los fumadores, según una encuesta del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística y el Instituto Nacional del Cáncer.
"Entre las personas sin instrucción o con menos de un año de estudio, la proporción de los que empezaron a fumar antes de los 15 años de edad llega a 41 por ciento, y la proporción de estudiantes que probaron cigarrillos en 2009 fue de casi 25 por ciento", dijo Andreis.
América Latina ocupa un lugar destacado en la aplicación del Convenio Marco. Diez países ya adoptaron fuertes restricciones a la publicidad, la promoción y el auspicio. Cinco tienen impuestos de 70 por ciento o más al precio de venta. Y siete cuentan con etiquetado obligatorio de advertencia en al menos 30 por ciento de los envases.
Uruguay fue el primero en adoptar una dura ley antitabaco. Las etiquetas de advertencia en ese país ocupan 80 por ciento de los paquetes de cigarrillos.