La pakistaní Noor Bano, de 16 años, cree que para que los hombres de su aldea traten a las mujeres como iguales hará falta nada menos que una revolución.
Solo entonces, mujeres y niñas se verán libres de matrimonios forzados y dejarán de ser víctimas de la violencia doméstica, sostiene.
Sus palabras, inusuales para una adolescente del Pakistán rural, sorprenden a la mayoría de quienes la escuchan.
Bano vive en Malangabad, una aislada aldea ubicada en la sureña provincia de Sindh.
Su conciencia recién adquirida sobre la liberación femenina es resultado de su participación en un programa semestral organizado por la rama pakistaní de la red internacional sin fines de lucro Liderazgo para el Ambiente y el Desarrollo (LEAD, por su acrónimo en inglés).
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El programa aspira a mejorar las vidas de las niñas en todo el país, potenciando sus habilidades, movilidad, compromiso cívico, capacidad de liderazgo y educación para la salud, y enseñándoles a confiar en sí mismas.
Tradicionalmente, las niñas pobres que no van a la escuela en comunidades rurales y conservadoras de Pakistán están condenadas a problemas como la pobreza, analfabetismo, matrimonios precoces, alta fertilidad y dificultades de salud.
LEAD espera cambiar todo eso interviniendo en sus vidas durante la pubertad, con un programa de empoderamiento que aspira a replicar en todo el paisaje rural.
Bano, una de las 22 adolescentes solteras que no van a la escuela y que LEAD seleccionó en Malangabad, está convencida de que solamente se producirá un "cambio real" cuando las niñas puedan transmitir a todos los hombres de la aldea las lecciones aprendidas en el curso.
Mano de obra desaprovechada
"Creemos que invertir en estas jóvenes dará altos retornos", dijo a IPS el presidente de LEAD Pakistán, Ali Tauqir Ali Sheikh.
"Ellas son quienes hacen la mayor parte de tareas como criar ganado, recolectar agua y leña y cuidar a sus hermanos menores", explicó.
Un documento político divulgado por el independiente centro de estudios estadounidense Consejo de Chicago sobre Asuntos Globales y titulado "Girls Grow: A Vital Force in Rural Economies" (Las niñas crecen: Una fuerza vital en las economías rurales), destaca que las adolescentes, especialmente las que viven en países en desarrollo, son la "desaprovechada reserva de talento" del futuro.
Según el informe, niñas y mujeres jóvenes "toman decisiones que ayudarán a afrontar los desafíos económicos, sociales, políticos y ambientales de sus hogares rurales".
Estas "madres del mañana" tienen "el poder de romper el ciclo de pobreza" y brindar un futuro mejor a sus hijos, sostiene el estudio.
Al dispararse los precios de los alimentos y aumentar las preocupaciones sobre la inseguridad alimentaria, "hubo una visible transferencia de ingresos y excedentes de las áreas urbanas a las rurales", dijo a IPS el economista Asad Sayeed, radicado en Karachi.
Como actualmente las mujeres constituyen 50 por ciento de la fuerza laboral agrícola, son cruciales las políticas que se centran en su participación en modelos económicos inclusivos, agregó.
Catherine Bertini, exdirectora ejecutiva del Programa Mundial de Alimentos (PMA) y autora principal del informe del Consejo de Chicago, dijo a IPS que, "al no avizorarse el fin de la carestía de los alimentos, las familias deben maximizar su producción alimentaria o sus ingresos".
Las niñas ya son las más productivas en sus hogares, señaló, agregando que con un mayor acceso a educación y atención a la salud, "pueden multiplicar muchas veces las opciones de sus familias".
Bertini también advirtió que, con un aumento estimado de 70 por ciento en los suministros alimentarios necesarios para 2050, "el mundo enfrentará un futuro de hambre" a menos que las adolescentes "crezcan educadas, sanas y confiadas".
Una identidad renovada
"Mi madre tuvo demasiados hijos con la esperanza de tener un varón", relató a IPS la adolescente Rabia Hussain, de 16 años, tercera de nueve hermanos y participante en el programa de LEAD.
"Si hubiera tenido menos hijos, ella y mi padre habrían podido darnos más atención y amor a cada uno de nosotros", agregó.
Hace seis meses, Hussain nunca habría llegado a esta conclusión. "Nunca pensé que fuésemos tantos, o que hubiese mucho ruido o que (me encomendaran) lavar demasiada ropa", dijo.
Durante toda su vida vio los hogares que la rodeaban repletos de hijos, y el suyo no fue la excepción.
"Pienso que en estos pocos meses aprendí muchas lecciones valiosas. Ahora hay un propósito en mi vida", afirmó.
Como todas las niñas en el programa son alentadas a ir de casa en casa enseñando a las mujeres a buscar soluciones de hidratación oral para tratar la diarrea, enfatizando la importancia de la inmunización infantil, lavando y esterilizando mamaderas y explicando la importancia del espaciamiento entre los partos, Hussain ganó suficiente confianza para hacerse un espacio en las calles dominadas por hombres.
Sale de su casa con más frecuencia y, pese a ser una joven soltera, ha llevado a algunas embarazadas a la cercana unidad de atención básica a la salud para que allí les realicen revisaciones prenatales.
"No tengo objeciones: ella hace una buena acción y pone en práctica lo que aprendió", dijo a IPS el padre de Rabia Hussain, demostrando que el programa es aceptado por los hombres de la aldea.
Al padre de Sughra Ali tampoco le importa que su hija de 15 años realice esas actividades, e incluso considera que las lecciones que recibió tuvieron efecto en su casa. "No podemos comer si no nos lavamos las manos primero", relató.
Sajida Ali, otra participante de 15 años, nunca creyó que sus opiniones importaran, debido a su falta de educación, explicó a IPS.
Ahora, en cambio, todas las niñas de su escuela quieren ser sus amigas, porque creen que pueden aprender mucho de ella. Esto le permitió disfrutar de una nueva identidad dentro de su casa y su comunidad.
También espera algún día no antes de los 25 años, dijo- casarse con un hombre que ella misma elija, lo que se distancia bastante de la tradición cultural del Pakistán rural, según la cual las niñas se casan apenas llegan a la pubertad con hombres que eligen sus familias.