Israel se inclina cada vez más por una acción armada «preventiva» contra Teherán, exponiendo el apoyo militar que le presta Estados Unidos, pero poniendo a prueba su influencia.
Se cree que el informe que divulgará este martes 8 la Agencia Internacional de Energía Atómica sobre Irán revelará que ese país llevó a cabo experimentos para fabricar armas nucleares, incluso explosiones reales y simuladas por computadora.
Ya sea mediante diplomacia pública o acciones políticas, hay en marcha una guerra psicológica a favor de sanciones internacionales más severas o de una eventual aprobación mundial de acciones militares. Las especulaciones crecieron como una bola de nieve, especialmente después de que el presidente israelí Shimon Peres formuló declaraciones a los medios de comunicación.
En una aparición el viernes 4 en el informativo del horario central del Canal 2, Peres urgió a "las otras naciones del mundo a actuar".
"Es tiempo de que cumplan la promesa que nos hicieron, de que cumplan con su responsabilidad, ya sea con sanciones firmes o con una operación militar", dijo.
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El presidente se mantuvo fiel al habitual "todas-las-opciones-están-sobre-la-mesa" que comparten los portavoces de Israel y Estados Unidos. Todavía "no se tomó ninguna decisión", advirtió.
Con esto, Peres dejó a la comunidad internacional, y particularmente a Estados Unidos, preguntándose si Israel está a punto de decidir un ataque unilateral.
El frenesí lo había encendido una semana antes el columnista israelí Nahum Barnea en el periódico Iediot Ajronot, al preguntarse si el primer ministro Benjamin Netanyahu y el ministro de Defensa, Ehud Barak, habrían resuelto, entre ellos, lanzar un ataque a instalaciones nucleares iraníes.
¿Fue la pregunta de Barnea mero futurismo, o acaso estaba muy bien informado? A continuación, los medios se llenaron de conjeturas sobre una potencial acción militar contra Irán.
El periódico Haaretz informó que el primer ministro Netanyahu estaba dedicado a averiguar qué opinaban los miembros de su gabinete sobre ese eventual ataque.
"Es mejor no hablar sobre cuán complejo e intrincado es este ataque", confió Eli Yishai, ministro del Interior y líder del partido religioso Shas, a un grupo de correligionarios. "Esta operación no me deja dormir", agregó.
Esta declaración buscaba imponer una sensación de gravedad en el público. Y también pudo tener un motivo ulterior: alertar de esa urgencia a funcionarios de la Agencia Internacional de Energía Atómica y, en especial, de Estados Unidos.
Mientras, la fuerza aérea israelí concluyó amplios ejercicios de ataques de largo alcance en la base Decimomannu que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) tiene en la isla italiana de Cerdeña.
Barnea indicó que la cuestión de atacar o no a Irán "perturba a los gobiernos extranjeros, a los que les resulta difícil comprender qué ocurre aquí".
"Por un lado, hay crecientes rumores sobre una campaña israelí que cambiaría el rostro de Medio Oriente y posiblemente sellaría el destino de Israel para las generaciones futuras. Por otro, hay una total ausencia de debate público. La cuestión de si atacar o no a Irán está casi ausente del discurso israelí", enfatizó Barnea.
Funcionarios estadounidenses observaron "una sustancial reducción de los pronunciamientos israelíes" sobre el tema, "tanto públicos como privados, a través de canales diplomáticos y de defensa", según fuentes de Estados Unidos citadas por Haaretz.
Cuando el secretario de Defensa estadounidense Leon Panetta visitó Israel hace un mes, no obtuvo ningún compromiso claro, ni de Netanyahu ni de Barak, de que el Estado judío se abstendría de atacar Irán sin previa coordinación con Estados Unidos.
Pero la evasiva de los dos dirigentes israelíes puede simplemente haber buscado presionar no solo a Irán, sino también a Washington.
La cuestión de una estrecha coordinación sobre lo que ocurra con Irán es crucial para las relaciones entre Israel y Estados Unidos.
Cuando en 1981 el entonces primer ministro israelí Menajem Begin (1977-1983) aprobó el bombardeo contra el reactor nuclear iraquí de Osirak, lo hizo sin alertar previamente al presidente Ronald Reagan (1981-1989). Begin sí consultó con el sistema de defensa de Israel, pero hizo caso omiso de su oposición.
En sus memorias, tituladas "Decision Points" y publicadas hace un año, el expresidente George W. Bush (2001-2009) recuerda el ataque israelí, en septiembre de 2007, contra el reactor nuclear sirio de Deir ez-Zour.
"El primer ministro (israelí, Ehud) Olmert (2006-2009) no había pedido luz verde, y yo no la había dado. Él había hecho lo que creía necesario para proteger a Israel", escribió.
Pero Siria no es Irán.
Además, algunos miembros del gabinete de Netanyahu creen que si una acción militar fuera imprescindible, a Israel le convendría que la lanzara Estados Unidos.
Acaso a las relaciones bilaterales les falte confianza mutua, especialmente porque en los últimos tres años Israel no se comprometió en conversaciones de paz significativas con la Autoridad Nacional Palestina.
¿Se está volviendo Israel una vergüenza, o peor, un lastre, para los intereses estadounidenses en la región, cuando la Organización de las Naciones Unidas está lista para aprobar un Estado palestino y Estados Unidos lo está para emplear su poder de veto en el Consejo de Seguridad?
No necesariamente.
La profundidad del compromiso de Estados Unidos con la seguridad de Israel nunca quedó demostrada con tanta firmeza como en el gobierno del actual presidente, Barack Obama, pese a que Israel nunca correspondió la esperanza del mandatario de que Netanyahu dejara de lado los temores israelíes y aceptara superar sus resistencias hacia los palestinos.
Una manifestación de este compromiso podría percibirse en la anunciada maniobra conjunta "más grande" y "más significativa" de la historia de los dos aliados.
"Nuestra relación de seguridad con Israel es más amplia, más profunda y más intensa que nunca antes", dijo el secretario adjunto de Estados Unidos para los Asuntos Político-Militares, Andrew Shapiro, en el proisraelí Washington Institute for Near East Policy. La ventaja militar israelí es "una máxima prioridad" para Estados Unidos, agregó.
"Apoyamos a Israel porque es de nuestro interés nacional hacerlo", enfatizó Shapiro, haciéndose eco de un informe divulgado por esa organización, titulado "Israel: A Strategic Asset for the United States" (Israel: Un bien estratégico para Estados Unidos).
"Si Israel fuera más débil, sus enemigos serían más osados. Esto haría más probable un conflicto de mayor amplitud, que sería catastrófico para los intereses estadounidenses en la región", agregó.