BIODIVERSIDAD: Ver el árbol para salvar el bosque

Cuando los bomberos llegaron a apagar el incendio que devoraba la vivienda de Elise Inversin, en la isla francesa de Córcega, esta mujer de 66 años prefirió que salvaran un árbol lentisco de 900 años. Una casa se reconstruye, observó.

El Chêne Saint-Jean, cerca de París. Crédito: A. D. McKenzie/IPS.
El Chêne Saint-Jean, cerca de París. Crédito: A. D. McKenzie/IPS.
Inversin recibió en París el premio Árbol del Año, en nombre de su querido lentisco (Pistacia lentiscus), que se impuso a otros 25 en la competencia que marcó el cierre del Año Internacional de los Bosques 2011, declarado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

"Lo único que quiero es que el árbol sea reconocido para que sea protegido por las próximas generaciones", dijo Inversin a IPS. "Ha significado mucho para mí y mi familia, pero nos sobrevivirá, y será responsabilidad de la municipalidad protegerlo", apuntó.

Para el concurso Árbol del Año, lanzado por la revista francesa Terre Sauvage y la Oficina Nacional de Bosques (ONF) , se pidió al público que nombrara árboles destacados por su belleza, historia, biodiversidad y significado para su entorno.

Personas y organizaciones recomendaron cientos de árboles de Alsacia a Martinica. Los votantes finalmente eligieron 26 ejemplares para representar a las distintas regiones de Francia. Entre ellos un tejo de Normandía de 1.600 años y un enebro en expansión y retorcido que crece a 1.100 metros de altura en los Alpes.
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Los organizadores debieron "suprimir" votos falsos que buscaban aumentar las cifras mediante piratería informática, pero el jurado eligió al lentisco como ganador.

El jurado también entregó un "premio del público" a un roble común (Quercus robus) de 200 años y 18 metros de altura de Bretaña. Además, los organizadores del concurso dieron la bienvenida a un "invitado de honor", un roble de Palestina (Quercus calliprinos) de 1.000 años, conocido como roble de Sharafat.

Fotografías de los ejemplares galardonados adornan parte de la valla de la sede de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en la capital francesa.

Pero el objetivo no fue hacer un concurso de belleza verde, sino subrayar la importancia de los árboles y la "alarmante" tasa de desaparición de bosques.

Según datos de la ONU, unos 13 millones de hectáreas de bosques desaparecen cada año, en particular en las regiones tropicales. El sustento de 1.600 millones de personas está en peligro, y los 300 millones que los consideran su hogar pueden convertirse en refugiados ambientales.

La deforestación también acelera el calentamiento global al ser responsable de 20 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

América del Sur perdió cuatro millones de hectáreas de bosques al año entre 2000 y 2010 y África, 3,4 millones, según la FAO. En este último continente, el proceso provocó la disminución de las lluvias, causando la sequía que soporta el este. La agencia ha impulsado varios proyectos de reforestación para recuperar la fertilidad del suelo.

Iniciativas similares en Asia, en especial en India y China, abatieron el ritmo de la deforestación, pero las áreas boscosas se reducen tres por ciento al año, según la FAO. Y en Malasia, los bosques desaparecen tres veces más rápido que el promedio continental.

En Francia, las áreas boscosas cubren más de 30 por ciento del territorio, y la misión de la Oficina Nacional de Bosques es protegerlas y hacer otro tanto en los departamentos de ultramar, como la Guayana Francesa, la isla de la Reunión, Martinica y Guadalupe. No es una tarea fácil, indicó Hervé Gaymard, presidente del consejo de administración de la entidad.

"El trabajo de gestión sustentable es muy variado y de amplio espectro porque los bosques de Francia continental no tienen nada en común con, por ejemplo, los de Guayana", dijo a IPS.

La Oficina tiene un papel activo "en el frente diplomático" para proteger los bosques tropicales y luchar contra el comercio de la "madera preciosa de África", en especial en la cuenca del río Congo, apuntó.

La deforestación no es un problema en Francia, indicó Gaymard. Pero los ejemplares más antiguos están en riesgo, según ambientalistas.

Por ejemplo, en el bosque de Compiègne, a unos 50 kilómetros de París, hay un roble de 750 años, conocido como Chêne Saint-Jean, con un enorme agujero en el tronco, al parecer causado por un incendio que provocaron un grupo de exploradores hace unos años para deshacerse de un avispero.

"Hacemos lo que podemos, pero es imposible tener un policía al lado de cada árbol para protegerlo", dijo Gaymard a IPS. "Los árboles suelen ser dañados por maldad", apuntó.

La protección de los bosques comienza por ver y respetar cada árbol, señaló Inversin.

"Hay que ver el árbol para salvar el bosque", indicó. "Cuando le dije al bombero que salvara el lentisco fue una reacción espontánea. No tuve tiempo de pensarlo. Pero sé cuántas vidas tocó ese ejemplar", relató.

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