La figura de Angelo Waranyang, con su pelo anaranjado, brilla cuando camina entre sus reses: teñido con una mezcla de orina de vaca y cenizas de estiércol quemado, es una perfecta muestra del tipo de conexión que los sursudaneses tienen con el ganado.
La propiedad de reses es sinónimo de prosperidad y prestigio, y cuantas más se posean, tanto mejor.
De hecho, hay más vacas que personas en Sudán del Sur. La subsistencia de 80 por ciento de los casi ocho millones de habitantes depende de 11 millones de reses vacunas, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Bajo la advertencia de la FAO de que el año próximo este país solo podrá producir la mitad de los alimentos que necesita su población, la campaña para inmunizar el ganado de enfermedades mortales se vuelve imprescindible.
Prevenir brotes epidémicos puede ayudar a evitar el hambre y atenuar la violencia que explota cuando estos pueblos pastores roban reses a tribus vecinas para compensar sus cabezas perdidas.
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Waranyang, de la etnia mundari, apoya con entusiasmo la vacunación pues ya perdió 25 animales este año.
La FAO y el Ministerio de Agricultura y Pesca quisieran vacunar 70 por ciento del ganado, incluyendo 19 millones de ovejas y cabras, sostuvo el portavoz de la oficina local de la agencia de las Naciones Unidas, Edward Ogolla. Pero es un objetivo que solo puede alcanzarse en una "situación perfecta", admitió.
Y la situación en Sudán del Sur está muy lejos de ser perfecta. El 9 de julio, cuando se separó del norte y se convirtió en el país más nuevo del mundo, también pasó a ser uno de los más pobres.
Cuando formaba parte de Sudán, las ganancias de sus ricos recursos petroleros eran desviadas al norte por Jartum, haciendo de esta región una de las menos desarrolladas del mundo.
La campaña de vacunación afronta entonces las dificultades emanadas de la falta de fondos y de personal capacitado, de la inseguridad y de las limitaciones de infraestructura, por mencionar algunos de los problemas, indicó Ogolla.
Un ejemplo es la vacunación efectuada en Terekeka, a 80 kilómetros de Yuba, capital de Sudán del Sur. Se supone que es una comunidad de fácil acceso, pero llevó casi tres horas llegar hasta aquí conduciendo por caminos polvorientos, llenos de piedras, surcos y baches inundados del tamaño de pequeños estanques.
De 30 millones de animales existentes, la FAO pretende inmunizar cinco millones este año. Sudán del Sur padece una creciente crisis alimentaria debido a las alteraciones climáticas, la inseguridad y el gran flujo de sursudaneses que dejan el norte para asentarse en su nuevo país.
"Las enfermedades, en especial la fiebre de la costa oriental, pueden alcanzar a todos los animales, y con una mortalidad de entre 90 y 100 por ciento, moriría todo el ganado", indicó George Okech, jefe de la oficina de la FAO en Sudán del Sur.
El equipo de vacunación también inmunizó las reses contra el carbunco sintomático, una enfermedad bacteriana del ganado, y la septicemia hemorrágica.
"Si una epidemia liquida el ganado, la gente se verá tentada de conseguir animales en la aldea más próxima, lo que indefectiblemente será causa de conflicto", indicó Okech.
Los ataques con fines de abigeato son comunes en Sudán del Sur y fueron una de las principales causas de muertes en la primera mitad de este año, los seis meses más violentos desde que terminó la guerra civil en 2005. Murieron 2.368 personas, más del doble de las 940 muertes de 2010, según la Organización de las Naciones Unidas.
Además, el robo de ganado afecta el crecimiento de la actividad ganadera y de las industrias derivadas, según un estudio realizado en 2010 por la Agencia de Desarrollo de Holanda, que describe una amplia demanda insatisfecha.
"A pesar del potencial del ganado sursudanés, se importan de Uganda animales y productos derivados en grandes volúmenes para cubrir la demanda de Yuba", señala el estudio, que atribuye el problema en parte al abigeato.
"Es un gran obstáculo para mejorar las ventas de animales en el ámbito comunitario, porque es fácil robarlos cuando son trasladados al mercado", añade.
Una vaca o un toro pueden costar entre 300 y 800 dólares. La FAO sostiene que con 11 millones de vacunos, la ganadería tiene un vasto potencial de crecimiento, si logra mantenerse sana.