Nueva arquitectura de asistencia puede nacer en Busan

La asistencia al desarrollo requiere «una agenda fuerte que apunte a los resultados, pero que esté basada en los derechos humanos», dijo a IPS el activista Tony Tujan.

En 2005, la Declaración de París sobre la Eficacia de la Ayuda al Desarrollo se planteó objetivos para mejorar la calidad de la asistencia y su impacto. Tres años después, en un esfuerzo por acelerar los avances en el cumplimiento de la misma, se redactó en la capital de Ghana la Agenda de Acción de Accra, que propuso asociaciones más inclusivas e impactos medibles, entre otros puntos.

La ciudad surcoreana de Busan congregará en noviembre a los principales actores internacionales en materia de asistencia al desarrollo, pero todavía no está claro si de allí surgirá una nueva arquitectura de la cooperación al desarrollo que sea equitativa e inclusiva, sostuvo Tujan, director de la organización no gubernamental IBON Internacional y copresidente de BetterAid y Reality of Aid.

IPS dialogó con Tujan en Montreal, Canadá.

IPS: ¿Cuáles son los tres principales asuntos que atañen actualmente a la eficacia de la asistencia?

TONY TUJAN: Uno es que es necesario fortalecer los objetivos en materia de efectividad de la asistencia, lo que significa que los gobiernos vuelvan a comprometerse con la elaboración de políticas y programas claros. Una evaluación mostró que los países en desarrollo tienen un mejor desempeño en cuanto a la efectividad de la asistencia que los donantes. Son los donantes quienes no tienen incentivos para implementar sus propios compromisos y objetivos, quienes han sido muy lentos y débiles en su desempeño.
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El segundo asunto es el de los resultados basados en los derechos humanos. Donantes y gobiernos aceptaron la efectividad del desarrollo pero no el contenido relativo a los derechos humanos. Ellos redefinieron la efectividad del desarrollo como un término genérico en relación a objetivos de desarrollo, pero no se los interpreta en el contexto de personas a las que se les reconocen sus derechos, sino en términos de desempeño financiero y desarrollo institucional.

Necesitamos una agenda fuerte que apunte a los resultados, pero que esté basada en los derechos humanos. No se trata tanto de cómo se implementan los programas; lo más importante es que la implementación de los programas de asistencia resulte claramente en que los pobres y marginados, y la población en general, reclamen sus derechos humanos.

Lo tercero es la cuestión de la arquitectura de la asistencia. Necesitamos presentar un nuevo documento y una nueva institución que sean más equitativos, que acepten un liderazgo compartido y que los países industrializados o incluso el G-20 (Grupo de los 20, principales países ricos y emergentes) no impongan su liderazgo.

IPS: ¿Cuáles son sus expectativas ante la reunión de Busan?

TT: La eficacia de la asistencia, tal como (definen) los compromisos de París y de Accra, no son suficientes y no darán resultados. Busan es un punto importante en la historia donde… es posible un marco de trabajo abarcador para la cooperación al desarrollo. (La asistencia) debería incluir a los donantes tradicionales, pero también a los llamados "nuevos donantes"… (Es decir), países en desarrollo que, de un modo u otro, están comprometidos en la cooperación Sur-Sur. Debería incluir a la sociedad civil en su totalidad y a otros actores privados.

En los últimos dos años, muchos gobiernos hablaron a las plataformas de la sociedad civil sobre sus programas y políticas de desarrollo y asistencia, a causa del proceso de la efectividad de la asistencia. En algunos países –Indonesia, Filipinas, Senegal-, no solo se consulta a la sociedad civil, (sino que) se la integra a las entidades que vigilan la asistencia.

IPS: ¿Qué probabilidades hay de que esta nueva arquitectura surja de Busan?

TT: 50-50… Todavía falta ver si cumplirá con toda la definición de una arquitectura de asistencia que sea equitativa e inclusiva.

IPS: ¿Cuáles son los desafíos políticos?

TT: Políticamente, se sintetizan en un país: China. Y en el G-77 (Grupo de los 77, mayor coalición de países en desarrollo). ¿Aceptarán estos países un compacto de Busan basado en la cooperación Sur-Sur donde China se comprometa con la efectividad de la asistencia que brinda a otros países?

Si de Busan surge un documento de esas características, cambiará radicalmente el futuro de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), porque ahora tendremos un nuevo animal que es la OCDE, donde la asistencia puede ser mediada de modo más equitativo.

China y el G-77 son conscientes de que la dirigencia del Comité de Ayuda al Desarrollo de la OCDE se basa en buena medida en los intereses políticos y económicos de esos países. No subordinarán sus esfuerzos a ese liderazgo.

En este caso, es un objetivo compartido incluso por el Comité. El Comité quiere a China, quiere que todos participen, y aparentemente es consciente de las consecuencias de que eso ocurra, o de a dónde conducirá.

IPS: ¿Cómo impactó la crisis económica mundial a la efectividad de la asistencia?

TT: El Fondo Monetario Internacional (FMI) dice que en el contexto de una recesión se le deberían dar poderes plenos para imponer condiciones y restricciones fiscales; condiciones para manejar la deuda soberana, para tratar con las políticas fiscales y los sistemas financieros.

Las organizaciones de la sociedad civil reclaman que pongamos fin a las condiciones políticas, no a las fiduciarias. Eso es intrusivo, y a menudo va contra los derechos humanos y la soberanía.

No se necesitan condiciones si se tienen los procesos correctos (y) se hacen compactos democráticamente negociados. Si se tienen esos procesos democráticos donde no solo se consulta a los ciudadanos sino que se los hace participar en el proceso de crear modalidades de asistencia, entonces estas no se convierten en condiciones impuestas. Incluso allí puede haber mecanismos para reducir el poder de las condiciones, y aun poder lograr una reforma política.

Las políticas del FMI se basan en prescripciones neoliberales y es por eso que creemos que se debe poner fin a las condiciones. No logramos eso en Accra y es posible que no lo logremos en Busan, porque el FMI está moviendo cielo y tierra para matar ese reclamo.

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