La reducción de la pobreza en Bangladesh dependerá del éxito del microcrédito, sostiene el laureado y polémico economista Muhammad Yunus, que compartió en 2006 el premio Nobel de la Paz con su creación, el Banco Grameen.
"Los programas de microcréditos juegan un papel importante para lograr la primera meta de los Objetivos de Desarrollo para el Milenio (ODM): reducir la pobreza a la mitad para 2015", dijo Yunus en entrevista con IPS.
"La pobreza en Bangladesh se redujo a razón de uno por ciento anual en los años 90, y de 1,7 por ciento anual durante el periodo 2000-2005. Esto lo coloca en buen lugar para lograr el primer ODM", destacó.
Pero Yunus, cuya destitución como director gerente del Banco Grameen en marzo causó un escándalo, cree que se ciernen muchas dudas sobre el futuro de la institución que creó, convertida en modelo mundial de los microcréditos con fines sociales.
"Todos esperamos que Grameen sea capaz de operar de la forma en que lo ha hecho todos estos años, pero no estoy seguro de que pueda", advirtió.
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"Pase lo que pase", indicó Yunus, "hay que alzarse para proteger los derechos de las ocho millones de mujeres propietarias de Grameen, que poseen 97 por ciento de sus acciones, y para que decidan cómo debe operar su banco".
Voces críticas señalan que los clientes de los microcréditos, fundamentalmente mujeres, contraen deudas eternas por solicitar préstamos reiterados y por las tasas de interés excesivas. Por tanto, ponen en cuestión la idea de que las microfinanzas ayudan realmente a salir de la pobreza. No obstante, el optimismo reina en la Fundación Palli Karma Shahayak (PKSF), que presta miles de millones de dólares cada año a unas 250 organizaciones asociadas, que a su vez aumentaron sus préstamos en 15 por ciento respecto del anterior año fiscal.
La PKSF desembolsó más de 2.600 millones de dólares de préstamos a pequeñas instituciones de microfinanzas en 2011.
"Tenemos evidencia de que el empleo rural y las actividades productivas están aumentando", dijo a IPS el director gerente de PKSF, Quazi Mesbahuddin Ahmed.
"Hemos solicitado a nuestras organizaciones socias que no depositen más de 10 por ciento en los bancos comerciales, de manera que el dinero siga circulando en la economía rural", explicó Ahmed.
Además, señaló, la demanda de microcréditos es tal que la PKSF está estimulando a las organizaciones socias a "desembolsar la mayor cantidad posible para ver promover actividades generadoras de ingresos, empleo y negocios".
Las principales instituciones de microfinanzas —Grameen, BRAC, ASA, Buró Bangladesh y Proshika—, responsables de por 85 por ciento de los más de 20 millones de solicitantes de préstamos de este país, no dejan de crecer.
En promedio, los desembolsos de estas instituciones han crecido de seis a 12 por ciento anual en los últimos años.
El jefe financiero de BRAC, S.N. Kairy, dijo a IPS que casi siempre logran o superan el crecimiento anual proyectado de 15 por ciento. Sin embargo, este año se registró una caída de cinco por ciento porque se desalentaron los subsidios para los más pobres.
"Hemos tenido un muy buen crecimiento en los últimos años, pero hay una caída en las solicitudes de préstamos y en las actividades generadoras de ingresos", reconoció Kairy.
El éxito de los microcréditos en Bangladesh es vital para el propio concepto, pues fue en este país donde nacieron las microfinanzas a inicios de la década de 1970, cuando Yunus fundó Grameen, ahora la mayor organización no gubernamental del mundo.
Durante los años 70, Grameen y otras instituciones de microfinanzas crecieron a paso firme, atendiendo las necesidades de los pobres, especialmente de los sectores más marginados de la sociedad y de las mujeres, que por lo general saben administrar en forma eficiente los fondos que reciben.
Los microcréditos permitieron generar actividades productivas y microempresas y estimularon la economía rural.
Después de cuatro décadas de operaciones, las mujeres controlan la economía rural y están mejor ubicadas que nunca para tomar decisiones propias y por sus familias. Alrededor de 95 por ciento de quienes solicitan préstamos son mujeres.
Ese enfoque no solo redujo la pobreza, sino las desigualdades, el analfabetismo, la mortalidad infantil, el hambre, el desempleo, las enfermedades y, sobre todo, la perniciosa dependencia de los prestamistas locales. Muchos de estos temas nunca habían sido afrontados por las entidades del Estado.
Gurús de las microfinanzas como Yunus afirman que los préstamos accesibles y el ahorro femenino fueron fundamentales para el éxito de los microcréditos en esta nación de Asia meridional, uno de los países menos adelantados, con alta densidad de población, escasos recursos y frecuentes desastres naturales.
Con unos 150 millones de habitantes, Bangladesh tiene la mayor densidad de población del mundo, de unas 2.200 personas por 2,58 kilómetros cuadrados. Y el ingreso nacional bruto por habitante es menor a 905 dólares.
Estudios del Banco Mundial y del Banco Asiático de Desarrollo y el Informe de Desarrollo Mundial reconocen que muchos en Bangladesh dejaron de ser pobres gracias a los microcréditos.
Wahiduddin Mahmud, presidente del Instituto de Microfinanzas en Dhaka y miembro del Comité de las Naciones Unidas para Políticas de Desarrollo, dijo a IPS: "Las microfinanzas hacen la diferencia entre supervivencia e indigencia. Hay pruebas de que los prestatarios pueden salir de la pobreza mediante la acumulación de capital físico y humano".
Mientras este sector sigue creciendo, añadió, se necesitan reglas más estrictas para evitar anomalías como la superposición de créditos de distintos prestadores.