Las iniciativas de microcrédito para financiar el desarrollo pueden beneficiarse volviendo a la esencia de sus objetivos y adoptando nuevos enfoques integrados que incorporen otras prestaciones sociales, según especialistas.
Representantes de instituciones de microfinanzas y de cooperativas intercambiaron opiniones sobre nuevas estrategias para impulsar proyectos de desarrollo de pequeña escala durante Foro Internacional sobre Economía Social y Solidaria, realizado en Montreal del 17 al 20 de este mes.
El microcrédito es muy importante para las personas con bajos ingresos porque es la única forma en que pueden obtener un préstamo y mejorar su calidad de vida", explicó José Ramiro Becerra Sterling, gerente general de la cooperativa de ahorro y crédito de Colombia, Utrahuilca.
Desde sus inicios, las instituciones de microcrédito del mundo, inspiradas en el Banco Grameen fundado por el bangladesí Mohammad Yunus, ofrecieron préstamos a intereses alcanzables a pequeños productores rurales y empresarios.
Los especialistas sostienen que los pequeños préstamos son mejores que los créditos tradicionales y, para muchas personas, son la diferencia entre mendigar o invertir para generar un ingreso real.
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Utrahuilca es una iniciativa que ofrece una "valor agregado" social y cultural, explicó Becerra Sterling. La cooperativa ofrece seguro y crédito a bajo interés, pero también servicios de salud, préstamos para vivienda, educación política y organización sindical, además de programar actividades artísticas, deportivas e infantiles.
"Si no ofrecemos un valor agregado, no damos ningún incentivo a los trabajadores que nos piden ayude", apuntó. "Tenemos que darles un trato digno", añadió.
En cambio, la cooperativa Pro-Rural, de Bolivia, fue pensada como nuevo prototipo de microcrédito. En vez de otorgar un pequeño préstamo tradicional, se convierte en socia de una "empresa de riesgo compartido en el rubro de servicios financieros rurales", indicó el director ejecutivo del proyecto, Flavio Ralde Laguna.
"No solo gestionamos fondos y otorgamos préstamos", dijo a IPS. "Invertimos con los productores", apuntó.
Tras analizar las microfinanzas en Bolivia, Ralde Laguna concluyó que no hace la diferencia en lo que respecta a los costos de producción. Los campesinos suelen terminar "pagando" por el miedo a las inversiones de los bancos
"Eso nos hizo pensar que quizá teníamos que lanzar un nuevo modelo, basado en inversiones", explicó. "Queríamos que los productores fueran los actores", apuntó.
Pro-rural participa con un máximo de 49 por ciento del capital al inicio de cada proyecto. La organización ofrece luego capacitación y crea programas para consolidar las capacidades y, cuando empresarios y productores están bien instalados, retira su inversión original.
"Así que no es como un minibanco de microcrédito", apuntó Ralde Laguna. "Asumimos riesgos", añadió.
A través de pequeños fondos de inversión regionales y empresas de riesgo compartido, representantes de Pro-rural esperan desarrollar herramientas financieras junto con los productores rurales y no ser meros acreedores sino socios, explicó Ralde Laguna.
Hay un declive general de las cooperativas en el mundo, indicó el director ejecutivo de la Fundación Seira, Miquel Miró, quien observó la tendencia principalmente en Cataluña, pero sostiene que es un fenómeno que se generalizó tras la crisis económica iniciada en Estados Unidos en 2008.
"La tecnología, la información y la inversión necesarias para crear una empresa son muy pequeñas", dijo Miró a IPS. Esos costos se pueden cubrir fácilmente mediante microcréditos manejables.
"Con una computadora, un teléfono celular y una mesa puedes trabajar", agregó, refiriéndose a las empresas basadas sobre el conocimiento. El microcrédito es clave porque los "bancos convencionales no otorgan pequeños préstamos, en especial a pequeños empresarios", explicó.
Proyectos exitosos de microcrédito tienen el valor agregado de la inversión privada y de apoyo público. Becerra Sterling señaló que espera mejorar las alianzas estratégicas públicas y privadas de Utrahuilca.
Pro-rural comienza a recibir apoyo del sector privado boliviano, señaló, por su parte, Ralde Laguna. "Se sienten más cómodos acercándose a los productores a través de nosotros, en vez de solo invertir", explicó.
El gobierno boliviano también dio su visto bueno al programa y, en el ámbito internacional, Pro-rural recibió apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
"Realmente creen en el modelo", remarcó Ralde Laguna. Es solo el primer paso, alertó. "Pero no es el único", apuntó.
"Si no se tiene un enfoque más integral y se hacen seguimientos como los que hacemos nosotros, terminaremos con una gran cantidad de personas sin acceso a las instituciones financieras", añadió.
"Tenemos que construir una profunda confianza y credibilidad en las cooperativas para que la comunidad sienta que la nuestra es realmente diferente", señaló Becerra Sterling.