Israel avanza con su plan de reubicar a decenas de miles de beduinos del territorio palestino de Cisjordania, lo que implicará para la población autóctona perder su vivienda, pero también su estilo de vida tradicional.
"Los beduinos dependen de los animales. No podemos cuidarlos en un pueblo o una ciudad", explicó Mohammad al Korshan, quien reside en un campamento con su familia y otras 90 personas, cerca de la localidad cisjordana de Anata, al noreste de Jerusalén.
"Nos matan si nos llevan a una ciudad. Dentro de unos años no habrá más beduinos en la zona", alertó.
"Queremos quedarnos en nuestras casas. Si destruyen nuestra vivienda o nuestras tiendas de campaña, la reconstruiremos. No nos vamos a ir. Aun si nos matan, nos queremos quedar. No tenemos donde ir", dijo a IPS.
La Administración Civil de Israel, a cargo del área C del territorio ocupado de Cisjordania, tiene previsto expulsar a unos 27.000 beduinos de sus comunidades en esa zona en los próximos tres a seis años.
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Israel tiene un control total, militar y administrativo, del área C.
La primera fase de la operación comenzará en enero, cuando se trasladarán unas 2.300 personas, que ahora viven en 20 comunidades aledañas al asentamiento israelí de Maale Adumim, a un nuevo sitio cerca del basural de Abu Dis, al este de Jerusalén, informó la organización de derechos humanos israelí B'Tselem.
En la segunda etapa de su plan, la Administración Civil expulsará a los beduinos del valle del Jordán.
"Vivimos entre Jerusalén y Jericó. El gobierno israelí quiere cerrar la zona porque estamos cerca del asentamiento de Kufr Adumim. Quieren nuestra tierra para ellos", protestó Al Korshan, quien encabeza el Comité Cooperativo Beduino de Jerusalén.
"Es muy difícil para nosotros. No tenemos donde ir. Nuestra tierra está en Beer Sheva, somos refugiados", se lamentó.
Más de 80 por ciento de los beduinos que viven en las colinas al este de Jerusalén son refugiados, informó la dependencia de la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA, por sus siglas en inglés) de los territorios palestinos ocupados.
La mayoría viven en casas con orden de demolición que no están conectadas a la red de tendido eléctrico, además, la mitad no tienen acceso al agua potable.
El sitio donde se piensa llevar a los beduinos cerca de la localidad de Al Eizariya, donde 200 familias fueron reubicadas en los años 90 para ampliar el asentamiento de Maale Adumim, puede poner en riesgo la salud, el estilo de vida y el bienestar general de la comunidad, indicó OCHA.
"El lugar elegido no cumple con los estándares mínimos en términos de distancia al vertedero municipal, lo que supone problemas de salud para las comunidades, y tiene un área limitada de pastoreo", dice una declaración de la organización.
"Las familias que estaban desde antes han tenido problemas de salud, perdieron su sustento, sufrieron el deterioro de sus condiciones de vida, perdieron la cohesión social y su estilo de vida tradicional", añade.
Suleiman Mazarah y su familia, integrantes de la tribu beduina jahalin, fueron traslados por las autoridades israelíes a esa zona en 1997. La comunidad sigue padeciendo las consecuencias de la reubicación, dijo a IPS.
"Los israelíes nos pusieron en una zona cerca del basurero de la municipalidad de Jerusalén. Ahora trasladarán al resto de la tribu del área C aquí. Eso destruirá la vida de los beduinos. Cuando nos ponen en una zona pequeña, destruyen nuestro sustento, no hay lugar para tener los animales. No habrá trabajo", advirtió Mazarah.
"La mayoría de la gente de aquí no tiene trabajo ni nada para dar a sus hijos. Si traen más, será mucho peor", añadió.
Además, la reubicación de comunidades beduinas sin su consentimiento viola el derecho internacional, indicó la OCHA.
"Como potencia ocupante, Israel tiene obligación de proteger a la población palestina y administrar el territorio en su beneficio. Todo traslado voluntario de civiles debe atenerse a los estándares internacionales, incluidos los relacionados con la toma de la decisión de forma libre e informada", remarcó la agencia.
El interés de trasladar a la fuerza a los beduinos del área C de Cisjordania tiene que ver con el despojo histórico y actual al que se somete a la población indígena desde la fundación del estado de Israel. En ese mismo contexto se enmarcan los últimos planes de desplazar a unas 30.000 personas del meridional desierto de Néguev, arguyó Mazarah.
"Lo mismo que hacen con la gente de Néguev, lo hacen con nosotros. Pero allí, los beduinos tienen nacionalidad israelí, acá somos palestinos", explicó.
"Los israelíes no quieren beduinos en su territorio", remarcó Mazarah.
"Nuestra situación, al igual que la de ellos, es pésima. Esa gente olvidada sufre a causa de los desplazamientos forzados, les están destruyendo la vida", añadió.