Los enfrentamientos en la capital egipcia que dejaron 25 personas muertas y más de 300 heridas llevan a las autoridades a sospechar de la existencia de fuerzas ocultas que manipularían las tradicionales diferencias religiosas con fines políticos.
El gobierno en manos del ejército advirtió varias veces de una supuesta conspiración para desestabilizar a Egipto. Acusa a exfuncionarios del régimen de Hosni Mubarak y a provocadores extranjeros de sembrar el caos y promover choques sectarios para socavar la reputación de las fuerzas de seguridad como "protectoras del pueblo".
Una "mano invisible" financia grupos políticos "contrarrevolucionarios, envía matones armados para perturbar protestas pacíficas y las infiltra para volverlas violentas o volcarlas hacia fines destructivos", declaró el primer ministro Essam Sharaf.
También se orquestó una serie de ataques contra la comunidad copta, que representa alrededor de 10 por ciento de la población", añadió.
Unas 2.000 personas, la mayoría cristianos coptos, se concentraron el domingo 9 fuera de la sede del canal de televisión estatal en el centro de El Cairo en protesta por un ataque de musulmanes contra una iglesia en el sur del país.
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Manifestantes denunciaron que fueron agredidos por "matones" y que luego los soldados dispararon sus armas al aire primero y luego hacia la multitud.
Imágenes tomadas en el lugar muestran a soldados golpeando a manifestantes y vehículos militares avanzando a gran velocidad, matando e hiriendo personas.
La violencia se intensificó cuando la gente respondió lanzando piedras contra los soldados e incendiando vehículos del ejército y varios automóviles particulares.
Miles de residentes locales se unieron a los disturbios después de que los medios estatales señalaran que se trataba de un problema religioso.
Sharaf no dio ninguna explicación sobre la brutal represión. En cambio arremetió contra fuerzas ocultas que, según él, instigaron la violencia a fin de desbaratar la transición democrática.
"Esto nos hizo retroceder varios pasos", declaró en un discurso televisivo. "En vez de avanzar hacia la creación de un estado moderno sobre la base de principios democráticos, estamos otra vez buscando estabilidad y manos ocultas, tanto en el ámbito interno como externo, que se inmiscuyen en la seguridad del país", añadió.
La mayoría de los últimos ataques contra iglesias cristianas y personas fueron atribuidos a los salafi, una rama musulmana ultraortodoxa, señaló Youssef Sidhom, editor de un semanario copto.
Sidhom no descartó la posibilidad de que un tercero se sirva del grupo para llevar adelante su objetivo, pero la falta de una ley que alivie las restricciones a la construcción de iglesias y que penalice la discriminación vuelven a los coptos un blanco fácil de ataques.
"No hay mano invisible, solo es una retórica para decepcionar al público", señaló Sidhom. "Las autoridades permiten que emerja la intolerancia, que es fácil de manipular", apuntó.
Hay ciertos elementos que tienen interés en desestabilizar el país, señaló el analista político Hassan Nafaa. Cuadros de seguridad, dirigentes políticos y empresarios que se enriquecieron durante el régimen anterior y podrían perder todo lo acumulado y ser acusados por varios cargos, apuntó.
Mientras, Israel, Irán y Arabia Saudita tienen reservas sobre un Egipto poderoso.
"Esas fuerzas están en contra de la revolución y tratan de explotar cualquier crisis para frustrarla", dijo Nafaa a IPS. "Se presume que financian a los matones para instalar el caos y molestar a los cristianos, aunque es difícil de probar", apuntó.
Partidarios del extinto partido político de Mubarak, alertaron la semana pasada de la posibilidad de episodios de "extrema violencia" si se aprueba una ley que prohibirá a los miembros del régimen anterior participar por unos cinco años en la vida política del país.
El gobierno de transición encarceló a varios funcionarios del régimen anterior y reestructuró el aparto de seguridad, pero muchas figuras de entonces ocupan cargos de peso.
Críticos del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CSFA), que gobierna el país desde febrero, sospechan que la identidad de la mano invisible puede estar dentro de ese órgano. Subrayan la incongruencia de confiarle el destino de la revolución a una institución cuyas jerarquías fueron elegidas por Mubarak para proteger su régimen.
Muchos observadores sospechaban, aun antes de los enfrentamientos del domingo 9, considerados el peor estallido de violencia desde la salida de Mubarak, que los generales explotaban los continuos disturbios para demorar las reformas y las elecciones prometidas mientras que consolida su poder.
La cobertura parcial que hizo el canal estatal de los disturbios no hizo más que acentuar las sospechas.
Los noticieros fomentaron sentimientos sectarios informando que coptos armados habían matado a varios soldados, luego se supo que no fue cierto, y urgiendo a los ciudadanos a salir a la calle a "proteger al ejército".
Poco después, grupos de musulmanes armados deambulaban por las calles de El Cairo agrediendo cristianos.
El ministro de Información de Egipto responsabilizó de las noticias incendiarias a los presentadores excesivamente emotivos. Pero un empleado dijo a IPS que en los canales estatales todas las noticias son fastidiosamente revisadas por funcionarios del CSFA, e incluso los programas en vivo son rigurosamente redactados de antemano.
"¿Cómo el CSFA permitió que el canal estatal difundiera esas mentiras mientras dos canales de televisión privados fueron cerrados?", preguntó Maged Naguib, un copto detenido el domingo.
Los generales tienen intenciones de permanecer en el poder y tomaron prestado un capítulo oscuro del repertorio de tácticas de Mubarak con las que avivó conflictos entre musulmanes y cristianos para hacer creer que sin su gobierno autoritario el país se hundía en un caos sangriento.
"Es claro que el CSFA utiliza las mismas tácticas que el régimen anterior", remarcó Nafaa. "Pero recurrir a la carta del sectarismo es un juego muy peligroso", añadió.