«Los seres humanos son la única especie creadora de desiertos. Degradamos uno por ciento de las tierras cultivables al año», indicó Luc Gnacadja, secretario ejecutivo de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CNULD).
"Por nuestro bien debemos construir un tipo de vida que no favorezca la degradación", remarcó Gnacadja en una conferencia de prensa realizada en esta ciudad surcoreana, donde están reunidos representantes de los 194 países signatarios de la Convención, en el marco de la 10 Conferencia de las Partes de dos semanas.
El funcionario no tuvo reparos en señalar que la crisis de desertificación, degradación de la tierra y sequía afecta a más de 2.000 millones de personas y requiere medidas de prevención urgentes.
"La degradación es el eslabón que faltaba en el desarrollo sustentable y su costo asciende a 11 por ciento del producto interno bruto (PIB) actual global", indicó Gnacadja. "Si el mundo reconoce la importancia de no emitir dióxido de carbono, ¿tiene sentido no luchar contra la degradación?", añadió.
La urgencia expresada por Gnacadja deriva de datos que maneja la CNULD, según los cuales caerá 12 por ciento la producción de alimentos en los próximos 25 años y el precio al consumo aumentará 30 por ciento. Además 80 por ciento de los pequeños agricultores estarán dentro de los más perjudicados y 925 millones de personas sufrirán hambre.
[related_articles]
El sustento de 2.600 millones de personas depende directamente de la agricultura y sufrirán el impacto de los distintos grados de degradación de 52 por ciento de las tierras cultivables del mundo. Desaparecen 24.000 millones de toneladas de suelos fértiles al año por la erosión y otros factores. Además desaparecen 12 millones de hectáreas por la desertificación y sequía, en las que se podrían producir 20 millones de toneladas de granos.
"Alrededor de 42 por ciento de los pobres del mundo dependen de tierras degradadas para alimentarse y ganarse la vida", indicó Ephraim Nkonya, del Instituto Internacional de Investigación en Política Alimentaria. "Con esa proporción y la cantidad de personas afectadas, el costo de la degradación de los ecosistemas puede ascender a los 66.000 millones de dólares al año", añadió.
La CNULD y Corea del Sur esperan proponer la iniciativa de Changwon y que incluya planes de acción para priorizar la reforestación de tierras secas, importante en Asia,donde más la gente se perjudica por la degradación.
En Asia meridional la mayoría de las poblaciones dependen la agricultura y la ganadería. La tierra y el agua ya están bajo una enorme presión en la región y las prácticas de cultivos siguen sin ser adecuadas, lo que dificulta la labor de combatir la degradación.
"India, que ya tiene una creciente población dependiente de la tierra, 32 por ciento de la cual ya está degradada y, 24 por ciento más, unas 82 millones de hectáreas, en proceso de seguir el mismo camino, otorga alta prioridad a la gestión sustentable de los ecosistemas", dijo Brij Mohan Singh Rathore, secretario conjunto del Ministro de Ambiente y Bosques.
El 12 Plan Quinquenal (2012-2017) señala que las tierras secas, un ecosistema frágil que a menudo no puede soportar ni una crisis climática, representan 69 por ciento del total disponible y albergan a los más pobres de las 25 por ciento de las personas que viven con menos un dólar al día.
Los programas gubernamentales centrados en la comunidad como el de garantía de empleo rural y el de gestión integrada de la cuenca son algunas de las medidas para combatir la desertificación, indicó Vivek Saxena, corresponsal de ciencia y tecnología en la CNULD.
"La desertificación es el resultado de varios factores complejos. Para contrarrestarla debemos asegurar una convergencia eficiente en varios niveles, político, institucional y geográfico. En India donde las variaciones geográficas y sociales son amplias es fundamental garantizar la descentralización, permitir que las comunidades tomen decisiones sobre lo que más se ajusta a sus necesidades", indicó Rathore.
El tailandés Warapong Waramit señaló que su gobierno reconoce la importancia de hacer un uso sostenible de la tierra desde hace 50 años, cuando creó un departamento que supervisa la fertilidad del suelo y la planificación del trabajo.
"Tailandia destina unos 100 millones de dólares al año en medidas de prevención para evitar que disminuya la productividad agrícola; la salinidad del suelo y las sequías son desafíos que todavía sufrimos, pero hemos conseguido algunas logros", dijo Waramit a IPS.
"La falta de conocimiento indiscutible respecto del cambio climático, como si se mantendrá o es temporal dificulta la formulación de políticas y complica la atención de la degradación y la desertificación de la tierra", añadió.
Representantes de organizaciones de la sociedad civil subrayaron la importancia de compartir conocimiento para combatir la desertificación y reclaman mayor participación.
"Debe haber una mejor interacción entre la sociedad civil y los gobiernos. Las organizaciones están más cerca de los problemas de la gente y conocen sus motivos de preocupación", señaló una delegada de Argentina en la mesa de diálogo "Inclusión de actividades de organizaciones dentro del programa oficial de trabajo de la COP".
Numerosos delegados esperan que la conferencia concluya con un consenso sobre cómo definir científicamente la dimensión y el costo de la degradación de tierras que las partes deben adoptar, pero Gnacadja señaló desde el inicio que la cuestión clave de la reunión es discutir sobre una metodología para controlar el fenómeno.
Los esfuerzos para combatir el problema tropezaron con las dificultades para establecer estándares que permitan medir la pérdida de nutrientes del suelo porque los inversores y donantes no pueden supervisar el impacto de los fondos que otorgan. "Es un problema hablar de degradación de la tierra porque los científicos la cuestionan", señaló Gnacadja.
La CNULD, creada en 1997 para combatir la desertificación, es la única convención legalmente vinculante del mundo.