La dialéctica combativa entre Turquía e Israel alcanzó nuevas proporciones y llevó el deterioro de las relaciones entre los dos exaliados a nuevas profundidades.
No queda claro por ahora si las amenazas del primer ministro de Turquía, Recep Erdogan Tayyip, forman parte de una verdadera decisión táctica en el marco de una estrategia de su gobierno para expandir su influencia en Medio Oriente o es un mero golpe de efecto para consumo interno, en particular, y árabe, en general.
La crisis comenzó el viernes 2 de este mes tras la publicación del Informe Palmer de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que declaró legal el bloqueo naval israelí contra el territorio palestino de Gaza en el marco del derecho internacional.
Israel impuso el bloqueo en 2007 después de que Hamás (acrónimo árabe de Movimiento de Resistencia Islámica) se arrogara el control de Gaza por la fuerza expulsando a su rival Fatah, partido del presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmoud Abbas.
La reacción de Egipto ante ese hecho tampoco fue buena, cerró el cruce de Rafah, aunque en los últimos tiempos se habilitó la circulación de personas.
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Hamás, fundada en 1987 en Siria, es una organización escindida de la Hermandad Musulmana, un movimiento religioso y combativo egipcio. Es considerada una agrupación terrorista por Estados Unidos, la Unión Europea, Israel y otros países más.
Las relaciones entre el gobierno turco y el de Israel se enturbiaron a fines de mayo de 2010, cuando las Fuerzas de Defensa Israelí abordaron el barco de bandera turca Mavi Marmara, que formaba parte de la flotilla de paz que se disponía a romper el bloqueo naval y llevar ayuda humanitaria a Gaza.
El comando abrió fuego y mató a nueve ciudadanos turcos que se resistieron, según la versión de los hechos de Israel.
Turquía insiste en que Israel ofrezca disculpas, una indemnización por las víctimas y el fin del bloqueo. El estado judío ofreció expresar disculpas por la pérdida de vidas en un "percance operativo" y ofrecer un monto restringido a los familiares de las personas fallecidas.
La secretaria de Estado (canciller) de Estados Unidos, Hillary Rodham Clinton, trató de reconciliar las posiciones entre ambos países, pero la publicación del Informe Palmer llevó el malestar de Erdogan a un grado inesperado para Washington.
Las conclusiones de la comisión investigadora de la ONU sobre el incidente se iban a publicar a comienzos de este año, pero se demoró, primero a solicitud de Turquía, por las elecciones nacionales de junio, luego de Israel por el malestar interno debido a la falta de vivienda y al alza del costo de vida. Pero fue imposible para el foro mundial demorar más la divulgación de las conclusiones del estudio.
El Informe Palmer otorga legitimidad al bloqueo naval contra Gaza y reprende a las Fuerzas de Defensa Israelí por el excesivo uso de la fuerza contra civiles. Turquía rechazó la validez del veredicto y amenazó con llevar el asunto a la Corte Internacional de Justicia, aunque al parecer se refería a la Corte Penal Internacional (CPI).
Es posible que la amenaza lanzada la semana pasada por el presidente de Turquía, Abdullah Gul, en el canal Arab TV, refleje un deseo de Ankara, pero no tiene fundamentos legales, según especialistas internacionales de este país y de Washington.
La CPI no funciona como un tribunal regular ante el cual se realiza una demanda y se inicia un proceso, queda a discreción del fiscal determinar si se abre una investigación contra una parte basándose en información aportada por otra.
Uno de los requisitos es que la acusación sea por crímenes de guerra, contra la humanidad o genocidio. Además, es dudoso que la CPI pueda intervenir, pues Israel no ratificó el Estatuto de Roma, que la creó.
Funcionarios turcos se apresuraron a explicar que hubo un error en la traducción de la declaración y que Gul quiso decir Corte Internacional de Justicia, no CPI. Pero esa opción también supone problemas pues ni Turquía ni Israel aceptan la jurisdicción obligatoria del tribunal.
Tras la publicación del Informe Palmer, Turquía degradó las relaciones diplomáticas con Israel al nivel del vicecanciller. Ankara llamó a su embajador en Jerusalén el año pasado.
Erdogan anunció la semana pasada que se había suspendido el comercio entre ambos países, aunque luego se aclaró que fueron las compras militares. Israel es un importante proveedor de soluciones de defensa de Turquía.
Además, Ankara canceló todos los acuerdos de cooperación con las Fuerzas de Defensa Israelí, muchos de los cuales datan de los años 80.
El viernes de la semana pasada hubo otra escalada cuando Erdogan acusó a Israel de abusar de su potencia naval y anunció que la marina turca escoltaría todo convoy marítimo con bandera de Turquía que tratara de romper el bloqueo y llevar suministros humanitarios a los palestinos de Gaza.
También señaló que buques turcos transitarán de forma rutinaria por el este del mar Mediterráneo para garantizar la libre navegación en la región.
Más tarde funcionarios turcos aclararon el sentido de la declaración, entendida por diplomáticos y observadores extranjeros como un intento de Turquía de patrullar aguas internacionales, y explicaron que fue una traducción inexacta de la entrevista al primer ministro y sacada de contexto por las agencias de noticias.
Netanyahu y su ministro de Defensa, Ehud Barak, minimizaron los dichos turcos y optaron por una actitud más calma. El primer ministro israelí aseguró a sus ciudadanos que la marina israelí es un "largo y poderoso brazo" del país.
La mayor parte de los turcos parecen tomar distancia del diferendo. El comercio con Israel fue voluminoso en 2010, pese al incidente del Mavi Marmara, y ascendió a 2.700 millones de dólares. En cambio, el sector turístico, viajes y hotelería, sufrió el golpe pues decenas de miles de israelíes cambiaron Turquía por otros destinos.
Es poco probable que haya un conflicto armado entre Turquía e Israel pese a la retórica belicosa.
Los organizadores de la flotilla de paz de 2010 anunciaron el fin de semana pasado que no tiene previsto otra expedición humanitaria en el futuro cercano. Por supuesto que organizaciones palestinas pueden despachar barcos con bandera de Turquía rumbo a Gaza, en cuyo caso se pondrá a prueba la amenaza de Ankara.
Además, la Sexta Flota de la Armada de Estados Unidos, apostada en el mar Mediterráneo, con seguridad actuará de contención y evitará todo contacto directo entre buques turcos e israelíes.