Una huelga de maestros se evitó en Sierra Leona, donde los estudiantes volvieron a la escuela casi una semana después de la fecha oficialmente fijada para el inicio de clases.
El 14 de este mes, la escuela primaria D.T. Akibo Betts, ubicada en lo alto de una colina del centro de Freetown, estaba vacía. En sus aulas solamente se acumulaban los pequeños pupitres de madera.
Pero el día 20 los estudiantes volvieron a la escuela, luego de que gobierno y maestros discutieran todo el verano en torno a un prometido paquete de reforma salarial, que según el sindicato docente les deben hace tiempo.
El paquete, financiado por el Banco Mundial, la Unión Europea y el gobierno, prevé aumentar entre 50 y 100 por ciento los salarios del sector público en un quinquenio.
Los maestros se mostraron cautamente optimistas en relación al aumento.
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"A muchos maestros no les pagan desde hace tres años. Es necesario que esto se resuelva primero", dijo un profesor que pidió no ser nombrado.
"La pregunta es cuándo se entregará el paquete", planteó otro.
"El gobierno prometió mejorar para fin de mes nuestras condiciones laborales, lo que incluye los salarios", señaló Davidson Kuyadeh, del Sindicato de Maestros de Sierra Leona.
"Nosotros confiamos, pero necesitamos hechos concretos y seguiremos la situación de cerca", agregó.
El sindicato cree que un tope salarial del Fondo Monetario Internacional (FMI), que mantiene los salarios bajos e impide nuevos reclutamientos, obstaculiza el paquete prometido.
Sin embargo, el gobierno y el FMI son categóricos en cuanto a que no hay tal tope.
"¿Cómo puede el FMI dictar lo que gastamos en los maestros?", preguntó un alto funcionario del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología. Pero otra fuente admitió que esa cartera negocia con el Ministerio de Finanzas, que presupuesta los salarios del sector público tras las reuniones del FMI.
Esto es común, según Right to Education (derecho a la educación), una coalición de organizaciones no gubernamentales que sostienen que los topes salariales del FMI no dejan lugar a excepciones, incluso para países como Sierra Leona, que necesitan cierto margen para el gasto luego de episodios críticos como la guerra.
Toda una generación de niños no pudo ir a la escuela, en buena medida porque muchos lucharon en la guerra civil (1991-2002). Cuando ésta finalizó, 65 por ciento de las escuelas estaban destruidas y grandes cantidades de maestros habían abandonado el país.
La educación gratuita se introdujo entre 2001 y 2005, lo que más que duplicó la cantidad de estudiantes. La reconstrucción de posguerra aumentó la cantidad de escuelas, pasando de 1.800 a unas 7.000.
En la actualidad la asistencia escolar es de 69 por ciento, mientras que 73 por ciento del alumnado completa sus estudios. Aunque esto representa triunfos impactantes, todavía falta una educación de calidad universal, como admite el propio gobierno.
Mientras, con el aumento de los precios y la eliminación de las asignaciones rurales, el salario real se redujo, y la motivación de los maestros y la satisfacción laboral son escasas.
Maestros recién graduados se integran a las aulas pero no a la planilla de sueldos, lo que los vuelve "voluntarios". Algunos obtienen o complementan sus ingresos vendiendo alimentos y materiales didácticos a los niños.
Un tope perjudica la calidad, obstaculizando el logro del Objetivo de Desarrollo del Milenio relativo a la educación, dijo Joseph Cobinah, de la coalición Education For All (educación para todos).
Los ocho Objetivos del Milenio, definidos en 2000 por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), incluyen reducir a la mitad la proporción de personas que padecen pobreza y hambre (en relación a 1990) y garantizar la educación primaria universal, entre otros, con 2015 como fecha límite.
"Los maestros solamente pueden contratarse para reemplazar a los que se van. No se permiten nuevos reclutamientos y hay una enorme escasez de personal", enfatizó Cobinah.
Sin embargo, el delegado residente del FMI en Sierra Leona, Francis Kumah, dijo que como entidad de macroeconomistas el FMI tiene poca influencia en las asignaciones presupuestarias a los distintos ministerios.
"Históricamente, el FMI tiene un techo salarial, pero eso cambió", y la tarea de distribución recae sobre el gobierno, como ocurre en el caso de los maestros, explicó.
"Tenemos puntos de vista claros sobre qué es posible en base a ingresos, inflación y gastos. Queremos aumentos sostenibles en el gasto social y apoyamos el paquete de reformas salariales", añadió.
Según Thomas Johnny, de ActionAid, "la macroeconomía del FMI es perjudicial en el nivel micro".
"Nuestros maestros se van: entre 80 y 90 por ciento de quienes trabajan como maestros en Gambia son de Sierra Leona", señaló.
Vijay Pillai, del Banco Mundial, dijo que es necesario aumentar los ingresos. "Si el gobierno se libra de las concesiones impositivas, puede aumentar alrededor de 50 por ciento lo que gana por concepto de gravámenes", sostuvo.
También "tenemos que ver el paquete salarial en el contexto más amplio de la calidad educativa. Entre 50 y 60 por ciento de los maestros no están calificados o no tienen formación. El paquete está vinculado al desempeño", señaló Pillai.