Nepal sigue siendo una de las principales fuentes de esclavitud sexual de Asia a pesar de las intensas campañas de la sociedad civil, que ganan incluso reconocimiento internacional.
"Recolectamos firmas de 10.000 personalidades para instar al gobierno a que adoptara medidas más firmes contra el tráfico" de personas, dijo Benumaya Gurung, coordinadora de programas en la Alianza Contra el Tráfico de Mujeres y Niños en Nepal, una red de 27 organizaciones de derechos humanos.
"Queríamos entregárselas al Ministerio para las Mujeres, la Infancia y el Bienestar Social. Lamentablemente, no existe tal Ministerio", añadió.
Desde 2002 ha habido nueve gobiernos de corta vida en Nepal, que no han logrado encarar el problema. El décimo, que asumió el mes pasado, todavía no ha designado a los integrantes del Ministerio, y las medidas anunciadas este mes no incluyen el problema del tráfico de personas para el comercio sexual.
Quizás el fracaso reside en la ausencia de un estudio definitivo sobre cuántas personas son traficadas al año.
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"El estudio más frecuentemente citado fue auspiciado por la Organización Internacional del Trabajo en 2001", señaló Hari Paudel, portavoz del Ministerio. "Estima en unas 12.000 las niñas nepalesas víctimas del tráfico anual a India para ser prostituidas", añadió.
"La única información del gobierno es del censo de 2001, que enumera a 83.000 personas desaparecidas. De éstas, 36.000 eran mujeres. Sin embargo, la información es insuficiente, ya que no todas las personas desaparecidas han sido víctimas del tráfico", indicó.
El número denunciado por la policía, principal fuente de información para el Estado, es demasiado bajo, de menos de 200 casos al año.
"Las personas se resisten a reportar los incidentes de tráfico", dijo Paudel. "Hemos pasado por aldeas donde no hay mujeres. Los aldeanos dicen que sus mujeres se han ido a India en busca de trabajo y que volverán".
El onceavo Informe Anual de Tráfico de Personas, divulgado por Estados Unidos este año, muestra brechas en las leyes nepalesas, aun cuando incluyen duras penas, de entre 10 y 20 años de prisión.
"Los perpetradores tienen conexiones políticas y gozan de impunidad", concluyó el informe. "No hubo investigaciones ni condenas de funcionarios de gobierno por su complicidad en el tráfico durante el periodo del informe".
Como la sociedad estigmatiza a los sobrevivientes, su rehabilitación es dolorosa y difícil.
Un ejemplo clásico es el de Charimaya Tamang, quien recibió este año el premio del gobierno estadounidense al "Acto heroico contra la esclavitud moderna". Fue secuestrada en el distrito Sindhupalchowk cuando tenía 16 años y vendida más tarde a un burdel en la occidental ciudad india de Mumbai en 1994.
Durante 22 meses, fue golpeada, violada y quemada con cigarrillos en la zona roja de Kamathipura. En 1996, Charimaya y cientos de otras prisioneras fueron rescatadas en una de las mayores redadas policiales hechas en los burdeles de Mumbai.
Charimaya dijo que su aldea la condenó al ostracismo. Pero ella sola demandó a ocho aldeanos que la habían vendido, convirtiéndose en la primera sobreviviente en llevar a cabo una acción legal. En 1997, la Corte de Sindhupalchowk condenó a todos los acusados.
Sunita Danuwar, de Udaypur, en el oriente de Nepal, fue vendida al mismo burdel cuando tenía 15 años, pero luego también fue rescatada.
"Había cerca de 200 niñas de Nepal", dijo Danuwar. "Muchas tenían 12 o 13 años. Una murió de sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) en un hogar para menores. Eso me decidió a hacer algo cuando volviera a casa".
En 2000, Charimaya, Sunita y otras 14 sobrevivientes fundaron "Shakti Samuha", organización no gubernamental contra el tráfico de personas. Hoy administran hogares de atención a sobrevivientes y realizan campañas de toma de consciencia e intervención en 10 de los distritos más vulnerables de Nepal.
Este año, Charimaya, ahora con 34 años, viajó a Washington para recibir el premio de manos de la secretaria de Estado (canciller) de Estados Unidos, Hillary Rodham Clinton.
El trabajo de otra activista, Anuradha Koirala, una ex maestra de 62 años cuya organización no gubernamental, Maiti Nepal, rescata y rehabilita a sobrevivientes del tráfico de personas, también recibió una gran atención este año cuando la actriz de cine estadounidense Demi Moore visitó Nepal para hacer un documental para la cadena CNN.
El documental, titulado "Nepals stolen children" ("Los hijos robados del Nepal"), reúne historias de algunas de las niñas rescatadas por la organización de Koirala.
Gracias a estas campañas, las actitudes sociales están cambiando hacia los sobrevivientes.
"En 1996, hubo una fuerte resistencia cuando las víctimas de Kamathipura regresaban a casa", recordó Benumaya. "El temor público era que propagarían el sida y contaminarían a la sociedad. Algunas incluso pedían que fueran quemadas vivas".
En 2000, la Organización de las Naciones Unidas adoptó la Convención contra el Crimen Organizado Trasnacional, que incluye al tráfico sexual. Está apoyado por tres protocolos, uno de los cuales, que castiga la trata de personas, en especial de mujeres, niños y niñas, es la herramienta fundamental de las campañas de la sociedad civil. Aunque Nepal firmó la Convención en 2002, todavía no ha ratificado el protocolo.
Los activistas también quieren que los legisladores garanticen educación, empleos, atención médica y derecho a ciudadanía para los sobrevivientes en la nueva Constitución que están redactando.
"Muchas de las víctimas fueron vendidas como menores y no tenían certificado de ciudadanía", dijo Benumaya. "Cuando regresaron, algunas tenían hijos. Tanto las madres como los hijos carecen de ciudadanía".