Cada vez más israelíes parecen darse cuenta de que la única política que causa mala suerte es la mala política. De la noche a la mañana, el primer ministro Benjamín Netanyahu se ha visto cercado desde dentro y fuera.
La alianza estratégica israelí con Turquía está al borde del divorcio, y otra, con Egipto, atraviesa duras pruebas, todo en medio de una iniciativa para que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) reconozca a Palestina como estado independiente.
Mientras, el fin de semana pasado, en lo que fue la mayor manifestación en la historia del país, cerca de medio millón de israelíes salieron a las calles con pancartas que rezaban "Netanyahu, estás despedido".
El presidente del Sindicato de Estudiantes, Yitzik Shmuli, se refirió directamente al primer ministro en su discurso: "Los nuevos israelíes tienen un sueño: construir sus vidas dentro de Israel. Pero esperan que usted les deje vivir honorablemente".
El honor, el orgullo patriótico y las aspiraciones nacionales son arenas movedizas que el primer ministro ha atravesado estos días.
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Su constante rechazo a una demanda de Turquía otrora aliado estratégico de Israel en el mundo musulmánde ofrecer una "disculpa" por el ataque el año pasado a la flotilla humanitaria que se dirigía al cercado territorio de Gaza —en el que murieron nueve activistas turcos—, hundió toda posibilidad de reconciliación.
El fin de semana, Turquía anunció una serie de medidas punitivas, incluyendo la expulsión del embajador de Israel en Ankara, la degradación del estatus de la representación diplomática israelí, la suspensión de todos los acuerdos militares y una promesa de apoyar las demandas legales de las familias de las víctimas del ataque.
El gobierno turco también expresó su intención de apelar ante la Corte Internacional de Justicia contra la legalidad del bloqueo a Gaza e iniciar un debate en la ONU sobre el tema. Además, el primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan visitaría la franja.
Más aún: el periódico Hurriyet informó que barcos de guerra turcos escoltarían a embarcaciones humanitarias que se dirigieran Gaza.
Netanyahu respondió que los comandos que abordaron la flotilla actuaron en "defensa propia", y señaló que un pedido de disculpas equivaldría a erosionar la postura estratégica de Israel en un momento de inestabilidad regional. La compensación económica a las familias y una expresión de "pesar" han de bastar, sostuvo.
La crisis culminó dos días antes de la "marcha del medio millón". Pospuesta varias veces su divulgación para permitir que estos dos países "amigos" encontraran la forma de dejar a un lado su orgullo y enmendar las relaciones, el estudio de un comité de la ONU sobre el ataque a la flotilla terminó "filtrándose" al diario estadounidense The New York Times, aunque su contenido se sabía ya de antemano.
El comité concluyó que los comandos israelíes habían intentado frustrar los intentos de la "Flotilla de la Paz" de romper el bloqueo naval contra Gaza y "encontraron una resistencia organizada y violenta de un grupo de pasajeros". Por tanto, usaron la fuerza para su propia protección, aunque en forma "excesiva e irracional". También señaló que el bloqueo a la franja era "legal".
En tanto, Netanyahu instruyó hace dos semanas a su ministro de Defensa y principal soporte en el gobierno, Ehud Barak, a que pidiera disculpas por el asesinato involuntario de cinco soldados egipcios por parte e uniformados israelíes que perseguían a guerrillas gazatíes.
Los combatientes palestinos se habían infiltrado en el desierto de Sinaí y habían matado a ocho israelíes. El incidente motivó demandas en Egipto para que se expulsara al representante israelí en El Cairo.
El periódico egipcio Al-Masry Al-Youm elogió la expulsión del embajador israelí de Ankara, señalando: "Lecciones que Turquía dio a Egipto".
La advertencia del canciller turco, Ahmet Davutoglu, de que "la Primavera Árabe generaría una significativa enemistad contra Israel si (este país) no cambiaba su actitud" no cayó en oídos sordos.
Las últimas medidas de Turquía agravaron una ya aguda ansiedad entre los israelíes por la futura estabilidad regional, particularmente en relación con Egipto y Siria.
Netanyahu es consciente de que la Primavera Árabe puede volverse contra Israel. El 20 de este mes, el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmoud Abbas, presentará en forma unilateral una propuesta en la ONU para que se reconozca al estado palestino. La votación será en octubre.
El 29 de noviembre de 1947, otra votación en la ONU llevó a la creación unilateral (seis meses después) de Israel. Entonces, miles y miles de "nuevos israelíes" salieron espontáneamente a las calles a celebrar.
La prudencia de Netanyahu está siendo interpretada por sus compatriotas como pasividad, incluso parálisis. Al primer ministro le gusta presentarse como la antítesis de su predecesor, Ehud Olmert (2006-2009), quien libró dos guerras, una contra el Hezbolá (Partido de Dios) en Líbano (2006), y la otra contra Hamás (acrónimo árabe de Movimiento de Resistencia Islámica) en Gaza (2008-2009).
Netanyahu ha rechazado tajantemente una plena incursión a territorio gazatí en esta etapa delicada.
No obstante, conforme se acerca la votación en la ONU, los israelíes pierden confianza en la capacidad de su líder para evitar una guerra. ¿Qué hará cuando los palestinos celebren su propia independencia, en medio de una ocupación cada vez más saturada con nuevas colonias judías y que sofoca la llamada solución de los dos estados?
Ya estamos en septiembre. La sensación que prevalece entre los israelíes es que, lenta pero firmemente, se avecinan días oscuros. El ejército se prepara para lo peor.