Las malas cosechas, atribuidas a las consecuencias del cambio climático, llevaron a muchas agricultoras de Nepal a descartar especies híbridas importadas y a gestionar variedades locales más resistentes que almacenan en bancos de semillas.
"Tuve una mala cosecha hace dos años", relató Shobha Devkota, de 32 años, originaria de la aldea de Jibjibe, ubicada en el accidentado distrito de Rasuwa en el centro de Nepal.
La zona forma parte del Parque Nacional Langtang, área protegida que incluye otros dos distritos, Nuwakot y Sindhupalchowk. "Una plaga atacó el maíz, que se secó, y el suelo se secó. Me costó mucho alimentar a mis tres hijas y mandarlas a la escuela", añadió.
Desde su matrimonio, hace 17 años, Shobha compartió el trabajo de la tierra con su esposo, Ram Krishna. Pero desde que se fue a trabajar como guardia de seguridad a Dubai hace cuatro años, toda la responsabilidad recayó sobre ella.
Shoba nunca fue a la escuela y apenas garabatea su nombre, pero ella y otras mujeres de la aldea, con historias parecidas a la suya, conocen muy bien el impacto del cambio climático y las consecuencias negativas sobre sus vidas.
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"Las temperaturas diarias aumentan, las lluvias son irregulares y hay frecuentes granizadas y derrumbamientos de terreno", explicó.
El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) de Nepal solicitó un estudio sobre el impacto del cambio climático en Rasuwa en 2007, cuando creó el Parque Nacional Langtang y el Proyecto de Apoyo a la Zona de Contención para conservar la biodiversidad y mejorar el sustento de las comunidades mediante una gestión integrada de la tierra, el bosque y los recursos hídricos.
La investigación, realizada por la Sociedad de Identificación y Gestión de Recursos de Nepal, incluyó entrevistas a los pobladores de la zona y análisis de datos de 1978 a 2007. El estudio concluyó que hubo un aumento de las temperaturas estivales y en la época del monzón, en cambio el invierno era cada vez más frío.
La consecuencia más grave para la agricultura es que las precipitaciones anuales disminuyeron en promedio casi un milímetro al año.
Los frecuentes deslizamientos de terreno son atribuidos a cambios meteorológicos como sequías, granizadas y tormentas. Además hubo abundantes brotes de enfermedades como ictericia, tifoidea y diarrea. La agricultura, pilar del distrito, acusó el impacto de la pérdida de tierras cultivables por los desprendimientos de terreno, las plagas y las enfermedades que afectaron las cosechas.
Al ser consultadas por WWF sobre cómo proteger los cultivos y el agua, las mujeres respondieron que las semillas autóctonas que usaban antes se adaptaban mejor a los cambios.
"Las semillas que usábamos podían resistir tanto el exceso de lluvia como la sequía", señaló Chandrakumari Paneru, de la aldea de Bhorle. La mujer de 27 años tiene un título universitario en una localidad donde la mayoría de la población apenas puede escribir su nombre.
"Tuvimos que empezar a usar semillas híbridas importadas de India porque las reservas locales disminuían. La cosecha fue buena el primer año, pero al siguiente resultaron estériles, lo que las obligó a emplear más fertilizantes químicos y el suelo se hizo estaba más seco y aumentaron las enfermedades", relató.
Paneru también pertenece a la Cooperativa de Mujeres Mahalaxmi de Ahorro y Crédito. Al no haber bancos en la localidad, la organización reúne pequeñas sumas de dinero de sus alrededor de 200 miembros para contar con un fondo de reserva.
"Al tener nuestra propia cooperativa sentimos que podíamos hacer algo más", señaló Paneru. "Entonces pedimos a WWF-Nepal que nos ayudará a crear un banco de semillas", añadió.
Con Ambika Poudel, otra integrante de la cooperativa, Paneru visitó en 2010 bancos de semillas en los distritos occidentales de Bardiya y Kailali para conocer su funcionamiento.
Entusiasmadas por el de Masuria, en el distrito de Kailali y también gestionado por mujeres, crearon el Banco de Semillas de la Comunidad de Bhorle, el primero en Rasuwa. Para ello contaron con el equivalente a 48.500 dólares proporcionados por WWF-Nepal.
El banco, que funciona en una habitación de una vivienda de una planta, tiene 68 variedades de semillas: arroz, maíz y mijo y verduras como tomates, chile verde, coliflor y repollo. La administración de la cooperativa funciona en una sala contigua.
Las integrantes del banco pueden tomar prestado de uno a dos kilogramos de semillas y luego, a los seis meses, devolver el doble.
El banco de semillas participó este año en una feria de la biodiversidad y contribuyó a difundir la idea de que las especies locales ofrecen más garantías contra los cambios meteorológicos.
El gobierno central comenzó a seguir su ejemplo. El Ministerio de Agricultura creó bancos de semillas comunitarios en tres distritos, Sindhuli, Sindhupalchowk y Dadeldhura.
"La cosecha de dos distritos del sur del país, Bara y Parsa, fue muy mala en la temporada 2009-2010, 30 por ciento de las semillas eran importadas de India", señaló Dilaram Bhandari, jefe de control de calidad del Ministerio de Agricultura.
"Se crearon bancos de semillas para fomentar el reemplazo por especies locales de calidad así como para preservar la biodiversidad", explicó Bhandari.
Las mujeres representan más de 50 por ciento de los casi 29 millones de habitantes de Nepal, pero en muchos distritos aumenta la proporción porque los hombres emigran en busca de trabajo, indicó Bhandari.
La política estatal pretende que las mujeres representen 22 por ciento de los miembros de los bancos de semillas y cooperativas que gestiona.
"Elegimos Rasuwa porque es muy vulnerable al cambio climático por estar en la montaña y en un distrito pobre", indicó Moon Shrestha, responsable de adaptación al cambio climático de WWF-Nepal. "También tuvimos que tomar en cuenta la capacidad de la comunidad para ajustarse a otro tipo de cambios", apuntó.
"El Banco Comunitario de Semillas de Bhorle no es sólo un proyecto piloto, sino también un sitio de prueba", añadió.