El desarrollo de una de las regiones semiáridas de Brasil, el Agreste del nororiental estado de Pernambuco, podría arrancar con la construcción de canales para conducir aguas desviadas del río São Francisco.
Aunque el polémico trasvase del río es una idea que se arrastra desde el siglo XIX para garantizar agua en el seco Nordeste y que sólo recientemente fue aprobada, uno de sus proyectos asociados, la Adutora do Agreste (Aductor del Agreste) ya está en marcha, y el final de las obras se prevé para 2015.
"Pernambuco es un estado de extremos: vivimos entre sequías y desbordamientos. Tenemos una zona de bosque donde llueve mucho, a veces 2.000 milímetros al año, y tenemos el Agreste y el 'sertão' (gran desierto), característicos del semiárido", dijo a IPS el ingeniero José Almir Cirilo, secretario estadual de Recursos Hídricos.
El Agreste, que ocupa una extensa faja de varios estados del Nordeste, es un ecosistema de transición entre el bosque atlántico y el sertão, y registra entre 400 y 600 milímetros de lluvia por año. La realidad del abastecimiento de agua allí es "muy sufrida", dijo Cirilo. Casi 80 por ciento de Pernambuco tiene condiciones de aridez.
Adutora do Agreste, de la Compañía Pernambucana de Saneamiento (Compesa), es promovida en el marco del XIV Congreso Mundial del Agua, que se celebra desde el 25 hasta el 29 de este mes en Porto de Galinhas, una bella playa de Pernambuco sobre el océano Atlántico.
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El encuentro es organizado por la Asociación Internacional de Recursos Hídricos (IWRA), una red sin fines de lucro que se dedica a promover el debate sobre la administración y el manejo del agua, y el gobierno estadual.
El Agreste no tiene agua subterránea, los suelos de rocas cristalinas impiden el paso del agua y la dejan con mucha carga de sales.
Sólo en la porción pernambucana viven tres millones de personas. El problema del suministro en sus 71 ciudades y centros poblados no es solo la escasez, sino la gran concentración de sales en los reservorios.
"El Agreste es una de las regiones semiáridas más populosas del mundo, y mucha gente vive en un sitio con condiciones climáticas y de suelo adversas", dijo Cirilo.
Sin embargo, la región se destaca por su potencial de desarrollo en servicios comerciales y por su polo de confección de vestimenta.
Pero el arranque esperado desde hace décadas depende de la provisión suficiente de agua para atender las necesidades de esta población.
Aunque criticada, la transposición del río São Francisco es señalada como la solución para el Agreste de Pernambuco por sus defensores.
La obra completa, con un costo estimado de 4.080 millones de dólares, consiste en dos canalizaciones principales, el eje norte y el eje este, que abastecerán pequeños ríos y azudes que suelen secarse en los estados de Ceará, Rio Grande do Norte, Paraíba y Pernambuco.
Se trata de una enorme intervención en la naturaleza, con 518 kilómetros de canales, más 42 acueductos, cinco túneles, 30 represas y nueve estaciones para bombear agua a centenares de metros de altura. En total son 713 kilómetros de canalizaciones en sus dos ejes.
"Cuando la transposición del São Francisco empezó a discutirse en 1996, estuvimos en contra porque la concepción del proyecto era transferir agua hacia estados vecinos y en nada beneficiaba a Pernambuco, el de peor déficit hídrico de Brasil", explicó el ingeniero civil Cirilo.
"Nuestra propuesta era desarrollar el transporte de agua en aductores o canales", argumentó Cirilo.
El trasvase "es un retroceso" respecto de la "convivencia con la región árida" que se reconoce hoy como camino para una solución efectiva de los problemas sociales del Nordeste, definió Alba Cavalcanti, coordinadora adjunta de un programa de recolección de lluvia para riego hortícola de la Articulación del Semiárido Brasileño, una red de más de 700 organizaciones sociales que actúa sobre todo en zonas rurales.
El índice de seguridad hídrica de una región que le permite un desarrollo adecuado es de al menos 1.500 metros cúbicos de agua por habitante. Pernambuco dispone de una reserva de 1.300 metros cúbicos por habitante, y el Agreste está aun peor: sus reservas son de no más de 800 metros cúbicos por persona.
Con un costo de unos 1.243 millones de dólares, la Adutora do Agreste es la más ambiciosa obra hídrica de Pernambuco: se plantea como uno de los mayores sistemas integrados del mundo con capacidad para universalizar el abastecimiento de 68 núcleos urbanos, en los que viven hoy 1,2 millones de personas, y beneficiar a otras 80 localidades y zonas rurales.
El sistema tendrá una estación de tratamiento de agua con capacidad para cuatro mil litros por segundo, y aumentará la oferta de agua en más de 100 por ciento.
El canal está proyectado para atender a cerca de dos millones de personas en los próximos 30 años. Se alimentará de la represa del río Ipojuca, que se construirá para recibir y almacenar el agua trasvasada del São Francisco, un río que corre de sur a norte pasando por cinco estados y forma parte del límite sudoccidental de Pernambuco y divide Sergipe y Alagoas antes de desembocar en el Atlántico.
"El Agreste está creciendo, y la dificultad de agua puede inhibirlo y limitarlo", dijo a IPS la ingeniera Cláudia Ribeiro, gestora de estudios y proyectos de agua de Compesa.
La Adutora do Agreste empezó a proyectarse en 2007 con un informe técnico preliminar. Luego se contrató el proyecto básico de ingeniería que ya está en fase de conclusión.
La primera etapa terminará este año y las obras deben empezar a inicios de 2012. El plazo total es abril de 2015: para entonces todos los municipios tendrán acceso permanente al agua.
Pero "queremos atender parte de los municipios en 2013 pues el proyecto se hará por etapas", dijo Cirilo.
Proyecciones de la Universidad Federal de Pernambuco plantean que cuando las ciudades tienen un abastecimiento regular de agua, las condiciones de vida y los indicadores de salud mejoran. Cada real (54 centavos de dólar) que se invierte en saneamiento básico equivale a cuatro reales (2,16 dólares) que se ahorran en atención de salud pública.
La apariencia del Agreste pernambucano va a cambiar, indicó Cirilo, en referencia a la infraestructura hídrica y al ferrocarril Transnordestino, en construcción, que serán factores que integrarán a la población.
"Las perspectivas de desarrollo van a mejorar. El ferrocarril, el agua con proyectos de irrigación y la interiorización del desarrollo, todo eso promoverá un cambio en ese escenario. La realidad ya está cambiando", insistió.