Frente a los crecientes llamados en el Congreso legislativo de Estados Unidos para promover un «cambio de régimen» en Siria, la administración de Barack Obama endurece su discurso contra el gobierno del presidente Bashar Al Assad.
"No queremos verlo que permanezca en Siria sólo por causa de la estabilidad. Por el contrario, yo pienso que está causando la inestabilidad", dijo a periodistas el miércoles el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney.
"Y creemos, francamente, que es acertado decir que Siria sería un lugar mejor sin el presidente Assad", añadió.
Fue la declaración más cercana de Washington a un llamado a la renuncia del líder sirio.
Pero el hecho de que la administración de Obama todavía no haya pedido explícitamente la salida de Al Assad, como hizo con el expresidente egipcio Hosni Mubarak y lo sigue haciendo con el líder libio Muammar Gadafi, claramente frustra a los neoconservadores y a otros "halcones" (ala más belicista) en el Congreso, que están a favor de medidas más severas contra el régimen.
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"Estados Unidos debería imponer sanciones paralizantes en respuesta el asesinato de civiles por parte de soldados bajo las órdenes del presidente Assad", dijo el congresista Mark Kirk, del opositor Partido Republicano.
Kirk fue uno de los tres senadores que el martes presentaron un proyecto de ley para exigir a Obama que impida negocios de empresas estadounidenses y de otros países con el sector energético sirio.
"La Primavera Árabe barrerá con esta dictadura, ojalá con la ayuda de sanciones estadounidenses similares a las que se adoptaron contra el régimen iraní", añadió.
Pero analistas independientes sugieren cautela, particularmente en lo referente a las sanciones como las propuestas por Kirk y sus colegas, pues podrían afectar a la población siria más que a su gobierno.
"Más allá de condenar el asesinato de civiles por parte del régimen, Estados Unidos debería mantenerse lo más lejos posible de la situación siria", opinó Bassam Haddad, experto en la región del Levante mediterráneo para la Universidad George Mason.
"Incluso en su retórica de los últimos días, la administración ingresó en un territorio peligroso que podría de hecho fortalecer la posición del régimen" de Al Assad, alertó.
El debate sobre la política de Estados Unidos con Damasco se ha intensificado desde el fin de semana pasado, cuando las fuerzas de Al Assad avanzaron hacia Hama, la cuarta ciudad más grande de Siria, escenario de una brutal represión durante un levantamiento popular en 1982 que dejó al menos 10.000 muertos en vísperas del mes sagrado musulmán de Ramadán.
Más de 150 personas habrían fallecido en Hama en los últimos días, quizás en la más sangrienta represión a opositores desde que comenzaron las protestas hace cinco meses. Por lo menos 1.700 sirios han muerto desde marzo, según grupos de derechos humanos.
En respuesta al último derramamiento de sangre, Obama dio el domingo sus más duras declaraciones hasta la fecha, afirmando estar "consternado" por el uso de la "violencia y la brutalidad" del régimen sirio, y señalando que los reportes que llegaban de Hama eran "horrendos".
"A través de sus propias acciones, Bashar Al Assad está asegurando que él y su régimen queden en el pasado", dijo Obama, prometiendo incrementar la presión contra Damasco y "trabajar con otros en el mundo para aislar al gobierno de Assad y estar del lado del pueblo sirio".
Mientras, la secretaria de Estado (canciller), Hillary Rodham Clinton, se reunió el martes con activistas sirio-estadounidenses en una muestra de apoyo a la oposición en el país árabe que, sin embargo, sigue careciendo de cohesión y de líderes.
Al mismo tiempo, el embajador estadounidense en Siria, Robert Ford, que enfureció a Damasco cuando visitó Hama en solidaridad con los manifestantes hace dos semanas, dijo al Senado de su país que el régimen de Al Assad "no estaba dispuesto o era incapaz de liderar la transición democrática que demanda el pueblo sirio".
A la luz de la violencia en Hama, Washington y sus aliados europeos también renovaron la presión esta semana, promoviendo una resolución del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas denunciando los métodos del régimen sirio. Sin embargo, fue resistida por China y Rusia, entre otros países.
Los esfuerzos culminaron el miércoles, cuando se acordó una declaración del presidente del Consejo, condenando "las propagadas violaciones a los derechos humanos y el uso de la fuerza contra civiles por parte de las autoridades sirias".
Mientras, funcionarios estadounidenses, incluyendo a Clinton y a Ford, anunciaron que se preparaban nuevas sanciones coordinadas con la Unión Europea, y que serían anunciadas pronto.
Sin embargo, no está claro si éstas consistirán, como en el pasado, en medidas contra individuos específicos del entorno de Al Assad o en disposiciones generales destinadas a afectar toda la economía siria.
En su testimonio el martes, Ford destacó que las sanciones existentes estaban logrando un impacto, en particular en los miembros de la comunidad empresarial, y alertó contra medidas más amplias que pudieran dañar seriamente la economía.
Pero ése mensaje como la insistencia de Ford en permanecer en Damasco es algo que los halcones, incluyendo a Kirk, no quieren escuchar.
Estos piden "sanciones drásticas" en particular contra las ventas de petróleo crudo sirias, que representan cerca de un tercio de los ingresos de exportación de ese país—, pues consideran que el colapso de la ya tambaleante economía precipitaría el final del régimen.
"Suena como una repetición de lo de Iraq", dijo a IPS el experto en temas sirios Joshua Landis, de la Universidad de Oklahoma.
"El problema es que Occidente está convencido de que el régimen (sirio) se encuentra a sus pies, y realmente no sabemos si es así", señaló. "El régimen es fuerte. No ha gobernado Siria por 40 años para ser simplemente derrocado por manifestaciones pacíficas. Y aunque ha habido deserciones, nada hasta ahora presenta una real amenaza. Va a ser una lucha larga y brutal".
* El blog de Jim Lobe sobre política exterior puede leerse en http://www.lobelog.com.