Es una mañana soleada en Gaza. Aunque es un día laboral, la playa de Sheik Rajleen está llena de gente, y tres guardavidas se mantienen alerta. Desde una simple choza de madera, vigilan y exhortan a los bañistas a trasladarse a aguas más seguras.
"Sé nadar desde que aprendí a caminar", dijo uno de ellos, Ahmed el Basha, de 42 años.
"Soy pescador, mi padre es pescador y mi abuelo era pescador. La mayoría de los socorristas en Gaza somos de familias de pescadores, por lo cual sabemos nadar bien. Pero también tomamos cursos de entrenamiento en primeros auxilios y en rescate marino de la Defensa Civil", añadió.
En la franja de Gaza, bajo un bloqueo israelí desde inicios de 2006 —luego de que Hamás (acrónimo árabe de Movimiento de Resistencia Islámica) triunfara en las elecciones locales—, el mar es una de las pocas opciones que tienen los habitantes para recrearse y relajarse.
Las playas son también un lugar donde los gazatíes pueden refrescarse en el verano, cuando la franja sufre periódicos cortes de electricidad.
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"La mayoría de las personas no han tenido la oportunidad de tomar clases de natación aquí. Si tuvieran dinero, podrían aprender, pero la mayoría no tienen dinero si quiera para alimentar a sus familias, mucho menos para tomar lecciones", dijo Basha.
Esa es la principal causa de accidentes en las costas de Gaza, dijo otro guardavidas, Abu Assam Masharawi.
"Cuando vemos personas que obviamente no saben nadar, las llamamos a la orilla. Nadie se ha ahogado este año en las horas en que hay socorristas", afirmó.
Sin embargo, hubo al menos tres víctimas en las aguas de la franja de Gaza este año.
"El peligro está en bañarse más tarde. Algunas personas prefieren nadar a la noche, como las mujeres que se reúnen para meterse al agua cuando los hombres no están, o las personas que nadan después del trabajo", dijo Masharawi
"Les decimos que no naden luego de los horarios de los guardavidas, pero no todos escuchan", dijo Abu Nidal, de 44 años, otro socorrista.
"Anoche, después de las nueve, cuando los guardavidas ya no trabajaban, un hombre se alejó demasiado. No sabía nadar y se ahogó", contó.
Pero, además de la falta de conciencia de la población, los mayores obstáculos de los socorristas gazatíes están relacionados con el bloqueo israelí.
"Soy un buzo entrenado", dijo Masharawi. "Pero no tenemos tanques de oxígeno. Están prohibidos por los israelíes por razones de seguridad, según los acuerdos de Oslo. Tampoco tenemos equipos de rescate, pero diseñé algunos en base a uno que me trajo un amigo estadounidense. Ahora por lo menos tenemos esos botes de rescate básicos".
Como cada aspecto de la vida diaria en la franja, los regulares cortes de energía afectan el trabajo de los guardavidas.
"Nuestros megáfonos no funcionan cuando hay cortes de luz, y no podemos gritar suficientemente alto para alertarle a los bañeros que regresen si vemos que están en peligro", dijo, mientras otro socorrista sonaba su silbato y hacía señas a nadadores para que se alejaran de las grandes olas.
Los guardavidas solo pudieron obtener los micrófonos para los megáfonos a través de los túneles por los que se pueden ingresar productos desde Egipto, aunque a un precio más alto.
"El micrófono normalmente cuesta 500 shekels (180 dólares), pero debido a que lo tuvimos que traer por los túneles, pagamos 1.300 shekels", dijo Abu Nidal.
"No tenemos motocicletas acuáticas, que nos permitirían alcanzar rápidamente a las personas en peligro. Se nos prohíbe tener esos vehículos por los acuerdos de Oslo", dijo Masharawi.
"Tenemos un bote a motor, pero solo contamos con suficiente combustible para usarlo los viernes, cuando la playa está más llena", indicó. "De todas formas, un bote para tres kilómetros no es suficiente. Si necesitamos alcanzar a una víctima a dos kilómetros de donde está el bote, probablemente no tendríamos tiempo suficiente".
También hay problemas de financiamiento y de falta de guardavidas, añadió. Aunque se refería en concreto a la municipalidad de Sheik Rajleen, los comentarios de Masharawi se aplican a los diferentes distritos a lo largo de la costa, todos los cuales afrontan similares limitaciones debido al bloqueo.
"En la playa de Sheik Rajleen, de unos tres kilómetros, hay 10 estaciones de socorristas, lo cual es un buen número", explicó. "Pero no tenemos suficientes guardavidas en cada estación. Necesitamos más apoyo, financiamiento y capacitación, que se ha perdido bajo el bloqueo a Gaza".
"Muchos de nuestros guardavidas son honorarios", destacó Masharawi, él mismo un voluntario.
Pero a pesar de todas estas dificultades, los socorristas aman su trabajo.
"Una vez salvé a cuatro personas que habían nadado muy lejos. Entonces me di cuenta de que una quinta se había hundido. Gracias a Dios, pude sacarla y ponerla a salvo", contó Masharawi.
"Es un trabajo para nuestra comunidad y para Dios. Lo amo y siento que es mi deber. El mar es uno de los pocos lugares en los que el pueblo de Gaza puede relajarse. Tiene que ser un lugar seguro", añadió.