Mucho después de la puesta de sol, Angelina Jossefa sigue sacando maleza del terreno que tiene a las afueras de la capital mozambiqueña. La mayoría de las lechugas, las zanahorias y las remolachas se murieron en invierno, lo que la obligó a trabajar mucho más para alimentar a sus tres hijos.
"Este año fue duro por el frío", explicó Jossefa, madre soltera. "Estuvo muy frío", remarcó, mientras arrancaba algunas lechugas.
Mozambique suele caracterizarse por el calor y las inundaciones, pero este año, las comparativamente escasas lluvias y el crudo invierno dificultaron la vida de agricultores de susbsitencia, 80 por ciento de la población de este país.
"No hubo más días fríos, pero las temperaturas mínimas fueron las más bajas en 50 años", indicó Sergio Buque, especialista en clima del Instituto Nacional de Meteorología.
La temperatura más baja, 7,4 grados, fue registrada en 1958. En junio de este año, el termómetro marcó 5,1 grados.
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"Es una nueva marca", señaló Buque. Además, las precipitaciones en esta temporada de lluvia fueron extremadamente bajas, pese a los pronósticos que señalaron que estarían por encima del promedio.
"La estación de lluvias no es más normal", señaló Dulce Chilundo, director del Centro Nacional de Operaciones de Emergencia de Mozambique. "Es el recalentamiento global", apuntó.
Este país sufrió en 2000 inundaciones devastadoras. La temporada de lluvia suele extenderse de octubre a febrero, pero este año no cayó mucha agua.
"No comenzó en octubre. Luego en noviembre llovió mucho y después nada", relató Chilundo.
"Hace años llovía dos o tres veces al mes. Ahora pasan cuatro o cinco meses sin que caiga una gota", señaló Jossefa, refiriéndose al agua que recibió su terreno de 1,21 hectáreas, que cultiva con su madre, su tía y su cuñada desde hace 29 años. Las tres son solteras con hijos.
A Jossefa, de 41 años, le preocupa la suerte de sus hijos cuando se acabe el dinero. "No alcanza porque dos estudian. Logro pagarles el transporte y los gastos de la casa, pero es poco", se lamentó.
Muchas personas pobres protestaron en varias ciudades de Mozambique en septiembre de 2010 por el alto precio de los alimentos. Pero los millones de pequeños agricultores dispersos por el vasto país no tienen posibilidad de expresarse, pese a que factores fuera de su control ponen en peligro su producción. Hay más de ocho millones de personas desnutridas en Mozambique, según la Organización para la Agricultura y la Alimentación.
"Creo que el cambio supera la posibilidad de control local", indicó Lola Castro, directora del Programa Mundial de la Alimentación y jefa del equipo de ayuda humanitaria de la Organización de las Naciones Unidas.
"La gente mayor nos dice que es difícil saber cuándo plantar, cuándo cosechar y cuándo va a llover. Definitivamente hay un cambio", indicó.
Una forma de capear el temporal es utilizar semillas en función de las características climáticas, según especialistas en desarrollo.
El riesgo de inundaciones es alto porque los agricultores cultivan en planicies anegables. "Es imposible hacer que la gente no plante en zonas bajas. Es la zona fértil", explicó Castro.
Las autoridades instan a los agricultores a utilizar semillas más resistentes, capaces de sobrevivir en zonas altas y más secas, como mandioca, sorgo y mijo.
Otra posibilidad es utilizar semillas con ciclos de gestación más cortos para lograr una rápida cosecha y hacer casi todo en una temporada, explicó Buque.
"Ciclos de 125 días son demasiado extensos. Deberíamos comenzar por desarrollar semillas de 90 días para capitalizar la estación lluviosa", añadió.
Esas soluciones pueden ser la diferencia entre la vida y la muerte para millones de mozambiqueños. Pero cambiar tradiciones ancestrales que pasaron de una generación a otra es, sin duda, una tarea diferente.