La monarquía de Marruecos sigue siendo blanco de críticas de activistas pese a la enmienda constitucional aprobada, el adelanto de las elecciones generales para octubre y las varias reformas sociales y económicas realizadas.
La nueva Constitución, confirmada por referendo el 1 de julio, disminuyó los poderes del rey Mohamed VI sobre el Poder Legislativo y el Ejecutivo. Ahora, el presidente del gobierno será elegido por el partido que tenga la mayoría de escaños en el parlamento en los próximos comicios.
La aprobación de leyes es ahora responsabilidad exclusiva del parlamento y el presidente tiene la potestad de designar y destituir funcionarios políticos, salvo oficiales del ejército, que sigue siendo competencia del Rey.
La Primavera Árabe fue relativamente moderada en Marruecos, en comparación con lo que vivieron sus vecinos, aunque quedó claro en las movilizaciones que la preferencia es por una monarquía parlamentaria en la que el Rey domine, pero no gobierne.
Sin embargo, hay sectores que buscan reformas más de fondo. "Nuestra revolución continúa. La ciudadanía decidirá el destino del régimen", señaló Hamza Mahfud, uno de los líderes del Movimiento 20 de Febrero.
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Encabezada por activistas independientes, la agrupación protesta todos los domingos por la nueva ley fundamental y reclama una verdadera monarquía parlamentaria.
"La nueva Constitución sólo es un truco para eludir los reclamos populares de democracia, libertad y dignidad", indicó Mahfud.
Pero hay especialistas que no comparten su opinión.
"La nueva Constitución fortaleció las libertades públicas e individuales", señaló el profesor de ciencias políticas, Driss Lagrini, de la Universidad Al Kadi Iyad de Marrakesh, 250 kilómetros al sur de Casablanca.
La ley fundamental fue redactada por una comisión de 19 expertos, todos designados por el Rey, dos semanas después de las manifestaciones del 20 de febrero, cuando 50.000 personas, según fuentes oficiales, o cientos de miles, según los organizadores, reclamaron una nueva Constitución sobre la base de una monarquía parlamentaria.
Realizar manifestaciones sin autorización previa es un delito que se castiga con cinco años de cárcel, según el código penal marroquí.
Las autoridades decidieron no mandar policías sino difundir lo que estaba ocurriendo y los reclamos por la televisión pública, en un hecho considerado una señal de su voluntad de negociación, incluso se habló de la "excepción marroquí".
"La excepción marroquí es sencillamente una mentira", indicó Mahfud. "Todos los regímenes árabes violan los derechos de sus pueblos". La única excepción, según él, es que las autoridades locales "son hipócritas y lo vamos a demostrar con nuestras acciones", remarcó.
Pero la tolerancia mostrada por el régimen el 20 de febrero no duró mucho. La policía recurrió a la violencia el 13 de marzo dejando cientos de personas heridas. El 22 y 29 de ese mes ocurrió lo mismo y el saldo fue un muerto y cientos de casos con fracturas y traumatismos de cráneo y toráxico.
"Son pocos los que reclamaron el fin del régimen en reacción a la represión policial", señaló Sulaiman Raissuni, periodista que cubrió las protestas para el periódico Al Massae.
El régimen marroquí reaccionó con flexibilidad a las protestas, señaló Abdelhadi Dahraui, activista del Movimiento 20 de Febrero. "No se puede comparar con las atrocidades cometidas en Libia o Túnez".
La repuesta de las autoridades no fue casual, indicó el profesor Lagrini. "Las protestas en Marruecos siempre fueron un rito cotidiano. Las reformas no son una novedad. El país optó por el pluralismo político en los años 60 y realizó reformas legales y políticas en los 90", añadió.
"No podíamos ir más allá de la monarquía parlamentaria", explicó Dahraui. "Pero el Rey mantuvo ciertos poderes interesantes en la Constitución", añadió.
El monarca ahora puede disolver el parlamento y destituir ministros habiendo informado previamente al presidente del gobierno, pero no a este último.
El rey Mohamed VI anunció la nueva Constitución el viernes 17 de junio y subrayó que no era un documento definitivo. El jueves 30 de ese mes declaró que el espíritu de la ley fundamental reflejaba la vida cotidiana de los ciudadanos al garantizar la libertad, la buena gobernanza y la dignidad de todos los marroquíes.
Pero no todo el mundo comparte sus dichos.
"Fui golpeado sin piedad el 13 de marzo, sólo cinco días después del discurso del Rey en que se refirió a las mayores libertades públicas. No se amplió nada, salvo los palos sobre nuestras cabezas, se lamentó Mahfud.