La hambruna causada por una sequía severa en el cuerno de África sigue teniendo como epicentro a Somalia, donde pese a la ayuda de la ONU la situación de mujeres, niños y niñas sigue siendo precaria, advierten trabajadores humanitarios.
Tras la partida de la organización rebelde Al Shabaab, respaldada por la red fundamentalista Al Qaeda, por primera vez en cinco años la ONU (Organización de las Naciones Unidas) hizo llegar ayuda por aire a Mogadiscio. Pero la misma no resulta suficiente.
"Hemos oído relatos muy tristes de mujeres que tuvieron que abandonar a sus hijos en el camino porque estaban demasiado débiles para cargarlos", dijo a IPS Andreas Needham, encargado de información pública del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) en Somalia.
Los últimos acontecimientos en Mogadiscio son "un paso en la dirección correcta", señaló Augustine Mahiga, enviado de la ONU a Somalia, en un comunicado enviado el 6 de este mes por correo electrónico.
"Persisten reales riesgos a la seguridad, incluidos ataques terroristas, y no deben subestimarse", planteó.
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Tres áreas más en el sur de Somalia se sumaron a la zona de la hambruna, y la ONU advirtió que sin una intervención urgente ese desastre se extenderá a toda esa parte del país.
La sequía que azota el área se vio empeorada por la presencia de la milicia armada activa desde hace casi 20 años. "Muchas mujeres perdieron a sus esposos en el combate, y ahora son viudas que están peor que antes", dijo Needham.
Como declaró a IPS un encargado de prensa de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), Matthew Johnson, "en la cultura somalí, las mujeres enfrentan la carga extra de las expectativas sociales en cuanto a la responsabilidad básica de cuidar y mantener a sus familias, especialmente niños y ancianos, lo que es una carga sobrehumana en tiempos de esasez e inseguridad extremas".
Hasta ahora, esta hambruna, declarada la peor en los últimos 60 años en el área, ha matado a más de 29.000 niños y dejado desnutridos a otros 640.000.
Pero morir de hambre es apenas la punta del iceberg, uno de los muchos peligros que mujeres y niños enfrentan a diario.
El conflicto en torno a los escasos recursos aumenta durante las sequías, lo que sitúa a mujeres y niños en mayor riesgo de experimentar violencia sexual, según Janusz Czerniejewski, director de la organización Intersos para Kenia y Somalia.
"Mientras escapan de Somalia por su seguridad, mujeres y niños atraviesan áreas donde circulan grupos armados y bandoleros, solamente para llegar a campamentos hacinados y potencialmente peligrosos. Los aspectos de protección de esta crisis son agudos y constituyen una amenaza mortal. La violencia con base en el género —violaciones, violencia doméstica, mutilación genital femenina— es un problema significativo en todas partes de Somalia", dijo a IPS.
Un informe divulgado en julio por el Comité Internacional de Rescate mostró que la violencia contra mujeres y niñas es un serio peligro incluso después de que llegan a los campamentos, en particular cuando deben salir a juntar leña o a usar el bosque como letrina.
Una investigación de la Protection Monitoring Network sobre violencia sexual que abarcó 600 casos de violaciones, concluyó que, luego de un periodo de seis meses, 10 por ciento de las mujeres atacadas se habían suicidado y 25 por ciento habían desaparecido.
Johnson señaló que cuando muchas mujeres llegan a campamentos de refugiados son obligadas a asumir un rol al que no están culturalmente adaptadas y para cuyo desempeño a menudo no se tienen fe: el de jefas de familia en ausencia de sus esposos.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) intensifica actualmente sus operaciones para satisfacer las crecientes necesidades humanitarias de niños y familias somalíes en el campamento de refugiados de Dadaab, en Kenia, y en las comunidades vecinas.
A Dadaab llega un promedio de 1.300 refugiados somalíes por día. Ochenta por ciento de ellos son mujeres y niños. La población total de los tres campamentos ubicados en la zona de Dadaab ahora supera las 400.000 personas, lo que la convierte en al tercera ciudad más grande de Kenia.
"Muchas familias somalíes que cruzan hacia Kenia por Liboi no se dan cuenta de que deben caminar otros 100 kilómetros antes de llegar al campamento de refugiados de Dadaab", dijo Olivia Yambi, representante de Unicef Kenia.
"La salud de algunos niños desnutridos que cruzan en Liboi es tan precaria que simplemente no pueden esperar a llegar a Dadaab para recibir tratamiento", agregó.
Por ese motivo, Unicef aumentó sus suministros de alimentos terapéuticos listos para usar a hospitales y centros de estabilización nutricional en los campamentos de Dadaab y en comunidades anfitrionas vecinas para el tratamiento de la desnutrición de niños menores de cinco años.
Unicef envió medicinas a los centros de salud existentes, incluidos equipos suficientes para atender a unas 10.000 personas.
"Ubicar los suministros sanitarios y nutricionales cerca de la frontera salvará vidas infantiles que de otro modo podrían perderse en el largo viaje hacia Dadaab", dijo Yambi.
Alrededor de 100.000 niños ya fueron vacunados gracias al apoyo que Unicef brinda a las campañas integradas de inmunización contra el sarampión y la poliomielitis en diferentes campamentos.
"Estamos actuando ahora porque estas enfermedades pueden propagarse muy rápidamente en condiciones de hacinamiento como las que tenemos en los campamentos", dijo Ibrahim Conteh, coordinador de emergencias de Unicef en Dadaab.
En materia de educación, Unicef planea construir 146 nuevos centros de enseñanza en las afueras de los campamentos, para poder albergar a más refugiados.
Unicef estima que necesitará casi 315 millones de dólares en los próximos seis meses para incrementar las operaciones que le permitan llegar a los niños de las áreas afectadas con ayuda preventiva y de emergencia.