BANGLADESH: Mujeres indígenas cuidan el bosque

No hay nada que a la bangladesí Jasinta Nokrek le guste más que recorrer el denso bosque de Modhupur, como siempre hicieron sus ancestros de la tribu garo. Ahora, ella, sus vecinas y amigas se ocupan de mantener a raya la tala ilegal.

Mujeres de la etnia garo hacen un intervalo para el té entre los patrullajes forestales. Crédito: Naimul Haq/IPS
Mujeres de la etnia garo hacen un intervalo para el té entre los patrullajes forestales. Crédito: Naimul Haq/IPS
Oficialmente, las mujeres son integrantes de un Grupo de Manejo de Recursos Forestales (FRMG, por sus siglas en inglés), para proteger ese bosque, ubicado unos 150 kilómetros al noroccidente de la capital, de cazadores furtivos y taladores.

Jasinta, quien lidera uno de esos 15 FRMG que protegen áreas demarcadas que ocupan más de 18.200 hectáreas de la reserva forestal, explicó que cada grupo tiene integrantes de diferentes comunidades.

Los FRMG fueron creados por varias organizaciones no gubernamentales nacionales cuyo objetivo es lograr una buena gobernanza.

Hace dos años, la situación prevaleciente en Modhupur era distinta: los garos vivían con temor a los cazadores furtivos y a los funcionarios forestales deshonestos.
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Ataques físicos e incluso asesinatos obligaron a esta pacífica comunidad a evitar interferir en la tala a gran escala de bosques del árbol conocido como sal (Shorea robusta Gaertn.), muy buscado por su madera de alta calidad, que se vende a buenos precios en las ciudades de Bangladesh.

Funcionarios forestales corruptos implicaron a los habitantes del lugar en casos de tala ilegal, atrapando a los garos en prolongadas y costosas batallas legales y dejándolos totalmente indefensos.

Los garos, que viven principalmente del cultivo de frutas y especias, fueron objeto de una lenta pero segura marginación en sus tierras ancestrales. Además, desde el punto de vista del Estado no tenían ningún título legal que les permitiera reclamar esos bosques.

Lo que salvó a los garos y a los bosques fue una iniciativa lanzada hace 18 meses por la Asociación de Abogados Ambientales de Bangladesh, que apoyó los esfuerzos para reducir las brechas entre los aborígenes y los círculos oficiales.

Tras meses de mediación de representantes de organizaciones no gubernamentales, el gobierno local y la oficina forestal empezaron a reconocer y respetar todas las iniciativas de los FRMG para proteger los bosques y el ambiente en general.

"Nuestras relaciones con los funcionarios forestales nunca fueron tan buenas. Mantenemos una plena cooperación con el departamento forestal en la conservación de los bosques naturales", dijo Jasinta.

Todos los programas privados o gubernamentales en el bosque ahora deben contar con una aprobación escrita previa de los líderes tribales.

"Hubo un tiempo en que a los funcionarios del departamento forestal no les importaba discutir con nosotros lo que el gobierno planeaba hacer con ciertos proyectos. Nunca reconocieron nuestros derechos a vivir en el bosque", dijo Ajoy Mree, quien lidera el foro del pueblo indígena en el bosque de Modhupur.

El empoderamiento de los garos comenzó en 2006, cuando una red de organizaciones no gubernamentales nacionales formaron la Asociación para el Desarrollo de la Reforma Agraria, a fin de ayudar a esa comunidad.

Las organizaciones de la sociedad civil, especializadas en diferentes áreas, capacitaron a la población local en asuntos relacionados con la reforma de la tierra, cuestiones judiciales y legales, de derechos humanos y de políticas nacionales sobre los pueblos indígenas.

Aunque las demás completaron sus misiones y se fueron, BELA, una de las organizaciones que integraban la red, continuó con su activismo y en junio de 2007 lanzó una campaña especial para organizar reuniones, seminarios y talleres a fin de crear conciencia sobre las leyes forestales y los derechos de las comunidades originarias.

"Creímos que conocer las leyes y sus derechos era la principal herramienta para que los indígenas combatieran a los intrusos, así que nos centramos en darles poder, especialmente a las mujeres", dijo a IPS la directora ejecutiva de BELA, Syeda Rizwana.

"Un motivo para dar participación a las mujeres fue que muchos de los hombres habían sido etiquetados como ‘infractores’, presentándose contra ellos falsas demandas por talar árboles", dijo Samnath Lahiri, de BELA.

Sulekha Mrong, de 51 años y líder de otro FRMG, dijo: "Somos las soldadas del bosque. Tenemos un estricto sistema de control y reportes. Ya nadie puede realizar talas ilegales".

Maria Chirang, quien integra uno de esos grupos, señaló que el conocimiento de las leyes forestales y de sus derechos hace que los intrusos ya no puedan engañarlos como antes.

Según Archana Atiowara, líder de un FRMG, los intrusos ya no se atreven a entrar.

El programa sobre leyes y derechos de los indígenas resultó tan efectivo que integrantes de la comunidad y funcionarios están coordinados para fortalecer la vigilancia.

Sin embargo, décadas de tala comercial ilegal hicieron que los bosques de Modhupur se redujeran, pasando de casi 24.300 hectáreas a menos de 18.200, según funcionarios forestales.

En todo Bangladesh, la cubierta forestal pasó de 16 por ciento a seis por ciento en los últimos 20 años. Esto no es sorprendente, considerando que el país tiene 1.142 habitantes por kilómetro cuadrado, lo que lo vuelve uno de los de mayor densidad demográfica.

Junto con unos recursos forestales en rápido declive, también han desaparecido muchos animales salvajes e insectos.

El reconocimiento de los derechos de los garos conlleva beneficios reales, admitió el conservador adjunto de los bosques de Modhupur, Rajesh Chakma.

Los garos son una tribu cuya descendencia es conferida por línea materna. Viven en la empinada frontera entre Bangladesh y los estados del nororiente de India. Se estima que son 2,5 millones.

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