Egipto vive una proliferación de partidos políticos luego de la revolución del 25 de enero, tanto religiosos como seculares. En los últimos cinco meses, cuatro nuevas fuerzas políticas fueron lanzadas oficialmente, y otras 16 están por hacerlo.
"Cualquier país que emerge de una revolución popular está destinado a ver una plétora de nuevos partidos. Ésta es una señal de salud política", dijo a IPS el politólogo Amr Hashim Rabi, del Centro Al Ahram para Estudios Políticos y Estratégicos.
Una semana después del derrocamiento el 11 de febrero del presidente Hosni Mubarak, el Partido Wasat fue el primero en emerger en la nueva era, gracias a un fallo de la Suprema Corte Administrativa.
Conformado por islamistas moderados, la nueva fuerza política, escindida de la Hermandad Musulmana, había procurado en vano estatus oficial de partido durante cinco años.
A fines de marzo, el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, que asumió el gobierno en forma transitoria, decretó una ley regulando la formación de nuevos partidos.
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Después de 30 años de monopolio del Partido Nacional Democrático (PND), de Mubarak, la nueva ley alivió los requisitos para formar fuerzas políticas.
Por una parte, la norma creó el Comité de Asuntos Políticos, conformado por altos magistrados y encabezados por el primer vicepresidente de la Suprema Corte. Bajo el régimen de Mubarak, el Comité era liderado por el presidente del Consejo Shura (la cámara alta y de carácter consultivo del parlamento), posición reservada para los leales al PND.
Según la nueva ley, para conformar un partido se necesitan por lo menos 5.000 miembros en 10 de las 26 provincias egipcias. No se permiten partidos políticos que tengan sólo fines religiosos o asociados a militares.
La nueva ley también limita las contribuciones de individuos a las fuerzas políticas, y están prohibidas las donaciones de instituciones o compañías.
Los grupos aspirantes a partidos deben presentar sus respectivos programas políticos y listas de miembros al Comité, los cuales han de ser publicados en dos grandes periódicos. También deben informar al Comité sobre sus fuentes de financiamiento.
Bajo el antiguo régimen, la creación de nuevos partidos era casi imposible, y los que existían llamados "oficiales", como el Wafd y el Tagammueran meras extensiones del PND.
"Bajo el gobierno de Mubarak, los llamados partidos de oposición, que no tenían apoyo popular alguno, estaban allí simplemente para darle legitimidad al régimen", señaló Rabie.
"Los nuevos partidos que ahora están emergiendo, por el contrario, servirán a sus respectivos electorados", añadió.
El primer partido en ser aprobado por el Comité fue el Partido Libertad y Justicia, lanzado oficialmente el 7 de junio. Fue creado por la influyente Hermandad Musulmana, y se espera que juegue un importante papel en el próximo gobierno.
Menos de una semana después, el Comité aprobó la creación del Partido Nour, que representa al movimiento ultraconservador islámico salafi.
El 27 de junio, el Partido Al Adl recibió la aprobación formal del Comité. Esa nueva fuerza está integrada fundamentalmente por jóvenes que participaron de la Revolución.
Hay al menos 16 grupos más esperando la aprobación del Comité: tres de izquierda, tres más islámicos, cinco liberales, dos de jóvenes revolucionarios y tres asociados al desarticulado PND.
No obstante, algunos señalan que todavía hay serios impedimentos para la creación de partidos, sobre todo en lo que refiere a la obtención de financiamiento.
"La nueva ley sin duda ha facilitado las cosas, pero los costos para crear nuevos partidos siguen siendo prohibitivos", dijo a IPS Mohamed Al Shakhawi, fundador del propuesto Partido Árabe Unido.
"Incluyendo el costo de publicar las listas de miembros y los programas partidarios, los gastos totales pueden alcanzar las 350.000 libras egipcias (unos 60.000 dólares)", indicó.
"Esto significa que los partidos propuestos deben depender solamente de las contribuciones de donantes ricos, algo difícil para grupos con orientaciones de izquierda o nacionalistas", indicó.
Rabie también señaló que el financiamiento sigue siendo un "gran obstáculo". "No hace falta decir que los partidos de orientación revolucionaria o socialista tendrá dificultades para obtener contribuciones de empresarios ricos", indicó.