La crisis política y humanitaria en Siria llegó esta semana a un punto crítico ante la falta de respuesta del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Cuando comenzaron a llegar informes de muertes civiles en la sureña ciudad de Deraa en marzo, muchos se preguntaban cómo reaccionaría la comunidad internacional.
El domingo, fuerzas de seguridad sirias avanzaron hacia la noroccidental localidad de Jisr al-Shughur, luego de que el gobierno del presidente Bashar Al Assad señalara que "bandas armadas" habían matado allí a por lo menos 120 soldados a comienzos de este mes.
Mientras, al menos 7.000 habitantes de esa localidad y de zonas aledañas han huido a Turquía, según la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACDH). Otras fuentes hablan de entre 5.000 y 8.500 personas.
La OACDH indicó en un informe preliminar que helicópteros habrían sido usados para disparar contra la población de Jisr Al Shughur, de aproximadamente 50.000 habitantes.
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Nadim Houry, investigador de la organización Human Rights Watch (HRW), dijo a IPS desde Beirut que, una vez que llegaran a Turquía, los refugiados sirios recibirían un buen trato en los campamentos de la Cruz Roja internacional y tendrían acceso a alimentos y atención médica.
El único problema es que el gobierno turco no quiere que los refugiados hablen con la prensa, indicó. Y en Siria, el gobierno prohibió el ingreso de periodistas extranjeros, lo que dificulta obtener testimonios directos de lo que ha ocurrido en los últimos tres meses.
Houry dijo que los que huyeron de sus hogares pero aún se encuentran en territorio sirio son mucho menos afortunados que aquellos que alcanzaron Turquía, pues viven bajo circunstancias "mucho más precarias".
Algunos esperan ingresar a territorio turco mientras la Cruz Roja Internacional construye más campamentos. Otros esperan volver a sus hogares.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, elogió al gobierno turco por su generosidad y dijo que el foro mundial estaba "dispuesto a ayudar" si lo solicitaba Ankara.
Otros desplazados sirios han llegado Líbano y Jordania. En territorio libanés, el número de refugiados no es "abrumador" y "las condiciones están bien", dijo Houry a IPS.
Más de 1.200 personas, en su mayoría civiles, han sido asesinadas en la violenta represión a las protestas contra el gobierno de Al Assad que comenzaron en marzo, y más de 10.000 han sido detenidas.
Navi Pillay, Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, condenó la represión y afirmó que era "totalmente deplorable que cualquier gobierno intentara obligar la sumisión de su población usando tanques, artillerías y francotiradores".
Por su parte, Ban dijo que la situación en Siria era "muy preocupante".
Pillay señaló que las reiteradas solicitudes a Damasco para permitir el ingreso de una misión investigadora han sido ignoradas.
Pero la OACDH de todas formas investigó y publicó un informe preliminar el miércoles concluyendo que los últimos acontecimientos en Siria constituían "supuestas violaciones a los derechos más fundamentales".
El informe denunció "violaciones a la libertad de reunión, de expresión y movimiento", "uso excesivo de la fuerza para aplastar manifestaciones", "detenciones arbitrarias", "ejecuciones sumarias, tortura y otros tratos crueles o inhumanos".
Además, documentó que "las fuerzas sirias directamente bloquearon la distribución de suministros alimenticios clave en ciertas localidades".
Mientras, el Consejo de Seguridad rechazó una resolución, redactada la semana pasada por Gran Bretaña, condenando la represión en Siria y las violaciones a los derechos humanos.
China y Rusia se opusieron al texto arguyendo que podría justificar una intervención militar, como ocurrió en Libia.
Analistas citaron los lazos militares y económicos de Beijing y Moscú con Damasco como las principales razones de su oposición al borrador.
Según Houry, Brasil, India y Sudáfrica están "vacilantes" en apoyar la resolución, pues temen que solamente agrave la situación.
Pero mientras la ONU duda, la "sistemática represión continúa" en Siria, dejando destrucción y sufrimiento, dijo Houry. "El hecho de que el Consejo de Seguridad no pueda hablar con una sola voz prolonga la situación", alertó.