Meir Dagan, quien durante los últimos ocho años dirigió las operaciones secretas de Israel, está en el ojo de la tormenta por haber formulado declaraciones que el gobierno considera inconvenientes.
Según informó el domingo el Canal Dos de Israel, se pidió al extitular de la agencia de inteligencia Mosad que devolviera su pasaporte diplomático inmediatamente.
El informe sugirió que el espía habló demasiado sobre asuntos delicados como la carrera nuclear de Irán y la campaña palestina para que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) apruebe la declaración de su Estado.
La crónica televisiva presumió que el pedido puede apuntar a un deseo de "vengarse" de Dagan, un manifiesto crítico del primer ministro Benjamín Netanyahu.
En reacción al informe, la oficina del primer ministro declaró con total naturalidad que "los pasaportes diplomáticos se extienden a funcionarios para que los ayuden en sus responsabilidades. Según la regulación, cuando un individuo ya no asume un puesto oficial se le requiere renunciar a su documento".
[related_articles]
El Ministerio de Relaciones Exteriores, agregó el comunicado, permitió que Dagan conserve su pasaporte diplomático para viajes inminentes. A su regreso del exterior deberá devolverlo inmediatamente.
Sin embargo, la decisión es inusual. Se acostumbra a que una persona a la que se le extendió ese tipo de pasaporte y ya no cumple responsabilidades oficiales pueda usarlo hasta su expiración.
Dagan ha formulado varias controvertidas declaraciones públicas en las últimas semanas y meses. En mayo, durante una conferencia en la Universidad Hebrea de Jerusalén, declaró sin rodeos que una acción militar contra Irán sería "una idea estúpida".
Luego, a comienzos de este mes, Dagan dijo en la Universidad de Tel Aviv que un ataque a Irán "significaría una guerra regional y en ese caso se le estaría dando a Irán el mejor motivo posible para continuar con el programa nuclear. El desafío regional que enfrentaría Israel sería imposible", enfatizó.
Dagan también advirtió que Israel podría resultar aislado a consecuencia de la falta de una iniciativa de paz con los palestinos. Se lamentó de que sucesivos líderes hubieran descartado la iniciativa de paz saudita de 2002, que se comprometía a mantener vínculos diplomáticos plenos con Israel a cambio de una retirada total de los territorios palestinos ocupados.
En los últimos meses se retiraron otros altos jefes de seguridad. Ellos son el jefe de las fuerzas armadas Gaby Ashkenazi; el director de los Servicios de Seguridad (conocidos por sus siglas en hebreo Shin Bet) Yuval Diskin, y and Amos Yadlin, jefe de inteligencia militar.
Los analistas de temas de seguridad consideran que ellos tres, junto con Dagan, son fuerzas moderadas dentro del proceso de toma de decisiones.
En contraste con Dagan, los otros jefes retirados se han abstenido ampliamente de expresar en público sus puntos de vista personales, manteniendo una fachada de oficialidad. Pero la controversia en torno al pasaporte de Dagan llevó a Ashkenazi a romper su silencio, aunque de manera cauta.
"Confío en que los nuevos jefes de seguridad no dudarán en expresar sus posiciones en los foros adecuados", declaró.
Lo que parece haber puesto fin a la tolerancia de Netanyahu ante las críticas de Dagan fueron las recientes entrevistas que el segundo concedió a periódicos israelíes y en las que cuestionó la decisión del primer ministro y de su ministro de Defensa, Ehud Barak.
"Decidí hablar porque, cuando estaba en el cargo, Diskin, Ashkenazi y yo podíamos bloquear cualquier aventura peligrosa Ahora temo que no haya nadie que detenga a Bibi (apodo de Netanyahu) y a Barak", dijo Dagan a la prensa.
Dagan es admirado por varios israelíes por su desempeño como jefe del Mosad durante los gobiernos de tres primeros ministros.
Según informes de medios extranjeros, estuvo al frente de varias osadas operaciones que se consideraron importantes logros en materia de seguridad. Entre ellas, retrasar por lo menos tres años el programa nuclear de Irán cooperando con el sabotaje de las computadoras que regulan sus centrifugadores y comandando la eliminación de científicos iraníes.
También se le acredita haber preparado el terreno para el bombardeo, en 2007, del reactor nuclear sirio de Deir al-Zor, y haber planificado el asesinato de Imad Mughniyeh, jefe de operaciones del movimiento chiita libanés Hezbolá, ocurrido un año después en Damasco.
Una de las últimas operaciones conocidas cuyo presunto estratega fue Dagan fue el asesinato de Mahmoud al-Mabhouh, un integrante de alto rango de Hamás (acrónimo árabe del palestino Movimiento de Resistencia Islámica) involucrado en la compra de armas a Irán y en su posterior contrabando hacia Gaza. Su muerte tuvo lugar el año pasado en Dubai.
Irónicamente, la investigación de la policía de Dubai demostró que durante la operación se usaron pasaportes extranjeros falsificados de varios países con los que Israel tenía relaciones amistosas. La revelación causó vergüenza e ira en esos países. Gran Bretaña y Australia expulsaron a diplomáticos israelíes.
Pero lo que vuelve a estas declaraciones escandalosamente perturbadoras, y al mismo tiempo fidedignas, es que Dagan no es una paloma de la paz, ni en sus opiniones ni en los hechos. No es un gran creyente en lograr la paz con los palestinos y se opone fuertemente a un Estado palestino delimitado por las fronteras de 1967.
Según las leyes, un funcionario que se retira de un alto puesto de seguridad no puede postularse a la elección durante los tres años siguientes. La medida busca crear una mayor separación entre el Poder Ejecutivo y las fuerzas armadas.
Pero ninguna ley prohibe a los funcionarios que estuvieron en el centro de las decisiones del gobierno manifestar sus puntos de vista luego de años de silencio disciplinado.
Por esto, muchos coinciden en que no se trata simplemente de que Dagan esté preocupado. Creen que está preparando el camino para dedicarse a la política, como muchos otros exgenerales. El propio Barak fue comandante en jefe de las fuerzas armadas a comienzos de los años 90.
Algunos altos asesores de Netanyahu se apresuraron a acusar a Dagan de participar en un complot político diseñado para derrocar al primer minsitro. Dagan actuó sin "responsabilidad nacional", afirman, y sus declaraciones "debilitan la democracia de Israel".
Sin embargo, la tesis del golpe de Estado fue descartada por Nahum Barnea, uno de los más destacados columnistas de Israel.
"No se trata de una junta militar que ha conspirado contra la dirigencia elegida", escribió Barnea en el periódico Iediot Ajronot.
"Éstas son personas que, por sus puestos, estuvieron expuestas a los secretos mejor guardados del Estado y participaron en las discusiones más íntimas con el primer ministro y el ministro de Defensa. No se trata tanto de que su opinión sea importante como civiles; su testimonio es importante porque son personas que estuvieron allí. Y su testimonio es perturbador", sostuvo.