Luego de quedar marginada durante décadas, la industria de la energía renovable en Japón ahora salta al primer plano mientras la nación enfrenta las consecuencias del accidente en la central nuclear de Fukushima.
"Finalmente el público, el gobierno y la industria nos consideran seriamente como solución viable para las necesidades energéticas de Japón", dijo Akira Taniguchi, portavoz de la Compañía de Energía (Solar) Ohisama, ubicada en la ciudad de Iida, en la central prefectura de Nagano.
"Esperamos que la atención atraiga el muy esperado apoyo oficial para las energías alternativas", agregó.
La empresa privada trabajó varios años en el área de las energías renovables en Iida, una ciudad de 3.800 hogares, mediante el lanzamiento en 2004 del Fondo Comunitario, que financia paneles solares.
El Fondo instaló paneles en casi cuatro por ciento de las viviendas de la ciudad, más que el promedio nacional, que ronda menos de uno por ciento en comunidades pequeñas. El programa incluye la compra de energía extra generada entre los hogares del Fondo Comunitario para su redistribución.
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Excluyendo las fuentes hidroeléctricas, las energías renovables representan menos de dos por ciento de la industria de la electricidad en Japón, en comparación con 30 por ciento de la nuclear.
Japón ha construido 54 reactores en base a una política nacional que considera que la energía atómica es crucial para el crecimiento económico.
Pero todo esto cambia con la devastación que padecieron los reactores nucleares de Fukushima a raíz del terremoto de nueve grados y el gigante tsunami que le siguió el 11 de marzo en el nororiente del país.
En un contexto de rápida reducción del apoyo público a la energía nuclear, el primer ministro Naoto Kan manifestó que desarrollará una sociedad que ahorre energía incrementando 20 por ciento el uso de fuentes renovables solar, eólica, de biomasa e hidroeléctrica para 2020.
Esta política fue elogiada como pilar de los planes de recuperación para las devastadas áreas afectadas en esa zona del territorio.
Otro paso importante adoptado por Kan es liberalizar el mercado para la electricidad, cimentando el camino para quienes recién incursionan en el área y debilitando el control de grandes y ricas empresas de servicios públicos que promueven una energía nuclear fuertemente subsidiada por el gobierno.
Las medidas son drásticas en un país donde la energía atómica era prácticamente indispensable. Expertos en temas ambientales se manifiestan en contra de la reacción pública a la actual campaña que vive el país para conservar la electricidad tras el cierre de plantas nucleares.
Las fábricas lidian con una menor producción y, por ende, con una caída de las ganancias, además de una menor frecuencia de trenes para quienes viajan de una parte a otra del país. A esto se suma que Tokio está más oscura, actualmente iluminada con neón.
"No se oyó hablar de la escasez de electricidad hasta el accidente de Fukushima, y esta nueva experiencia está atemorizando al público, lo que podría conducir a apoyar la energía nuclear", destacó Hisayo Takada, experta en energía de Greenpeace Japón.
Takada dijo a IPS que quienes están a favor de las energías renovables deben trabajar duramente para mostrarle al público que esas fuentes son muy estables y más seguras y amables con el ambiente.
Según ella, en el país hay muchos ejemplos que apoyan su punto de vista.
Uno de ellos es el programa de Certificados de Electricidad Verde, creado en 2001 por la Compañía de Energía Natural de Japón. Ese sistema, el primero de su clase en el país, permite a los consumidores comprar paneles solares o energía a partir de la nieve pagando una tarifa adicional por el certificado.
La empresa, integrada por ingenieros, expertos en energías alternativas y organizaciones de consumidores, tiene un único objetivo: volver más amigable con el ambiente la energía que se emplea en los hogares.
Hirano Matsubara, empleado de la firma, dijo que apoya el plan de Kan de abrir el mercado energético a nuevos candidatos que ofrezcan una variedad de fuentes energéticas.
"Ahora existe la oportunidad de convencer al público de que ya no tiene que apoyar pasivamente a podersosas empresas de energía nuclear. Tienen la opción de contribuir con un futuro más verde para sí mismos, tomando su propia decisión sobre qué clase de energía quieren comprar", explicó a IPS.
Los ambientalistas llevan a cabo una agresiva campaña para informar a la población, mientras prestan especial atención al atractivo empresarial de la energía renovable cuando entren en vigor nuevas regulaciones de liberalización.
El ingeniero Tadashi Nemoto es un ejemplo. Este científico experto en biotecnología construyó en 2000 lo que describe como una "casa independiente" que simboliza un sistema donde los consumidores pueden elegir su fuente de energía doméstica.
"La decisión de convertirme en el dueño de mi propia energía instalando fuentes renovables fue un deseo que albergué durante mucho tiempo. Éste es el futuro para Japón", dijo.
Nemoto tiene paneles solares que le brindan calefaccionamiento durante el invierno sin implicar ningún costo de electricidad. La inversión inicial fue de casi 30.000 dólares, pero como casi no tiene que pagar facturas de electricidad, no se arrepiente de nada desde el punto de vista financiero.
"La lección que dejó Fukushima es ver a la energía no sólo económicamente, sino más bien como un medio de contribuir a un ambiente más seguro para el futuro", declaró a IPS.