Egipto e Irán parecen cada vez más cerca de restablecer relaciones diplomáticas tras un impasse de 31 años, a juzgar por las últimas declaraciones de portavoces de ambos gobiernos.
"Los ministros de Relaciones Exteriores de Egipto y de la República Islámica de Irán anunciaron su disposición a ampliar las relaciones diplomáticas entre ambos países", declaró el 18 de este mes el canciller iraní Ali Akbar Salehi.
El ahora derrocado régimen del presidente Hosni Mubarak, considerado socio estratégico de Washington, rechazó por años las repetidas tentativas de acercamiento de Irán y, en cambio, a menudo se mostró hostil.
Pero ahora el gobierno interino del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CSFA), que asumió en febrero tras la renuncia de Mubarak, parece haber cambiado de actitud hacia Teherán.
"En la época de Mubarak, Egipto se atenía servilmente a la política de Estados Unidos e Israel, cuya gran característica era aislar a Irán", dijo el analista Wahid Abdelmagid, del Centro de Estudios Estratégicos y Políticos, con sede en El Cairo. "Pero tras la revolución, la posición oficial cambió de rumbo", apuntó.
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La primera señal apareció menos de una semana después de la partida de Mubarak, cuando el CSFA dio permiso a dos barcos de guerra iraníes, la primera vez en más de tres décadas, para cruzar el canal de Suez rumbo al mar Mediterráneo. Funcionarios israelíes consideraron el hecho una "provocación".
A principios de abril, el primer canciller pos-revolución, Nabil al-Arabi, declaró que El Cairo estaba dispuesto a "dar vuelta la página" con Irán. "Egipcios e iraníes merecen tener relaciones mutuas por su historia y civilización", añadió.
El 25 de mayo, Al Arabi se reunió con Salehi en el marco de un encuentro del Movimiento de Países No Alineados, realizado en la isla indonesia de Bali, para discutir sobre la reanudación de relaciones bilaterales.
Menos de una semana después, una delegación egipcia de 50 personas integrada por revolucionarios, religiosos y figuras del ámbito cultural, visitaron Teherán, donde también discutieron con sus contrapartes iraníes la posibilidad de reanudar vínculos.
"Desde el triunfo revolucionario hubo un aumento de intercambios entre funcionarios de ambos países y a nivel popular", dijo a IPS el analista político Ibrahim Mansour.
Irán, por su parte, apoyó de forma clara el levantamiento popular del 25 de enero y elogió el nuevo ambiente amigable.
La República Islámica está dispuesta a reanudar relaciones con Egipto "lo antes posible", señaló Salehi, quien consideró la visita de la delegación de ese país como "un avance para preparar el terreno para mejores relaciones".
Irán rompió relaciones diplomáticas con El Cairo en 1979, después de la revolución islámica, cuando el entonces presidente de Egipto Anwar Sadat suscribió el acuerdo de paz de Camp David con Israel.
El Cairo se distanció luego ese mismo año de la naciente República Islámica al otorgar asilo político al depuesto shah de Irán, Mohammad Reza Pahlavi.
La hostilidad se mantuvo entre ambos países hasta los años 80, cuando Egipto respaldó al régimen de Saddam Hussein contra Irán en una guerra que duró ocho años.
Egipto es el único país árabe que no tiene relaciones formales con Teherán.
Irán expresó varias veces en la última década su deseo de restaurar relaciones con Egipto, el país árabe más poblado. "Si el gobierno de Egipto estuviera dispuesto, abriríamos una embajada en El Cairo el mismo día", declaró el presidente iraní Mahmoud Ahmadineyad a mediados de 2007.
A instancias de Estados Unidos e Israel, el régimen de Mubarak rechazó repetidas veces los intentos de acercamiento y, en cambio, optó por calificarlo de "amenaza" a la seguridad regional.
"Irán hizo saber en varias oportunidades su deseo de restablecer relaciones con Egipto, pero el régimen de Mubarak esbozó diversas razones para mantener distancia", señaló Mansour. "Pero todas esas excusas quedaron por el camino, junto con el régimen anterior", añadió.
"Ahora los únicos que se oponen al restablecimiento de las relaciones entre Egipto e Irán son Estados Unidos e Israel", añadió.
Dejando la política de lado, las relaciones con Irán serán beneficiosas para la atribulada economía de Egipto, señaló Mansour. Además de activar el comercio bilateral, sería provechoso para el turismo, el principal medio de ingreso de divisas antes de la revolución.
"Si las relaciones se restablecieran vendrían un millón de iraníes todos los años", indicó, refiriéndose a los varios santuarios religiosos de los chiitas, una de las ramas del Islam, que hay en este país. "Sería un gran impulso para el sector, que se vio muy afectado por la revolución", apuntó.
Pero la posibilidad de un acercamiento sufrió un revés a mediados de mayo con la elección de Al Arabi como secretario general de la Liga Árabe en reemplazo de Amr Moussa.
El gobernante CSFA designó la semana pasada al veterano diplomático Mohammad al Orabia en reemplazo de Al Arabi al frente de la cancillería.
El repentino traslado de Al Arabi a la Liga Árabe fue una "gran decepción" para quienes se habían animado con sus promesas de cambio en materia de política exterior, sostuvo Mansour.
"Las declaraciones iniciales de Al Arabi habían inyectado una buena dosis de optimismo en el público sobre cambios anticipados en la política de Egipto y la restauración de un papel destacado de este país en la región", señaló. "Pero las esperanzas se hicieron añicos tras su designación al frente de la Liga Árabe", apuntó.
"La medida, por cierto, afectará la iniciativa actual de restablecer relaciones con Irán", señaló Mansour. "Pero no sabremos exactamente cuándo hasta que no conozcamos la oriental de la política del nuevo ministro", añadió.
El diálogo con Irán se mantendrá en esta etapa de transición, indicó Abdelmagid. "Pero dudo que haya nada formal hasta después de las elecciones presidenciales y parlamentarias en este país", añadió.
Los comicios legislativos están previstos para septiembre, de acuerdo con el cronograma fijado por el gobernante CSFA y los presidenciales para cuatros meses después, a lo sumo.