Mientras aumenta la violencia de los levantamientos populares en Siria, florece el mercado negro de armas ligeras y medianas en Líbano.
"Los precios se han triplicado en menos de dos meses", dijo Wael, un vendedor local de armas cuyo nombre fue cambiado para proteger su identidad.
Según los comerciantes libaneses, los sirios cruzan la frontera hacia el país vecino para comprar armas desde fines de enero, cuando el país estalló en protestas por la democracia que recibieron una sangrienta respuesta del gobierno.
Temiendo que la ola de violencia en Siria pueda expandirse hasta su territorio, los libaneses también han comenzado a comprar armas livianas.
Desde el inicio de los levantamientos, decenas de soldados y cientos de civiles resultaron muertos. Los activistas señalan que los muertos llegan a unos 800.
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Sin embargo, las autoridades sirias culpan del malestar a "pandillas armadas", a grupos salafistas y a una conspiración de Occidente. SANA, la agencia oficial de noticias de Siria, citó a una fuente militar diciendo que el ejército y las unidades de seguridad continúan persiguiendo a "organizaciones terroristas armadas".
El día 11, "decenas de integrantes de organizaciones se hicieron de una enorme cantidad de armas y municiones variadas en Baba Amr, en la (central) provincia de Homs, y en la zona rural de Deraa. Dos militares fueron martirizados y otros cinco heridos en los enfrentamientos", señaló ese medio en su sitio web.
Los activistas niegan haber comprado armas, culpando de las muertes de soldados a miembros de los servicios secretos de inteligencia, que presuntamente fusilaron a los efectivos que se negaron a disparar contra los manifestantes.
"No estamos armados. Esto es absurdo", dijo a IPS un activista sirio a condición de no revelar su identidad.
El panorama sirio en general luce turbio en medio de acusaciones y contra-acusaciones en ausencia de una cobertura de los medios de comunicación, mientras la mayoría de los periodistas extranjeros tienen prohibido su ingreso al país.
Pero en el vecino Líbano, quienes venden armas destacan que muchos sirios las compran para defenderse. También admiten que algunas ventas parecen ser parte de un esfuerzo concertado y más estructurado.
"Sin embargo, es extremadamente difícil saber a qué segmento de la sociedad representan estos compradores, dado que mantienen su identidad en secreto", explicó Wael.
"Los habitantes locales también compran armas por temor a las tensiones sectarias, a consecuencia de la desestabilización del régimen de (Bashar) Assad", dijo Brahim, otro vendedor local de armas que habló con IPS a condición de preservar su anonimato.
Aunque no está claro quién está exactamente detrás de la compra, la carestía de las armas deja claro que, en efecto, existe una mayor demanda.
En las calles de Beirut, el precio de un rifle AK-47 saltó de 850 dólares a 1.450, mientras que un M4, que antes se conseguía por 5.800, ahora cuesta 7.500.
Un rifle M16 sale 2.500 dólares, lo que supone un aumento de 50 por ciento en relación a su precio anterior. Se trata de un arma estándar en el ejército de Estados Unidos, muy usada durante la Guerra de Vietnam (1965-1975). Por otro lado, el ejército y la marina emplearon en Iraq y Afganistán la carabina M4 como arma básica.
La ametralladora PKC ahora se puede adquirir a 4.200 dólares. Hace poco meses costaba 3.300. El lanzagranadas Energa, que antes valía 80 dólares, actualmente cuesta 350. El precio de un rifle B7 pasó de 700 a 1.000 dólares.
"El precio de un Kalashnikoff, que hace unos meses oscilaba entre 1.000 y 1.200 dólares, ahora se vende por 1.600 dólares en Beirut y por 2.000 en (la noroccidental ciudad libanesa de) Trípoli. El costo de las municiones también aumentó drásticamente", dijo Brahim.
Desde el final de la Guerra Civil, en 1990, la inestabilidad en Líbano se tradujo en grandes sumas de dinero para los vendedores locales de armas. Según Brahim y Wael, el mercado está controlado por partidos políticos que usan su influencia y su amplia red de aliados para proteger a los contrabandistas y evitar que sean llevados a la justicia.
Cada partido político depende por lo general de un comprador principal, que posee todos los contactos necesarios en el exterior y conoce los pormenores del negocio.
Brahim admitió que los embarques de armas a Líbano han aumentado significativamente en los últimos meses, y que tradicionalmente las que ingresan al país de contrabando proceden de Iraq y Siria, a través de la porosa frontera.
"A la luz de los recientes acontecimientos regionales, parece que los partidos políticos libaneses han decidido permitir el comercio de armas ligeras y medianas, mientras prohíben la venta de armas de fuego más pesadas, como cañones y cohetes", dijo Wael.