Es mediodía en la escuela primaria Jean-Félix Tchicaya de Pointe Noire, la capital económica de la República del Congo. Los estudiantes se acomodan en sus sillas, esperando con ansiedad el plato de comida caliente que cada día reciben en las aulas.
La política de brindar a los escolares una comida caliente coincidió con un aumento en la asistencia entre 2007 y 2011.
Ahora, a los funcionarios les preocupan las interrupciones del servicio de almuerzos escolares por la falta de alimentos que padece el programa.
"Es el mejor momento del día, luego de la clase de matemáticas", dijo a IPS el alumno Garry Makoundou, de nueve años.
"Me encanta cuando hay verduras", agregó Judicaële Malela, de 11.
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Según los administradores de la escuela, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) brinda 756 comidas cada día, cubriendo a todos los estudiantes desde el primero al quinto grado.
En todo el país, el PMA abastece a 188 escuelas con 70.000 almuerzos, compuestos principalmente por alubias verdes, arroz, atún enlatado y sémola.
"Gracias a estas comidas, ahora completan sus estudios 92 por ciento de los estudiantes", dijo Alix Loriston, representante del PMA en Congo.
"El programa refuerza al personal de las escuelas", agregó.
Para ir a la escuela, algunos niños y niñas tienen que caminar cada día más de 15 kilómetros con sus estómagos vacíos. Los almuerzos escolares les permiten seguir asistiendo a sus centros de estudios y estudiar por la tarde, dijo Loriston a IPS.
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), 42,3 por ciento de los 3,8 millones de congoleños vivían bajo la línea de pobreza en 2010. Y casi 22 por ciento nunca fueron a la escuela y son analfabetos.
En la sudoccidental localidad de Lékoumou, la organización no gubernamental estadounidense International Partnership for Human Development (IPHD) sirve actualmente 10.000 comidas en 48 escuelas. Según esa entidad, entre el periodo 2011-2012 se brindarán 25.000 comidas, cuando el programa se extienda a los centros preescolares.
En marzo de este año, tras cosechar 1.300 toneladas de maíz de su gran establecimiento agrícola en Mouindi, en el sur del país, Christian Bana, director de IPHD en Congo, dijo que buena parte de su producción estaba destinada a programas de almuerzos escolares.
Para sumar variedad a las comidas, en el departamento de Lékoumou se crearon huertas escolares en las que los estudiantes cultivan tomates, zanahorias y berenjenas.
"Las contribuciones de los padres, además de usarse para construir un cobertizo, cubren el costo del agua, la leña y los condimentos", dijo Loriston.
Un padre señaló: "Uno no se cansa de buscar leña y juntar agua para mantener estas cocinas en funcionamiento".
Philomène Mbani, una madre, sostuvo: "No es mucho pedirnos en relación a lo que los niños y niñas comen en la escuela".
"Ahorramos al enviarlos a la escuela con un almuerzo; solamente tienen que comer en sus casas por la noche", agregó.
Escasez de alimentos
Pero las esperanzas que generaron estos programas se extinguieron en muchas escuelas, por ejemplo en la Joseph Kéoua de Brazzaville. Aquí, 890 estudiantes no reciben almuerzos desde noviembre, debido a la falta de comida.
"Estamos registrando muchas ausencias en clase y los estudiantes se muestran poco entusiasmados", dijo Thomas Richard Meza, director de uno de los dos niveles de la escuela.
"Tememos que los resultados de los exámenes de fin de año sean malos", dijo la otra directora, Bienvenue Danielle Mankita.
"El programa de comidas era importante aquí", aseguró.
En la escuela Friendship (Amistad), también en Brazzaville, 1.200 alumnos desilusionados por la desaparición del programa están volviendo lentamente a clases.
"Al principio fue una conmoción, pero luego de algunas discusiones la mayoría volvió y se adaptó. Es una cuestión de pobreza", dijo Jean Lucien Manganga, maestro de la escuela.
Los programas de almuerzos en estos centros de estudios se iniciaron en el año lectivo 2010-2011, trabajando con lo almacenado desde el año anterior. Todos se clausuraron un mes después por falta de alimentos. Solamente en abril de este año, una donación de Japón por 11,2 millones de dólares les permitió adquirir alimentos. Esta suma permitió que el programa se reanudara, dijo a IPS el embajador de Japón en Congo, Kanji Kitazawa.
Las autoridades congoleñas planean que el programa sea permanente y también extenderlo.
"Estos comedores han tenido un impacto favorable en nuestras escuelas, porque han contribuido de modo significativo a aumentar el porcentaje de niños y niñas que concurren a ellas", señaló Benoît Chrysostom Mienkouono, director nacional de Educación Primaria.
Según Mienkouono, la asistencia a las escuelas primarias en 2010 fue de 114 por ciento, y es posible que este año llegue a 117 por ciento. Los porcentajes se calculan contando la cantidad de alumnos en la enseñanza primaria, independientemente de su edad, y dividiéndola entre el total de niños congoleños en edad escolar según las estadísticas oficiales.
En 2007, ese guarismo fue de apenas 92 por ciento.
"Hay pobreza tanto en la ciudad como en las áreas rurales. El programa de comidas escolares es necesario para aumentar la asistencia, y por lo tanto elevar la proporción de éxitos" estudiantiles, dijo Mienkouono.
"El gobierno subsidiará los programas en curso. Sabemos que un día nuestros socios nos dejarán", declaró.
El gobierno congoleño ya ha asignado tres millones de dólares para apoyar los almuerzos escolares.