A pesar de sus importantes reservas subterráneas de agua, la región central de Cuba también mira las nubes con incertidumbre ante la tímida llegada de precipitaciones capaces de aliviar la sequía, que según las autoridades se ha incrementado en los últimos años.
"La situación es tensa. Hasta mediados de este mes no se habían reportado lluvias y en abril no sobrepasaron los 50 milímetros como promedio", comentó Benito Rafael Migoya Díaz, delegado gubernamental de agricultura en Ciego de Ávila, la capital de la central provincia del mismo nombre y distante 426 kilómetros de La Habana.
La provincia Ciego de Ávila dispone de siete embalses, que por el déficit pluvial apenas están cubiertos en 27 por ciento de su capacidad. "También hay una depresión muy fuerte en el subsuelo, el manto freático se carga rápido, pero hace falta que llueva", agregó Migoya Díaz, quien habló con IPS en un recorrido preparado para periodistas de la prensa extranjera.
La reserva acuífera subterránea se estima en unos 970 millones de metros cúbicos de agua, recurso que garantiza el desarrollo agrícola de la provincia. "Normalmente se podía encontrar agua a cuatro metros de profundidad, pero ahora hay lugares donde a 20 metros no se encuentra, y eso es por la sequía", añadió.
Para minimizar el impacto, las autoridades del sector adoptaron medidas de control y regulación del agua, a fin de asegurar el abastecimiento del sector residencial y mantener el riego indispensable de los cultivos. Las áreas agrícolas más importantes cuentan con sistemas mecanizados de riego.
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"Pero las principales medidas son el ahorro y el uso más eficiente del agua", aseguró Migoya Díaz. A su vez, campesinos consultados por IPS advirtieron que la seca resulta más crítica en la ganadería, fundamentalmente por su impacto en los pastizales, necesitados de mucha agua para crecer.
El 72 por ciento de los suelos de esta provincia son de alto valor agrícola, lo cual junto a sus reservas hídricas y buenos rendimientos le permiten abastecer a la Habana y a la oriental Santiago de Cuba, las capitales provinciales más pobladas del país.
La urbe capitalina sufre, junto a la occidental provincia de Pinar del Río, los mayores efectos de la escasez de agua.
Un informe del Centro del Clima del Instituto cubano de Meteorología indicó que al cierre del período estacional poco lluvioso, de noviembre 2010 a abril de 2011, las zonas con déficit en los acumulados de lluvias alcanzaron a 79 por ciento del país. De este total, 41 por ciento de la escasez hídrica fue moderada y 17 por ciento de "extremos severos".
La entidad responsabilizó por la disminución de precipitaciones a La Niña, la Oscilación del Sur (ENOS), que alcanzó en diciembre pasado su registro más intenso. Este fenómeno, que afecta periódicamente los patrones meteorológicos en todo el mundo y cuya contraparte es El Niño, es producto del enfriamiento de las aguas superficiales del océano Pacífico ecuatorial.
Sin embargo, la influencia de este fenómeno "disminuye gradualmente a partir de abril o mayo", aseguró el reporte oficial.
Aún así, los moderados aguaceros registrados hasta comienzos de la segunda quincena de este mes no presagiaron buenas noticias para sedientos, en tanto el Centro del Clima previó para este mismo lapso "totales de precipitación cercanos o por debajo de lo normal en la región occidental y totales cercanos a lo normal en las regiones central y oriental".
Al respecto, expertos de esa institución insistieron en que no se espera un mayo muy lluvioso y la mejoría del período de seca será moderada, por lo que recomendaron ser precavidos en cuanto al uso del agua disponible en la actualidad, sobre todo en la región occidental, donde se ubica la urbe capitalina, con pronóstico de lluvia por debajo de lo normal.
En la Habana, con 2,2 millones de habitantes, la situación se agrava por el estado de las redes de abasto, aunque está en marcha un amplio programa de rehabilitación. En los barrios más críticos, el agua llega a los hogares cada cuatro días, en tanto en otros se distribuye el agua en carros cisterna.
"La crisis del agua llegó al Vedado (céntrico barrio habanero), no la derroche", decía un cartel hecho a mano, pegado en la puerta del ascensor de un edificio. "Aquí nunca nos faltó (el agua), ahora hay días que no entra a la cisterna, no sabemos si es por la sequía o porque la cortan por las reparaciones que se están haciendo", dijo una vecina del inmueble.
Según expertos, la sequía es un evento meteorológico que forma parte de la variabilidad natural del clima en Cuba, aunque las investigaciones demuestran que en los últimos 40 años aumentó su frecuencia e intensidad. En ese sentido, esta vulnerabilidad natural se tiene en cuenta tanto como los huracanes en las estrategias de prevención y adaptación.
La peor sequía que sufrió esta isla caribeña en los últimos años ocurrió en 2004 y 2005, con perjuicios directos para dos millones de personas y a más de 900 asentamientos poblacionales. Según estimados oficiales el fenómeno causó pérdidas por alrededor de 1.200 millones de dólares. En tanto 2009 quedó registrado como el cuarto año menos lluvioso de la última centuria.
El período lluvioso va de mayo a octubre, pero, dada las características geográficas de Cuba, lo que trae precipitaciones realmente intensas suelen ser los huracanes. Sin embargo, estos últimos llegan asociados a inundaciones y vientos que a su paso dejan una estela de destrucción. La temporada de huracanes comienza el primero de junio y se extiende hasta el 30 de noviembre.