La Autoridad Nacional Palestina (ANP) se prepara para fundar un Estado en el menor tiempo posible. Pero su economía sigue muy dependiente de Israel y a su industria le cuesta recuperarse de la segunda Intifada, que estalló en 2000.
Los avances de la ANP en la creación de instituciones y mejora de las funciones del gobierno indican que está bien ubicado para crear un Estado, señala un informe del Banco Mundial y del coordinador especial de las Naciones Unidas para el Proceso de Medio Oriente.
El crecimiento del producto interno bruto de Cisjordania alcanzó 7,6 por ciento en 2010, dijo el Banco Mundial. Pero según la institución, el alza obedece al aporte de los donantes y "refleja una recuperación respecto del bajo nivel alcanzado durante la segunda Intifada", el alzamiento popular contra la ocupación israelí.
El crecimiento tampoco es sostenible y "sigue obstaculizado por las restricciones israelíes", señala el informe. No todos los sectores de la economía palestina crecen. La construcción está en auge, pero la producción industrial cayó casi seis por ciento, 10 por ciento por debajo del nivel registrado en 1999, según la institución.
Las principales calles de la ciudad de Nablús, entre los montes Ebal y Gerizim, en el norte de Cisjordania, que fueron destruidas por topadoras y tanques israelíes hace casi una década, ahora están repletas de automóviles y los semáforos reemplazaron el caos en el tránsito.
[related_articles]
El complejo Al Mujamma, con vista a la parte antigua, tiene un centro comercial, un cine y alberga varias empresas y estación de taxis subterránea.
"No es como antes de la Intifada", advierte Basel H. Kanaan, presidente de la Cámara de Industria y Comercio de Nablús, pese a la cantidad de personas que se concentran los sábados en los bulliciosos mercados.
En Jan al Tujjar, en la Ciudad Vieja donde hace siglos se vendías ropas traídas de Damasco y El Cairo, ahora se comercializan productos de mala calidad, procedentes de China.
"Los productos chinos destruyen nuestros negocios", se lamentó Kanaa. Los fabricantes locales apenas pueden competir.
Desde hace tiempo, Nablús ha sido el centro más importante de tejidos y telas teñidas. La industria de la vestimenta solía fabricar ropa barata para los campesinos y la clase media de las ciudades.
Se estima que el subsector emplea actualmente unos 65.000 trabajadores, que contribuyen a 15 por ciento de la producción industrial. Nablús tiene la mayor concentración de empresas textiles. La mayoría de ellas tiene menos de 10 empleados.
Moaz Hlihil tiene 15 empleados en el barrio de Aqaba, en el casco antiguo. Su empresa funciona en una vieja casa de piedra con techo en forma de arco que está llena de ropa, hilos y cajas de madera. En una pared cuelga una fotografía del líder histórico Yasser Arafat (1929-2004), quien declaró unilateralmente la independencia de Palestina en 1988.
"Trabajamos con Israel", señaló Hlihil. "Las oportunidades son limitadas porque vivimos en estado de sitio. El Estado judío es el único mercado que tenemos", apuntó.
La mayoría de los fabricantes palestinos están subcontratados por empresas israelíes, que se benefician de los bajos salarios de Cisjordania.
La fabricación de ropa tiene varias etapas. Una vez que se tiene el diseño, se corta la tela y se cose. Luego se lava, se plancha, se embala y se distribuye. Los palestinos suelen dedicarse al corte. Cuando la ropa llega a Israel, se vende en el mercado local o se exporta con etiqueta israelí.
La empresa de Hlihil es una de las pocas que diseña y corta la tela. "El trabajo es el mismo, es una rutina", explicó. Durante la Intifada siguió produciendo, pese a las difícil conyuntura. "La situación era mala, no mejoró y sigue así", añadió.
Los empleados de Hlihil ganan 20 dólares al día. Los israelíes pagan por pieza. "Es fácil. Si trabajamos, ganamos", indicó. A veces no hay pedidos y los trabajadores se ven obligados a encontrar otra forma de mantener sus ingresos.
Es difícil planificar porque el trabajo depende de la demanda, reconoció.
El desempleo en Cisjordania disminuyó 16,9 por ciento en el último trimestre de 2010, según el Banco Mundial, pero sigue alto.
"Antes de la Intifada solíamos tener trabajo todos los días", señaló Mohammad al Abhbar, uno de los empleados de Hlihil. "Nuestros ingresos eran mejores porque nuestros gastos eran más bajos", añadió.
El presidente de la Cámara de Industria y Comercio de Nablús se mostró contento con la reanudación de los vínculos entre empresarios israelíes y fabricantes palestinos. Kanaan no considera que los subcontratos textiles sean un problema. "Nos dan dinero y nuestra gente tiene trabajo", señaló con una sonrisa.
"En Nablús tenemos comercio, pero no economía", apuntó, con expresión seria. La industria tiene problemas porque muchas fábricas fueron destruidas durante la Intifada. "No se produce valor aquí, sólo hay comercio, que hace circular el dinero de un bolsillo a otro", añadió.
Sólo los fabricantes de muebles mejoraron en Nablús, indicó Kanaa.
"El año 2010 fue excelente, el mejor después de mucho tiempo", señaló Amer Nayef Qatalony, del poblado de Zawata, vecino de esta ciudad.
Cuando el ejército atacó Nablús en 2002 y la ciudad estuvo bajo toque de queda por casi 200 días, la empresa escapó a ar Ram, cerca de Jerusalén, pero en 2006 volvió a esta ciudad. "Desde entonces, nuestra situación mejora lentamente, pero de forma constante", indicó Qatalony.
La competencia china presiona los precios a la baja y pone en peligro a las empresas locales, explicó Qatalony, quien añadió que está seguro de que mucha gente sabe que los muebles palestinos son mejores. "Por suerte, no todos los clientes se fijan sólo en el precio", añadió.
El aumento de las ventas permitió a la compañía tener 90 empleados, respecto de los 30 antes del levantamiento popular de 2000. "Solían venir clientes de Israel y de toda Cisjordania", recordó. La tendencia se recupera lentamente.