La oposición ugandesa anunció que continuará con las protestas contra el aumento de los precios del combustible, de los alimentos y de otros artículos básicos, a pesar de la represión policial de los últimos dos días que terminó con tres muertes.
El jueves, en toda Kampala se escuchaban disparos de balas de goma de la policía y se propagaba en el aire el gas lacrimógeno usado para dispersar a los manifestantes.
La ciudad podría ser escenario de nuevos enfrentamientos entre manifestantes y uniformados este viernes, ya que se organizaban movilizaciones contra el aumento de las matrículas en la Universidad de Makerere.
Líderes de la oposición política y de la sociedad civil, unidos en una amplia coalición llamada "Acción por el cambio", organizaron marchas el martes y el jueves bajo el lema "Camina al trabajo", en protesta por el aumento de los precios del transporte.
El costo del petróleo se disparó 50 por ciento desde enero, a 4.000 chelines ugandeses, unos dos dólares.
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Los manifestantes, que llegaron de todos los puntos de la capital, así como de los pueblos de Jinja, Mukono y Gulu, exigían que el Estado pusiera freno los precios. El gobierno afirma que la inflación es un problema en el marco de la crisis global y que está fuera de su control.
"¿Cuánto gastan en comprar gas lacrimógeno", señaló la manifestante Isa Kirunda, quien fabrica panes en la vera de una carretera cerca de Kampala y apoya al opositor Partido Demócrata. "¿No se puede subsidiar el combustible? Este gobierno debe irse. Estamos hartos", señaló.
"Estamos cansados de este gobierno", gritaba el líder juvenil del Foro para el Cambio Democrático, justo antes de haberse enfrentado a la policía en Kasangati, no lejos de la residencia del líder opositor Kizza Besigye, quien se enfrentó aunque sin éxito en las últimas elecciones de febrero al presidente Yoweri Museveni.
Cuarenta personas fueron heridas en enfrentamientos con policías antidisturbios, según la portavoz de la Cruz Roja de Uganda, Catherine Ntabadde.
Informes de prensa señalaron que un bebé de cuatro meses murió tras ser expuesto a gases lacrimógenos, y una mujer resultó gravemente herida en el estómago durante los choques.
Funcionarios de seguridad le comunicaron a Besigye que tenían órdenes de impedirle avanzar. En protesta, se sentó al borde de un arroyo cercano a la carretera.
El líder opositor goza de fuerte apoyo popular en su distrito, y fue rápidamente rodeado por partidarios que querían impedir su arresto. Así se generó una tensión que duró ocho horas, y terminó cuando la policía decidió dispersar a los manifestantes con balas de goma. El propio Besigye estuvo entre los heridos, y fue llevado al hospital con un disparo en su mano derecha.
La portavoz de la policía, Judith Nabakoba, negó que los uniformados fueran responsables de las heridas del líder opositor. "Besigye pudo haberse lastimado él mismo con un objeto cortante durante la confusión", señaló.
Los médicos que lo atendieron en el hospital de Kololo informaron que un dedo de su mano derecha había sido dañado por una bala de goma.
La protesta y la dura respuesta policial hicieron que la ciudad permanecería bloqueada por un buen rato. Los vehículos que venían de otras partes del país no pudieron ingresar durante gran parte del día. El ejército fue convocado a apoyar a la policía.
El activista por los derechos humanos Livingstone Sewanyana dijo a IPS que la acción del gobierno contra los manifestantes pacíficos era ilegal y violaba la Constitución.
"¿Qué tiene de malo que la gente camine? ¿Eso amerita que se despliegue al ejército o justifica el caos que sacudió a la ciudad?", preguntó Sewanyana, director ejecutivo de la Fundación para Iniciativas de Derechos Humanos, con sede en Kampala.
Por su parte, el portavoz del ejército, Dennis Omara, dijo en conferencia de prensa: "Sólo fuimos un respaldo de la policía porque la situación se fue de las manos. Las calles ahora están libres y la gente puede entrar y salir de la ciudad, ya que la situación está bajo control".
Mientras, Aaron Mukwaya, profesor de ciencias sociales de la Universidad de Makerere, opinó que las manifestaciones demostraban una creciente determinación popular a presionar por un cambio, y que debían esperarse protestas aun mayores.
Alertó que el gobierno ugandés probablemente respondería con más firmeza aun a la oposición, por temor a que ocurra una réplica de los levantamientos populares que sacuden al mundo árabe.