KAZAJSTÁN: Urnas para esconder la autocracia

El presidente de Kazajstán, Nursultán Nazarbayev, fue reelecto en comicios cuestionados por observadores internacionales y boicoteados por la oposición.

Un activista del gobierno distribuye panfletos a favor del presidente. Crédito: Robin Forestier-Walker/Al Jazeera
Un activista del gobierno distribuye panfletos a favor del presidente. Crédito: Robin Forestier-Walker/Al Jazeera

Analistas han criticado el desempeño de la comisión electoral y su procedimiento de inscripción de candidatos, mediante el cual se postularon sólo tres rivales de poco peso para el «Padre de la Nación», como se conoce a Nazarbayev.

La fragmentada oposición no postuló ningún candidato común para los comicios del domingo, en los que el jefe de Estado finalmente quedó con 95,5 por ciento de los sufragios, según la comisión electoral.

Incapaces de presentar un serio desafío a través de manifestaciones callejeras como las ocurridas en Túnez y Egipto, los opositores optaron por llamar a la población a no votar.

Pero Nazarbayev no se preocupó en absoluto. El 31 de enero, el líder de 70 años –y que gobierna desde 1990— había convocado las nuevas elecciones presidenciales mientras sus ministros lo observaban desde sus sillas doradas en el palacio Ak Orda de Astana, la enorme casa de gobierno.

«Considerando la voluntad del pueblo y la fidelidad a los principios democráticos, propongo celebrar unas elecciones presidentales tempranas, a pesar del hecho de que reduce mi periodo de gobierno casi dos años», dijo en un discurso televisado.

No fue difícil para los kazajos concluir que el «Líder de la Nación» (título vitalicio concedido por el parlamento y que le da impunidad legal) tenía en su mente las revueltas populares en el mundo árabe.

La idea de un referendo para extender su gobierno hasta 2020 había sido antes criticada por la Unión Europea y Estados Unidos. Con su nuevo anuncio, el mandatario parecía estar dando un gesto democrático.

El presidente kazajo, al igual que sus pares de Uzbekistán, Turkmenistán y Tajikistán, tiene absoluta autoridad en el país, que sufre de corrupción sistemática y grandes desigualdades entre ricos y pobres.

No hay un sistema judicial independiente y los medios masivos están controlados por el Estado o se autocensuran. La libertad de reunión está limitada, y los genuinos movimientos de oposición son prohibidos o reprimidos.

Observadores internacionales creíbles como la Organización para la Seguridad y la Cooperación de Europa (OSCE) nunca certificaron como justas y libres las elecciones en este país.

La fragmentada oposición kazaja cree que el país merece la misma ola de cambios que se presencia en el mundo árabe.

Opositores recientemente lograron realizar una manifestación con la autorización del gobierno. Una amplia coalición de activistas y partidos políticos llamó a un boicot de las elecciones. Se distribuyeron panfletos que señalaban «Túnez, Egipto… ¿quién sigue?».

Vladimir Kozlov, quien preside el partido político no registrado «Alga!» (¡Adelante!), señaló que las elecciones, originalmente previstas para 2012, eran solamene otra estratagema del presidente para extender su poder.

«Creemos que es un insulto. No pensamos que nos dé suficiente tiempo para participar. Por tanto, le pedimos a la gente que no vote, y esa será nuestra protesta. Dejémos que Nazarbayev obtenga su 96 por ciento, como auguran sus asesores, pero será 96 por ciento de los 15 por ciento que participan de esas elecciones», había dicho.

Lo que esconde el argumento de Kozlov es también el reconocimiento tácito de que el presidente goza de una duradera popularidad, algo que ningún partido político aún tiene fuerza para contrarrestar.

Lejos del centro de la ciudad, unas pocas cientos de personas participaron de la movilización, y la mayoría eran jubilados. Agentes de civil rodearon a la multitud. En la última cuenta, la página del movimiento opositor en la red social por Internet Facebook tenía apenas 435 miembros.

Olzhas, partidario de la oposición en su juventud, observaba a los manifestantes con desdén.

«Demuestran su enorme falta de talento. Incluso el lugar mismo de la manifestación… ¿Quién quiere ir a un parque aislado a las afueras de la ciudad para protestar? Nadie tiene suficiente fervor o valentía para acudir ilegalmente a la plaza principal», señaló.

En esto también coincide el consejero político principal del presidente, Yermukhamet Yertysbayev. «Están mal organizados y no tienen respaldo financiero. No tienen ninguna ideología. No pueden promover nada ni podrían competir con las políticas del presidente», señaló.

Por su parte, Kozlov reconoció que era casi imposible hoy en Kazakstán que una oposición genuina desafiara al gobierno.

«El régimen usa muchas formas de limitarnos. Inician casos penales. La gente abandona el país porque quiere evitar la prisión. O pueden comenzar a dispararle a las personas, como hicieron con Altynbek Sarsenbaev», indicó.

Sarsenbaev es una de las varias figuras de la oposición asesinadas o muertas en circunstancias sospechosas en la última década. Fue baleado junto a su guardaespaldas y su conductor en febrero de 2006.

Luego de esas muertes, miembros de la fuerza de seguridad del Estado fueron condenados a prisión, y el jefe de esa fuerza debió renunciar.

La popularidad que aún goza el mandatario se basaría en la bonanza económica. En comparación con los egipcios, por ejemplo, los 16 millones de kazajos parecen estar mejor. El producto interno bruto por habitante de este país supera los 9.000 dólares, cuatro veces más que en Egipto.

A Nazarbayev se le acredita haber rescatado al país de la ruina de los años 90. Kazajstán se convirtió en la economía más exitosa de Asia central. Sus vastos recursos mineros recibieron importantes inversiones externas.

Mientras, la oposición kazaja sigue sin estar suficientemente organizada para convocar a una gran movilización callejera, señaló la politóloga Mia Olsson.

«La gran diferencia es que en Egipto y Túnez hay una amplia clase media desconectada con las elites. En Kazajstán, los ricos están relacionados con la industria petrolera, y no existe una clase media», explicó.

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