Los 130.000 residentes de esta templada ciudad mediterránea se sienten más aliviados. Su cielo ahora está mejor protegido ante los esporádicos ataques lanzados desde la franja de Gaza, a apenas 12 kilómetros de distancia.
"Nuestras fuerzas armadas nos protegen. Estamos muy agradecidos de estar en sus manos", dijo un residente quien se acercó para observar de cerca el gigantesco sistema antimisiles instalado en un campo a las afueras de la ciudad.
Ante la intensa presión pública y frente a la última ronda de enfrentamientos con combatientes islamistas palestinos, el ejército israelí decidió este mes desarrollar el sistema, denominado Cúpula de Hierro.
Aunque todavía no está plenamente operativo, el 7 de abril abatió un cohete Grad lanzado desde territorio controlado por Hamás (Movimiento de Resistencia Islámica) contra Ashkelon. Fue la primera vez en la historia en ser interceptado un cohete de corta distancia.
Al día siguiente, fueron abatidos otros tres misiles disparados en forma simultánea. Cientos de pedazos de proyectil cayeron en áreas descampadas.
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Las operaciones pueden ser vistas desde la ciudad. "Escuchas una sirena y luego el sonido de la Cúpula de Hierro, muy fuerte, casi como el motor de un jet, y luego una llamarada. Eso es todo, en pocos segundos", contó otro residente.
El sistema antimisiles utiliza cámaras y radares para detectar los cohetes que se acercan, calcular su trayectoria, enviar su información a un centro de control que estima el posible lugar de impacto y luego interceptar el misil a medio vuelo.
No obstante, críticos señalan que es demasiado costoso: son decenas de miles de dólares por misil interceptado, cuando un cohete Qassam de Hamás cuesta apenas cientos de dólares. Por tanto, aun si no llegan a impactar, los proyectiles palestinos de todas formas pueden afectar las finanzas israelíes.
Defensores del sistema señalan que la Cúpula de Hierro es selectiva. El interceptor es disparado para neutralizar los cohetes sólo cuando el radar determina que la zona de impacto puede constituir una amenaza a la población.
El desarrollo del sistema se aceleró en 2006, luego de la guerra de Israel contra el movimiento chiita libanés Hezbolá (Partido de Dios). Entonces, unos 4.000 cohetes Katyusha llovieron sobre centros poblados israelíes, obligando la evacuación de un cuarto de millón de civiles. Un millón más fueron confinados a refugios antiaéreos.
En el sur, un millón de personas se encuentran dentro del área de alcance de los misiles de Hamás y de otros grupos palestinos. Desde la última guerra en Gaza, en 2009, Hamás expandió su alcance. En la última ronda de escaramuzas en la frontera murió un civil israelí. Del lado palestino, fallecieron 19, entre ellos dos civiles.
Según fuentes militares israelíes, misiles de Gaza y Líbano ahora podrían llegar al centro del país, lo que supondría una amenaza sin precedentes.
A pesar del exitoso funcionamiento de la Cúpula de Hierro, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu aún no ve razones para celebrar. "Estamos en la primera fase de desarrollo. Estamos en una carrera, pero (todavía) no podemos proteger todas las casas, a todos los ciudadanos, a todos los lugares en Israel", dijo la semana pasada al visitar el lugar donde está instalado el sistema.
Pocos días después, la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó un apoyo de 205 millones de dólares para el sistema antimisiles israelí, una decisión elogiada por Netanyahu.
En forma paralela, el gobierno israelí aprobó el despliegue de cuatro baterías antimisiles más para fines de 2012. La Fuerza Aérea estima que se necesitan 13 unidades para proteger en forma efectiva a todo el territorio.
Los políticos israelíes esperan que la Cúpula de Hierro ayude a aliviar la presión pública para actuar con mano más firme ante las amenazas. "La Cúpula de Hierro tiene un efecto psicológico sobre la voluntad y la capacidad de la población a plantarse frente a los ataques", destacó el analista militar Ra'anan Gissin.
"También es un importante disuasivo. Le estamos diciendo a Hamás: Intentarán golpearnos con sus misiles, pero fallarán", añadió.
Sin embargo, muchos israelíes, si bien reconocen el valor de este sistema, insisten en que Netanyahu debería iniciar significativas negociaciones de paz con los palestinos.
"Protegernos contra los cohetes y misiles está bien. Pero la mejor seguridad sigue siendo encontrar una vía para sentarse y hablar con los palestinos", dijo otro residente de Ashkelón, reflejando una preocupación general.
En septiembre pasado, Netanyahu se negó a ampliar un congelamiento parcial de la construcción de asentamientos judíos en Cisjordania y Jerusalén oriental. Esto derivó en un abrupto fin de las conversaciones de paz menos de un mes después de que reanudaran.
Desde entonces, el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmoud Abas, ha acelerado su campaña mundial para el reconocimiento del Estado palestino. Se espera que los esfuerzos diplomáticos alcancen un clímax durante la próxima reunión anual de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, en septiembre.
El ministro de Defensa de Israel, Ehud Barak, predijo un "tsunami diplomático" contra su país. Por su parte, el general Amos Gilad, alto funcionario de la cartera, alertó que esa situación "no sería menos grave que una guerra", y señaló que Israel quedaría aislado internacionalmente si no iniciaba negociaciones con Palestina.
Pero Netanyahu parece imperturbado por las advertencias. Frente a una reunión del gobernante derechista Partido Likud, afirmó el jueves: "Debemos poneros firmes frente a lo dictados que nos dejan sin seguridad ni paz".