Filipinos en Libia: entre las balas y el desempleo

En medio de la crisis en Libia, miles de trabajadores inmigrantes procedentes de Filipinas se enfrentan a un grave dilema: arriesgar sus vidas quedándose o regresar a su patria y sufrir inseguridad laboral.

Masucal muestra el documento que le permitía trabajar en Libia. Crédito: Kara Santos/IPS
Masucal muestra el documento que le permitía trabajar en Libia. Crédito: Kara Santos/IPS
Exequel Masucal, quien retornó a Filipinas en marzo, originalmente quería quedarse en Libia y enviar a casa sólo a su esposa y a sus cuatro hijos. Sin embargo, debido a que estos son aún muy pequeños y por temor a los peligros al cruzar la frontera, decidió acompañarlos.

"Normalmente, los comercios y las oficinas cierran los viernes", dijo Masucal a IPS. "Cuando comenzó el conflicto, era como si todos los días fueran viernes. No veías a nadie en las calles. Si se reunían tres o cuatro personas, inmediatamente eran dispersadas".

"En ese momento, realmente nos daba miedo salir. No podíamos dejar la casa", añadió Lilia, la esposa de Exequel. "Las escuelas estaban todas clausuradas porque se habían convertido en centros de refugio".

Masucal comenzó a trabajar como un técnico en computación hace 15 años para un empleador libio. En 2005, abrió su propio negocio de equipamiento para oficinas. Él y su familia gozaban de una confortable vida en Trípoli, pero de la noche a la mañana perdieron su hogar, su empresa, sus propiedades personales, sus cuentas bancarias y todas sus ganancias.
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"Dejamos todo. Casi todos los filipinos que abandonaron Libia no pudieron traer nada, sólo sus ropas. Si tenías una gran valija, tenías que dejarla en la frontera", contó a IPS.

A veces, las computadoras portátiles y los teléfonos móviles eran también confiscados por "motivos de seguridad".

Como parte del programa de repatriación voluntaria, la familia de Masucal pudo tomar el ferry MV Ionian Queen, que los llevó del este de Libia a la isla griega de Creta. Allí abordaron un avión de Aerolíneas Filipinas que los trajo a Manila el 10 de marzo.

Pronto instalaron en Rizal, 20 kilómetros al este de la capital, con los padres de Masucal.

"Otros inmigrantes que regresaron y con los que hablé están muy deprimidos. No tienen empleo y no pudieron traer mucho dinero en el apuro. Algunos están dispuestos a regresar y a arriesgarse a la guerra con tal de ganar algo", señaló.

A pesar de los llamados de la cancillería filipina a sus ciudadanos a que regresen de Libia debido a la violencia y la incertidumbre, muchos prefieren poner sus vidas en riesgo en vez de quedarse sin trabajo.

"Las únicas enfermeras que quedan allí son filipinas, especialmente en el Centro Médico de Trípoli", señaló Masucal. "Las europeas y de otras nacionalidades se fueron en la primera semana de la crisis".

La cancillería hizo un "ultimo llamado" a los filipinos en Libia hacia fines de marzo. Sus últimas cifras indican que aproximadamente 1.600 de las más de 2.000 enfermeras en ese país africano optaron por huir. Mientras, apenas 100 profesores han decidido permanecer en territorio libio.

Antes de la crisis, la Oficina por el Bienestar de los Trabajadores en el Exterior estimó que había unos 26.000 filipinos trabajando en Libia, la mayoría en la construcción, el petróleo, el gas, la hotelería, la salud y otros sectores de servicios, informó el Departamento de Trabajo y Empleo.

Según esta cartera, "a la mayoría de los trabajadores filipinos se les prometió un incremento de sus salarios si se quedaban".

La organización Amnistía Internacional expresó preocupación por la seguridad de miles de trabajadores inmigrantes que permanecen en Libia. Al comienzo del conflicto, el grupo había pedido garantías de seguridad para todos los civiles, especialmente los que cruzan la frontera hacia Túnez, incluyendo los filipinos.

"La decisión de miles de inmigrantes, algunos de los cuales decidieron permanecer en Libia debido los altos pagos, demuestra la desesperación de algunos filipinos por hallar pasturas verdes en el exterior, a pesar de los riesgos", dijo a IPS la directora de la oficina de Amnistía en Manila, Aurora Parong.

En un informe de la organización fechado el 25 de marzo se incluyen historias terribles, como la de un cohete que dio contra una habitación donde dormían una mujer y su hija de 11 años, que sufrieron múltiples heridas.

Amnistía llamó Manila a dar pasos concretos para asegurar que todos los filipinos que permanecen en Libia sean tratados de acuerdo con el derecho internacional.

"La cancillería debe facilitar la comunicación entre los inmigrantes y sus familias, si deciden permanecer en Libia. En caso de que sean detenidos, el gobierno debe tomar medidas para identificar el lugar del arresto y proveer la asistencia necesaria", dijo Parong.

El hermano de Masucal trabaja en un hospital militar en Libia y decidió quedarse. "Dice que su lugar es relativamente seguro", señaló Masucal, pero no ha podido contactarlo recientemente por teléfono celular.

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