Palomitas de maíz, maníes, carteles de protesta, té y la ubicua bandera de Yemen . Todo se puede comprar mientras se manifiesta contra el gobierno frente a la Universidad de Sanaa.
Las movilizaciones no han cesado desde mediados de febrero, a pesar de la fuerte represión. Miles integran la multitud que prometió no retroceder hasta que el presidente Ali Abdalá Saleh abandonara el cargo.
La situación en Yemen se enmarca en una ola de protestas antigubernamentales en el mundo árabe que se inició a mediados de enero, cuando movimientos populares derrocaron en Túnez al presidente Zine El Abidine Ben Ali. Le siguieron protestas similares en Egipto, que terminaron con el régimen de Hosni Mubarak.
A mediados de febrero, yemeníes iniciaron sentadas de protesta en todo el país. Frente a la Universidad de Sanaa, estudiantes iniciaron su propia manifestación, que fue creciendo. Ahora el lugar está lleno de tiendas de campaña.
Algunos han traído televisores y obtienen la electricidad de comercios vecinos.
[related_articles]
Pero lo más llamativo de esta atmósfera casi festiva es el inmediato interés de comerciantes en atender las necesidades de los manifestantes.
Gassiem al-Shiri, de 13 años, vende una variedad de bolsas con la bandera yemení. Los manifestantes pueden no estar contentos con sus líderes, pero aman a su país.
"Estoy aquí desde el primer día de protestas. Gano entre 1.000 y 2.000 riales yemeníes (entre cuatro y ocho dólares) al día", señaló.
Se trata de un ingreso decente para un país en el que 40 por ciento de sus 24 millones de habitantes viven en la pobreza. Es una de las estadísticas que muchos esperan cambien una vez que salga del poder Saleh, quien ha gobernador por 32 años.
"¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera! Si Dios quiere, el presidente dejará este país", gritaba al-Shiri.
Varios otros vendedores también ofrecían bufandas con la bandera yemení, en varios tamaños. También se podían comprar carteles a color con mensajes contra Saleh. Algunos incluían simples burlas, pero otros eran más amenazadores. Uno de ellos llevaba una imagen en la que varias armas apuntaban a la cabeza del mandatario.
Pero lo que más se vende es té. Los yemeníes disfrutan mucho de esa bebida. Un vendedor creó su propia marca aprovechando el sentimiento general: "Té de la libertad".
Khaled Khaderi cerró su negocio de ropa para instalar un comercio de venta de té en el área que los manifestantes han pasado a llamar "Plaza del Cambio":
"Éste es el sabor de la libertad", decía Khaderi mientras entregaba tazas a sus clientes. "Solía vender prendas de vestir cerca de la Universidad de Sanaa, pero opté por el té para hacer más dinero. La gente no venía aquí a comprar ropa. Querían té", señaló.
Otros vendedores que ya estaban instalados cerca de la Universidad han visto incrementados sus ingresos. Ahmed Salhed, quien repara calzados en la calle, dijo que tuvo más clientes desde que empezaron las protestas.
Najeeb al-Badri y Shayf Bin Ali señalaron que su negocio de "qat", una planta narcótica, también ha crecido.
Otro vendedor que tenía un puesto de palomitas de maíz en la Ciudad Antigua de Sanaa se mudó al sitio de las protestas. Ahora vende el paquete a unos 100 riales (20 centavos de dólar).
"Mis ingresos crecieron 80 por ciento al día", destacó.