Cientos de personas se reunieron este viernes en la plaza Tahrir («Liberación») de Bagdad para protestar contra el gobierno iraquí, a pesar de que una prohibición al tránsito de vehículos les obligó a caminar durante horas para llegar al centro capitalino.
La manifestación en Bagdad fue una de las muchas que se produjeron en todo el país este viernes, incluyendo una en la meridional ciudad portuaria de Basora y otra en la central de Nayaf.
En Basora, unas 1.000 personas se congregaron frente a la sede del consejo provincial. La semana pasada, una manifestación similar había derivado en la renuncia del gobernador.
Esta semana, los manifestantes exigieron que el consejo fuera disuelto y que se mejoraran servicios básicos como agua y electricidad.
Diversas movilizaciones se han producido en este país en el último mes. Los iraquíes demandan una mejor calidad de vida, ocho años después de la invasión liderada por Estados Unidos que derrocó al régimen de Saddam Hussein (1979-2003).
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La mayor protesta se produjo el viernes pasado, cuando los iraquíes tomaron las calles de por lo menos 17 ciudades y pueblos. Un total de 16 personas murieron y más de 130 resultaron heridas como resultado de enfrentamientos con las fuerzas de seguridad. Los alzamientos, inspirados en las revoluciones en Túnez y Egipto, se han concentrado en exigir mejores servicios públicos, salarios más altos y el fin de la corrupción.
«Nuestro país está perdido, y en los últimos ocho años el gobierno no ha logrado ofrecer servicios a la gente. Miles de jóvenes están sin trabajo», dijo Bahjat Talib, quien participó de la protesta en Bagdad.
Contó haber tenido que caminar por el vasto barrio chiita de Ciudad Sadr, en el este bagdadí, y atravesar ocho puestos de vigilancia para llegar a la plaza.
Talib dijo que debió decirles a las fuerzas de seguridad que se dirigía a su trabajo. De otra manera, no podría pasar.
Fue uno de los 500 manifestantes que se congregaron en la plaza Tahrir, vigilados esta vez por un mayor número de uniformados que lo habitual.
«La gente seguirá protestando hasta que haya una reforma, pues el gobierno ha sido construido sobre una base sectaria», dijo Faisal Hamid, pensionista que llegó a la plaza desde el cercano barrio de Karrada.
El gobierno iraquí, temiendo que las protestas se salieran de control, tomó estrictas medidas para limitarlas.
El jueves pasado, la administración del primer ministro Nuri Al Maliki impuso una prohibición al tránsito de vehículos en Bagdad, obligando así a los manifestantes a caminar varios kilómetros para poder llegar al centro de la capital. Prohibiciones similares fueron impuestas en las ciudades de Mosul y Kirkuk (norte), y en Basora.
Las calles que llevan a la plaza fueron bloqueadas por las fuerzas de seguridad, mientras helicópteros sobrevolaban Bagdad.
Maliki había intentado desacreditar las protestas, señalando que los manifestantes eran partidarios de Saddam Hussein y de la red radical islámica Al Qaeda.
Ammar Ziad, empleado del Ministerio de Finanzas que protestaba este viernes en la plaza Tahrir, rechazó esas acusaciones.
«No somos del Partido Baaz (de Saddam Hussein), simplemente somos iraquíes exigiendo simples derechos, como los servicios» públicos, indicó.
Los manifestantes este viernes tomaron medidas para protegerse, revelando la desconfianza que sienten hacia las fuerzas del gobierno.
Kamil al-Assadi, residente de Ciudad Sadr, formó un comité para inspeccionar a todas las personas que ingresaran a la plaza, por temor a que miembros de las fuerzas de seguridad se infiltraran en la multitud.
«No confiamos en las fuerzas de seguridad, y creamos un comité para inspeccionar a los manifestantes y asegurar que ninguno portara un cuchillo ni ningún tipo de armas con el fin de crear problemas durante las protestas», señaló.
* Publicado en acuerdo con Al Jazeera.