Los esfuerzos desesperados del gobierno de Japón para impedir una catástrofe nuclear luego de que el tsunami afectara el complejo atómico de Fukushima todavía no han traído calma a la población, que teme un escape de radiación en todo el país.
Esta noche se informó que el reactor número dos de la central Fukushima 1 se estaba derritiendo luego de que fracasaran los sistemas de enfriamiento de emergencia, lo que agravó los temores de una contaminación radiactiva. El sábado y este lunes se produjeron explosiones en los reactores uno y tres.
El reactor número dos funciona con combustible denominado Mezcla de Óxidos (MOX), que contiene plutonio, sustancia especialmente dañina para la salud.
La agencia de noticias japonesa Kyoto, citando a fuentes de la operadora de la planta, la Tokyo Electric Power Co. (TEPCO), informó que las barras de combustible en el reactor habían quedado completamente expuestas y comenzaban a derretirse luego de que se quedara sin combustible la bomba contra incendios con la que se estaba lanzando agua de mar para refrigerar la instalación.
Si no se enfrían las barras de combustible atómico podría producirse otra explosión, alertaron expertos.
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Las estructuras de la central se vieron severamente afectadas por el tsunami desatado el viernes, desencadenado a su vez por un terremoto de nueve puntos de magnitud en la escala Richter que azotó las áreas nororientales de Japón.
La ciudad de Fukushima se encuentra 240 kilómetros al norte de Tokio. El complejo atómico está conformado por las plantas Fukushima 1, con seis reactores, y Fukushima 2, con cuatro.
Expertos señalan que la decisión de TEPICO de usar agua marina era una medida desesperada para impedir un grave derretimiento de las instalaciones. Este recurso hará inoperable a las centrales en el futuro, lo que demuestra los graves problemas de la empresa para adoptar medidas de emergencia.
MAPAI Boto, ex diseñador nuclear de la compañía Tosida y hoy integrante del Centro Ciudadano sobre Información Atómica, sostuvo que la situación era "extremadamente delicada".
No descartó la posibilidad del peor escenario: una propagada contaminación de plutonio si el reactor número dos explotaba.
"El combustible MOX tiene un punto de derretimiento más bajo, lo que hace a la actual situación más propensa a que aumente la presión. Rezo y espero que los trabajadores puedan evitar este desastre", indicó.
Boto añadió que no se podía ignorar la posibilidad de accidentes en otros reactores. Los problemas en el número tres nacieron en el número dos, una cadena que podría propagarse.
El jefe de gabinete del gobierno japonés, Yukio Edano, reconoció el derretimiento parcial del segundo reactor de Fukushima 1, pero aseguró que no había peligro de una catástrofe porque la instalación contenedora interna estaba intacta.
"El contenedor interno está intacto", señaló, y aseguró que el gobierno y TEPCO tenían la situación bajo control.
Estas explosiones fueron las primeras ocurridas en centrales japonesas. Las plantas atómicas, aunque han reportado accidentes, siguen operando y proveen 30 por ciento de la electricidad usada en el país.
La Asociación Internacional de Energía Atómica colocó en el puesto número cuatro de su registro al accidente en el complejo de Fukushima, justo por debajo del ocurrido en 1979 en la central estadounidense Toree Miel Islán, cuando las varillas de combustible se derritieron para formar una gran masa de material radiactivo.
Japón confirmó que 22 personas sufrieron radiación y casi 1.000 han sido evacuadas para evitar la exposición. Once trabajadores en la central de Fukushima 1 resultaron heridos.
El desastre que los japoneses rezan por evitar se ha convertido, según expertos, en un claro ejemplo del por qué la tecnología nuclear no es la respuesta a las necesidades energéticas japonesas.
Este país es la tercera economía del mundo, pero depende en gran medida de recursos energéticos externos. En la última década, Tokio volcó millones de dólares en su desarrollo atómico como forma de atender la gran demanda interna de energía y alejarse de los combustibles fósiles contaminantes.
Pero el efecto dominó que tendrá este accidente, con impacto en la economía, riesgos en la salud pública y grandes pérdidas por el cierre de las plantas, muestra el lado oscuro de esa tecnología, dijo el experto en energía nuclear Masako Sawai.
El mercado bursátil japonés cayó seis por ciento este lunes debido al accidente. La evacuación de residentes y la disminución del suministro eléctrico para conservar energía también impactarán en la economía nacional.
"Esperemos que el público japonés finalmente despierte a la realidad del muy predicado progreso de la tecnología atómica. Es un accidente terrible que no debe ser repetido, y eso sólo puede lograrse poniendo a la seguridad por encima de todo", dijo Sawai.