Como una linterna sobre zonas oscuras de la sociedad de Cuba y la fuerza de los años tempranos, la Muestra Joven cumplió su primera década como cita del cine independiente local, marcada por la experimentación y los temas complejos e invisibles en los medios de comunicación.
"La muestra se ha ganado un espacio, a pesar de todos los pesares", dijo a IPS Danae Diéguez, integrante del comité organizador del encuentro desde el 2006, que este año tuvo lugar entre el 22 y el 27 de febrero.
El filo crítico de las obras exhibidas ha chocado más de una vez con las instituciones, como sucedió con el intento de censura en 2010 del documental "Revolution", de Mayckell Pedrero, sobre el contestatario dúo cubano de hip hop Los Aldeanos.
Para el realizador Carlos Y. Rodríguez, uno de los méritos del festival está en constituir "un espacio para todas aquellas obras que tratan problemas polémicos de la realidad".
En este sentido, el cineasta originario de Santiago de Cuba, 861 kilómetros al este de La Habana, explicó a IPS que se alcanzó esta meta "sabiamente, educando a los realizadores y un poco a la sociedad también"
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La cita nació en 2000 y mantuvo el nombre de Muestra de Nuevos Realizadores hasta la edición de este año, cuando pasó a llamarse Muestra Joven.
El Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica (Icaic) coordina el encuentro, pero según Diéguez conserva la "libertad en las mentalidades" que distingue la hornada joven de los cineastas cubanos.
La democratización de las tecnologías en el país contaba ya al comenzar el milenio con un camino recorrido después del nacimiento del video y el acceso doméstico a la filmación de imágenes.
Las obras de quienes tomaron una cámara y grabaron por simple placer se habían reunido a finales de los años 80 y principios de los 90 en muestras de la no gubernamental Asociación Hermanos Saíz, que allanaron el camino para la iniciativa del Icaic.
El instituto persiguió con la muestra "aunar, atraer y ubicar el grupo de gente que hacía cine alternativo, fuera de las propuestas de la industria, con otros presupuestos de producción, mediáticos, y en alguna medida estilísticos", detalló Diéguez.
Los audiovisuales presentados en el festival alcanzaron una nueva dimensión con la entrada de la tecnología digital, que amplió las posibilidades de filmar y editar. Los costos de una producción de este tipo corren a cuenta de los realizadores y las personas cercanas que puedan colaborar con el financiamiento.
"La independencia es por un lado material, y por otro mental", aseguró Diéguez.
Acercamientos a la prostitución, violencia hacia la mujer, drogadicción, el abandono de campesinos de sus tierras por la escasez de recursos, las carencias en la educación pública, el funcionamiento superficial de instituciones cubanas, y la pobreza, figuran entre la paleta temática que cada año caracteriza al encuentro.
El experto en cine Enrique Colina asegura que la pasión entre la juventud reunida alrededor de la muestra por contar temas candentes de la realidad del país surge de la ausencia de un periodismo crítico y social en esta nación caribeña, donde los medios de comunicación están en manos del Estado desde mediados de la década de los 60. La denuncia social es protagonista en el abordaje de las cintas del festival. "Ha sido importante para que la gente saque de dentro todas esas cosas que le dañan en lo profundo, temáticas sociales, muy fuertes, muy intensas", dijo IPS Arianna Fajardo, quien trabaja en la comunitaria Televisión Serrana, ubicada en el oriente del país.
A sus 27 años, esta creadora ostenta premios en varias ediciones de la muestra con "¿A dónde vamos?", de 2010, sobre la migración forzada en el campo, y la poética "Papalote", que aborda la inercia en que se sumen los habitantes en Cuba y fue galardonada en la edición que acaba de concluir.
En esta ocasión fueron 69 las cintas a concurso, que compitieron en diferentes categorías, con ficción, documental, animación y música original como las principales.
En ficción y música original triunfó "Memorias del desarrollo", de Miguel Coyula. La cinta es la primera filmada y exhibida en Estados Unidos y Cuba desde que entró en vigor el embargo contra La Habana, lo que fue posible por ser independiente y sin fines de lucro.
El filme retoma la historia de Sergio, protagonista del emblemático "Memorias del subdessarrollo", del ya fallecido director cubano Tomás Gutiérrez Alea.
Para Fajardo, la muestra ayuda a que historias locales se proyecten en cines de la capital, y algunas resuenen en otros países. A pesar del atractivo, fuerza y actualidad de muchos metrajes, "tal vez no generen otro diálogo más allá de los cines de La Habana", lamentó Fajardo.
No obstante, especialistas aseguran que el principal circuito de distribución de sus productos es tan alternativo como la muestra misma.
El llamado "mercado USB", por la denominación del puerto de conexión de los periféricos a la computadora, disemina de mano en mano, a veces por el mercado negro, obras como "Leones, buzos y tanqueros", de 2008, sobre personas que, sin protección sanitaria, reciclan la basura para sobrevivir.
Este mercado consiste en el alquiler o venta informal de discos compactos y DVD o a través de discos extraíbles, de películas, series o espectáculos televisivos, nacionales o internacionales, todos pirateados.
A esto se le suma la costumbre cubana de intercambiar o regalar en formato digital toda suerte de audiovisuales, para el entretenimiento o consumo informativo.
En el certamen conviven obras amateur con las de cineastas profesionales y en sus primeros 10 años ha servido de lanzamiento de ahora reconocidos cineastas, como Lester Hamlet y Pavel Giroud, y ha impulsado el actual "boom" del cine independiente en Cuba.
Desde 2009, una selección de los trabajos presentados en la muestra de La Habana recorre después todas las provincias del país. Pero "es muy difícil que lleguen a regiones más alejadas de las capitales de provincia. Hay un público que se queda fuera de la historia, y no se entera de lo que pueda estar pasando", enfatizó Fajardo. En varias oportunidades, Magali Cavus, investigadora de la Universidad de Lyon, en Francia, ha llevado a ese país obras del cine joven y alternativo cubano. "Estas películas ayudan a que la gente no vea a Cuba en blanco y negro, sino con muchos más matices", reveló la experta francesa a IPS.