Ante las masivas manifestaciones en Egipto de los últimos días y la gran concentración de este martes en El Cairo, el gobierno de Estados Unidos parece haber concluido que el régimen de Hosni Mubarak debe caer por sí solo.
La administración de Barack Obama evita llamar públicamente a Mubarak a que abandone el poder, a pesar de los expresos pedidos de quien emergió como nuevo líder egipcio, Mohamed El-Baradei, ex director de la Agencia Internacional de Energía Atómica.
Así lo aconsejaron especialistas independientes en política exterior y Medio Oriente, que se reunieron el lunes con funcionarios de gobierno en la Casa Blanca.
El encuentro se llevó a cabo luego de que Obama difundiera un comunicado señalando que "apoyaba una transición ordenada (en Egipto) a un gobierno que sea responsable de las aspiraciones del pueblo".
Esa declaración fue repetida palabra por palabra el lunes en un comunicado de prensa sobre las conversaciones que mantuvo el vicepresidente Joseph Biden con el rey de Bahrein, Hamad bin Isa al-Khalifa.
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"Tengo la impresión de que están muy concentrados en lo que vendrá después de Mubarak", señaló uno de los analistas que visitaron la Casa Blanca y que pidió no ser identificado.
Al encuentro, del que no se informó a la prensa, asistieron altos funcionarios del Consejo de Seguridad Nacional, incluyendo al segundo al mando en ese órgano, Ben Rhodes.
"Había un acuerdo general de que no podía ocurrir ninguna transición ordenada con Mubarak, y también se cuestionaba mucho si Soleiman podía ser parte de una transición creíble", dijo la fuente a IPS, refiriéndose al general Omar Soleiman, ex jefe de inteligencia egipcio a quien Mubarak nombró vicepresidente el domingo.
"Varios comentaron que Soleiman desdeñaba el tipo de reformas democráticas que habíamos estado pidiendo y que su llegada a la Presidencia (si renunciaba Mubarak) tenía pocas probabilidades de disminuir el número de manifestantes".
Mientras se celebraba la reunión el lunes en la Casa Blanca, la oposición egipcia convocaba para este martes en El Cairo la "marcha del millón", y las Fuerzas Armadas divulgaban una declaración en la que prometían no reprimir a los manifestantes.
"Al gran pueblo de Egipto, vuestras Fuerzas Armadas, reconociendo los legítimos derechos del pueblo, no han usado y no usarán la fuerza contra la población", rezaba el comunicado. Además, aclaraba que "la libertad de expresión a través de medios pacíficos" estaba "garantizada a todos".
A pesar de esa promesa, el servicio de Internet, cortado la semana pasada, no ha sido aún restaurado. También fueron cancelados los viajes en tren, posiblemente para impedir que los manifestantes acudan a El Cairo para participar de las protestas.
Mientras, parece claro que los altos mandos militares de Estados Unidos, que recibieron en Washington a algunos de sus pares egipcios la semana pasada, coinciden con la postura cauta de la Casa Blanca.
"Yo diría que las opiniones en la administración de Obama se consolidan en la dirección de apoyar una transición administrada hacia elecciones democráticas con el patrocinio y la protección de las Fuerzas Armadas egipcias", escribió en su blog el coronel retirado Pat Lang, ex analista sobre Medio Oriente en la Agencia de Inteligencia de Defensa del Pentágono.
"Uno puede estar seguro de que las líneas de comunicación entre el Pentágono y el Estado Mayor egipcio están bien abiertas", señaló.
Los últimos esfuerzos de Mubarak para salvar su régimen, creando un nuevo gobierno supuestamente con enfoque renovado, son vistos por expertos en Medio Oriente como medidas escasas y tardías.
"Éste no es un gobierno de reformadores", escribió Blake Hounshell, editor del sitio ForeignPolicy.com y quien trabajó en el Centro Ibn Khaldun para Estudios sobre Desarrollo, en El Cairo.
"De hecho, los reformadores no estarán en el nuevo gobierno" de Mubarak, añadió, y opinó que los llamados de Estados Unidos y de la Unión Europea para una "transición", combinados con las declaraciones de las Fuerzas Armadas, tenían un significado claro: "Adiós, Hosni".
No obstante, Washington se resiste a pedir explícitamente la salida de Mubarak, a pesar de que algunos funcionarios y analistas independientes temen que, de no hacerlo, la situación se agrave.
"No podemos ser vistos como que elegimos a un ganador. No podemos ser vistos como que le decimos a un líder que se vaya", dijo Rhodes en la reunión del lunes en la Casa Blanca, donde varios habrían pedido, según el blog "Cable", de ForeingPolicy.com, que Obama solicitara la renuncia de Mubarak.
"Lo que intentábamos decirles es que el cambio estaba cerca y la cuestión era si queríamos intervenir en ese cambio de forma constructiva o no", dijo a Cable la co-presidenta del bipartidista Grupo de Estudio sobre Egipto, de la Fundación Carnegie para la paz Internacional, Michelle Dunne.
Varios analistas que simpatizan con la oposición egipcia también instaron a Obama a que actuara con cautela.
"Hay una lección que aprender de Túnez y de la política exterior de Estados Unidos en la región los últimos años, y es que estos acontecimientos históricos y locales en Egipto no deben pasar a ser de Estados Unidos", escribió Shibley Telhami, especialista en Medio Oriente para el Brookings Institute, en el sitio web Politico.
Telhami, experta en opinión pública árabe, habría sido invitada a la reunión del lunes, pero no pudo asistir.
Si Estados Unidos toma una posición expresa "puede ser interpretado como un intento de controlar los acontecimientos, adelantándose a la voluntad popular y diseñando un resultado de acuerdo con sus intereses", alertó.
* El blog de Jim Lobe sobre política exterior puede leerse en http://www.lobelog.com