Un intenso debate entre una actriz pakistaní y un líder islámico emergió como vívido recordatorio de la profunda división entre los diferentes conjuntos de valores en este país de Asia meridional.
Veena Malik, de 27 años, una modelo devenida en actriz, fue expulsada de la cuarta temporada de "Big Boss" ("Gran jefe"), un programa de televisión real en India.
El programa sigue el formato del famoso "Gran hermano", en la que un grupo de personas son invitadas a vivir juntas en una gran casa, aisladas del mundo exterior y observadas todo el tiempo por cámaras. Cada semana, los participantes deben proponer a uno de sus compañeros para que su expulsión. El último que queda en la casa es declarado ganador y recibe un premio.
"Es un montón de dinero", dijo Malik, aunque no reveló el monto, y dijo que la televisión india era "mayor que Bollywood", la meca del cine de esa nación vecina.
Desde su regreso a Pakistán, la modelo recibió críticas tanto de los medios como de los clérigos musulmanes por haber participado en la televisión de India, histórico país rival, así como por sus supuestas indiscreciones durante el programa, abrazando a sus pares hombres. También fue reprendida por la forma en que vestía.
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"Fui yo misma, nunca pretendí ser diferente", dijo Malik impertérrita. "Soy una actriz y una artista. No representaba a ningún grupo islámico", añadió. Los que encontraban ofensiva esa actitud, señaló, podían cambiar de canal.
Malik indicó que gran parte de lo que hizo durante el programa estaba "libretado" y que sólo siguió órdenes. Pero dijo que también intentó mostrar otra cara de Pakistán, el rostro de las mujeres "ilustradas, liberales e independientes". El mundo ha visto demasiadas mujeres tratadas como basura en público, señaló.
"La cultura no sólo tiene que ver con usar salwar-kameez (vestido típico de Asia meridional) y ponerse dupatta (largo pañuelo). Estoy de acuerdo en que usé vestimenta occidental, incluso pantalones cortos, pero lo hago también en Pakistán", señaló.
"Conozco mis valores como pakistaní y como musulmana, y no los ignoré ni una sola vez", añadió.
"Nunca me negué a hacer trabajo hogareño. Cociné, recé y nunca traté mal a nadie ni hablé por detrás ni insulté a nadie cuando otros sí lo hicieron", subrayó.
Su caso revela que, como nunca antes, el espacio para los pakistaníes liberales parece reducirse, mientras crece el fundamentalismo islámico.
El mes pasado, el gobernador de Punjab, Salman Taseer, fue asesinado por haber apoyado a una mujer cristiana sentenciada a muerte bajo el cargo de blasfemia.
El legislador y ex ministro de Información Sherry Rehman había amenazado a la mujer con "ser silenciada" si seguía exigiendo reformas en la ley de blasfemia.
A Malik le aconsejaron que reforzara su seguridad personal frente al creciente radicalismo islámico.
En el programa televisivo "Frontline", el mufti (jurisconsulto islámico) Abdul Kawi llamó "inmoral" a Malik, y la acusó de avergonzar al Islam y a Pakistán por la forma en que se condujo en la Big Boss.
El programa tuvo reacciones diversas en la población. Hubo un propagado apoyo de liberales y activistas por los derechos humanos a la modelo a través de redes sociales por Internet. Pero también atrajo mucha hostilidad.
"Soy un objetivo fácil porque soy mujer. Si en mi lugar hubiera estado un hombre, habría regresado como un héroe", señaló Malik.
Lo que duele más, señaló, es "el doble discurso con el que se ve y juzga a un hombre y a una mujer" en Pakistán.
"No se trata de eso", respondió el mufti Muhammad Naeem, jefe de Jamia Binoria, universidad islámica en el sureña ciudad portuaria de Karachi. "El Islam no permite que los hombres y las mujeres interactúen entre sí, y tampoco lo hace nuestra cultura", dijo, pero reconoció que no era necesario de que un clérigo saliera al aire para reprender a una mujer por su "mala conducta".
"Esta muestra pública de escarmiento hecha por el clérigo tampoco fue de buen gusto", sostuvo.
Malik dijo que aceptó ir a un programa de debates para "aclarar todos los malos entendidos fabricados por los medios". Pero allí debió afrontar insultos del clérigo y del propio presentador. "No me dijeron que tendría que dar cuentas ante un maulana (título usado para una autoridad religiosa)", indicó.
"Creo que Veena habló con la razón y con claridad, y tuvo el coraje de hacerlo, por lo cual la elogio, la saludo", dijo el cineasta y activista por los derechos humanos Feryal Gohar.
Además, alertó que la misógina sociedad pakistaní se volvía cada vez más "hostil a la libertad de elección, en particular cuando es ejercida por mujeres". "Si las mujeres no son atacadas con hachas o apuñaladas por expresar esa libertad o derecho, son enterradas vivas, quemadas con ácido, violadas o electrocutadas", añadió.
Cuando una mujer decide vivir su vida como quiere, "es vilipendiada por una sociedad que se ve en peligro", dijo Gohar.
Por su parte, Farahnaz Zahidi, erudita islámica y escritora, coincidió en que cada individuo tiene derecho a "llevar su vida como quiera". Pero las celebridades "tienen una responsabilidad añadida cuando representan a su nación, sean políticos, actores, cantantes, líderes religiosos"
Zahidi señaló que en una sociedad tan patriarcal como la pakistaní, Malik sufre "excesivos ataques" por ser mujer.
Muchos elogian que Malik le haya señalado al clérigo que había muchos temas más importantes que requerían atención. "Estos fanáticos se preocupan por la ropa que usa mientras el país se ahoga en sangre", dijo Taimur Rehman, joven activista político y líder del grupo musical Laal.