Mientras las crisis políticas en Egipto y Túnez opacan otros problemas en Medio Oriente, la designación del millonario Najib Mikati como nuevo primer ministro de Líbano gana apoyo regional, con la esperanza de que el cambio minimice la inestabilidad en otro país árabe.
Sin embargo, se suscitan muchas dudas sobre la formación del nuevo gobierno y sobre cuánto influirá el movimiento chiita Hizbolá sobre él.
"Desde los acontecimientos de Túnez y Egipto, Líbano ya no es una prioridad para la comunidad internacional. Tendrá preferencia todo arreglo político que traiga estabilidad, dado que la región ya afronta varias crisis políticas", explicó el analista Michael Young, autor de "Ghosts of Martyrs Square" (Los fantasmas de la plaza de los mártires).
El 14 de enero, protestas en Túnez condujeron al fin de la dictadura de Zine al-Abedine Ben Ali. Le siguieron manifestaciones en todo Egipto contra el régimen de Hosni Mubarak, en el poder desde hace 30 años.
En Líbano, la candidatura de Mikati fue posible luego que Hizbolá presionó al líder druso Walid Jumblat, ex aliado del movimiento 14 de Marzo, para apoyar al movimiento 8 de Marzo, que respaldan Irán y Siria, otorgándoles la mayoría parlamentaria.
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Este cambio en el equilibrio de poderes permitió marginar al primer ministro Saad Hariri, hijo del ex primer ministro Rafik Hariri, asesinado en 2005. El crimen es ampliamente atribuido a Siria.
Desde ese año, una crisis política plaga al 14 de Marzo, liderado por sunitas, contra el 8 de Marzo, liderado por Hezbolá. Esto se vio agravado por los rumores de que algunos miembros de Hizbolá pueden haber participado en el crimen.
"Nos guste o no, la comunidad internacional respaldará la estabilidad en Líbano. Nadie quiere que el Tribunal Especial para Líbano —responsable de llevar a la justicia a los asesinos de Hariri— lidere una guerra entre sunitas y chiitas", agregó Young.
A Mikati se lo percibe como un candidato de consenso para los actores regionales. Evaluando informes publicados en la prensa saudita, la analista política y experta en temas de Hizbolá Amal Saad-Ghorayeb explicó que una escisión en la política saudita hacia Líbano —entre el rey Abdullah y el canciller, príncipe Faysal— puede haber conducido a un apoyo indirecto a la candidatura de Mikati.
El empresario también parece haber sido aprobado por Francia, que lo considera "un candidato de consenso aceptable, particularmente por recibir apoyo saudita", según fuentes citadas por el periódico local as- Safir.
Sin embargo, Estados Unidos advirtió que un gobierno liderado por la oposición afectaría las relaciones bilaterales. La embajadora de Estados Unidos en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Susan Rice, acusó a Hizbolá y a Siria de usar "intimidación, presión y amenazas de violencia" para convertir a Mikati en primer ministro.
"La comunidad internacional no irá a la guerra por una figura política (Hariri), sino por una agenda. Su posición hacia el gobierno de Mikati dependerá mucho de los contenidos de la nueva declaración ministerial y de lo que declare sobre el Tribunal Especial para Líbano y el destino de las armas de Hizbolá", dijo el analista político Emile Khouri.
Hizbolá es considerada la roganización militar más poderosa de Líbano. En 2006 libró una sangrienta guerra con Israel.
"Si la comunidad internacional no aprueba la declaración ministerial, puede bloquear la asistencia a Líbano", agregó Khouri.
En 2007, la comunidad internacional se comprometió a aportar unos 7.600 millones de dólares en asistencia y préstamos a Líbano en lo que se conoció como la conferencia París III.
Según Young y Saad-Ghorayeb, la influencia de Hizbolá en las políticas del nuevo gobierno se centrará principalmente en cuestiones estratégicas, como el Tribunal Especial para Líbano y sus armas, haciendo a un lado preocupaciones secundarias, como la agenda económica y social.
En los últimos días, Hizbolá mantuvo un bajo perfil en relación a qué ministerios ocuparán sus candidatos, dejando que tomen la delantera sus aliados en el movimiento chiita Amal y el Movimiento Patriótico Libre.
"En términos de economía, Mikati querrá garantizar una cierta continuidad para evitar el pánico en el mercado. No habrá una gran puesta a punto", pronosticó Young.
La nominación de Mikati, que recibió el apoyo de los países árabes, también puede tener su precio para el 8 de Marzo, dejando poco espacio para que la nueva mayoría se aboque a una caza de brujas.
Según fuentes de la oposición, figuras del 14 de Marzo manifestaron sus temores de terminar siendo blancos de la misma.
El mufti Ahmad Qabalan, un líder religioso cercano al movimiento Amal, reclamó un gobierno de unidad nacional que "desarraigue a la (previa) clase política corrupta" y lleve a la justicia a los traidores, aludiendo indirectamente al gobierno del 14 de Marzo.
Aunque se formara un gobierno respaldado por Hizbolá, los analistas políticos no creen que esto acarree una censura de los medios, contrariamente a lo que indican los rumores.
"Hizbolá ya está presionando para que se tome una decisión controvertida, que es romper todos los vínculos libaneses con el Tribunal Especial para Líbano y el reclamo de su cancelación. No podrá fortalecer la censura, cuya adopción sería riesgosa para el nuevo gobierno y no estoy seguro de que Mikati la apruebe", especuló Young.
Para muchos analistas, el derrocamiento del gobierno de Hariri fue significativo en muchos sentidos. Saad-Ghorayeb señaló que esto puede haber puesto fin al mandato (respaldado por los sauditas) de la familia Hariri, que asumió el liderazgo de varios gobiernos libaneses desde los años 90.
"Sin embargo, un gobierno liderado por Hizbolá no cambiará mucho en términos de la estructura política libanesa, dado que el partido no ha hecho intervenir la religión desde que integró a la actividad política, hace cinco años", dijo.
Pero para Khouri, la nueva estructura gubernamental sin dudas subrayará un hecho: Líbano es atraído cada vez más hacia "la órbita sirio-iraní".
