La ola de protestas populares que sacude a varios países del norte de África llegó hasta el Reino Hachemita de Jordania. Las movilizaciones locales que comenzaron tras la Revolución del Jazmín en Túnez reclaman una reforma política.
El movimiento de protesta surgió por el alza de precios a principios de enero en la ciudad de Theiban, al sur de Amman. Unas 200 personas reclamaron un mayor control del gobierno y más medidas para combatir la corrupción. La movilización tomó fuerzas con las manifestaciones organizadas en Karak e Irbid.
A fines de enero, 3.500 personas marcharon en Amman, encabezadas por organizaciones islamistas, de izquierda y sindicatos, para denunciar las políticas del primer ministro Samir Rifai.
La economía de Jordania tiene un déficit de 1.600 millones de dólares. Depende de la asistencia extranjera y de inversiones para financiar el déficit presupuestal, en tanto aumenta la pobreza y el desempleo.
El anuncio de Rifai de que creará un paquete de 550 millones de dólares para subsidiar el combustible y alimentos básicos, como el arroz y el azúcar, no logró disipar el malestar popular. De inmediato fue destituido y disuelto el gobierno por el rey Abdullah II.
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"Hay un sentimiento creciente de disparidad entre la elite económica, corrupta, y el resto de la población", señaló Mohammad Al Masri, investigador del Centro de Estudios Estratégicos de la Universidad de Jordania.
La pobreza rural es flagrante, en tanto los empresarios viven en la abundancia en Amman, apuntó.
Los reclamos de los manifestantes en las últimas semanas reclaman una reforma política significativa.
"Queremos un gobierno elegido por la mayoría de los jordanos y un equilibrio de poder", dijo Hamzah Mansour, secretario general del Frente de Acción Islámica (FAI), brazo político de la Hermandad Musulmana de este país, al periódico Jordan Times.
La oposición, encabezada por FAI, reclamó la disolución del parlamento, conformado en 2009 en elecciones fraudulentas, alegan. También reclama una reforma de la ley electoral para que respete la representación proporcional y de la de Reuniones Públicas.
"También reclaman la reactivación de la ley fundamental de 1952, que otorga más potestades al Poder Legislativo para controlar al Ejecutivo", apuntó Masri.
En la actualidad, el poder está en manos del rey, quien nombra al primer ministro y puede disolver el parlamento y el gobierno.
Las demandas de FAI resonaron en distintos blogs políticos.
Jadder, autor de "Jordan Issues", se preguntó cómo es posible que el rey pueda destituir tan fácilmente a un primer ministro que recibió "95 por ciento de los votos del parlamento". También cuestionó el papel de las instituciones estatales y su legitimidad.
Un problema que aviva el malestar popular es la falta de representación legislativa de los palestinos jordanos, alrededor de 40 por ciento de la población.
"La representación palestina en el parlamento es menor al 18 por ciento", indicó Masri.
Los palestinos llegaron a Jordania exiliados de su tierra tras la creación de Israel en 1948.
La ley electoral, que divide las distintas regiones del país, es cuestionada por favorecer a los beduinos leales a la monarquía, en detrimento de los palestinos jordanos.
En un intento por aliviar las tensiones, el rey Abbdullah reemplazó a Rifai por Maarouf al Bakhit.
El rey prometió a principios de esta semana que el nuevo gobierno lanzaría un diálogo nacional sobre reforma política, combatiría la corrupción y revisaría la restrictiva ley electoral para incluir a una amplia variedad de facciones políticas.
Además, Abdullah tuvo un gesto sin precedentes al reunirse con líderes islamistas de la FAI y la Hermandad Musulmana.
"La reunión fue extremadamente significativa desde el punto de vista simbólico porque era algo que no ocurría desde hace más de nueve años", indicó Masri.
El primer ministro Bakhit dijo a los legisladores que cambiarían la Ley de Reuniones Públicas para que ya no fuera necesario solicitar permiso al Ministerio del Interior y a los gobernadores.
Bakhit también extendió la mano a la Hermandad Musulmana y le ofreció carteras en el nuevo gobierno, pero la organización las rechazó.
El quid de la cuestión es si, pese a las promesas de reformas políticas, Jordania seguirá por el mismo camino de Egipto y Túnez.
"Jordania es fundamentalmente distinto de Túnez", señaló el profesor Hilal Jashan, de la Universidad Americana de Beirut, quien no cree que este país vaya a seguir por ese camino.
"Es improbable que haya una revuelta popular porque las diferencias entre jordanos y palestinos son demasiado grandes", explicó.
Las protestas apuntaron contra el gobierno del primer ministro Samir Rifai y evitaron atacar al rey Abdullah II, remarcó.
En cambio, para Masri "el ejemplo de Egipto, donde musulmanes viven junto con cristianos coptos, mostró que los movimientos de protesta pueden prosperar aun en sociedades fragmentadas".