Diversas pesadillas rondan la mente de las autoridades de Israel sobre «el día después» de que caiga el atribulado régimen egipcio, convencidas de que la estabilidad de su país depende de la continuidad de Hosni Mubarak en el convulsionado estado vecino.
La reacción instintiva ante las manifestaciones en la plaza Tahrir fue atrincherarse detrás del dicho autocomplaciente de que "Israel es una casa en la selva" de Medio Oriente, como le gusta decir al ministro de Defensa, Ehud Barak.
Pero de la noche a la mañana, el presidente de Egipto pasó a ser el mejor amigo de Israel en el mundo árabe y un intermediario clave. Se desea el régimen de Mubarak en tanto que aliado estratégico en la región y como baluarte para la seguridad ante la amenaza de los islamistas.
Pese a la llamada "paz fría" que mantenían con su vecino, los israelíes ahora redescubren el valor del tratado suscrito hace 32 años con Egipto, que rompió el círculo de enemistad con los países árabes y permitió a Israel reducir sus gastos en defensa y destinar recursos a la economía, a la iniciativa de los asentamientos y proteger los frentes libanés y sirio.
Además, la paz con Egipto le permitió soportar dos guerras con Líbano (1982 y 2006) y dos levantamientos palestinos (1987-1993 a 2000-2005) contra la ocupación del estado judío. Por ello, Israel cree que es el país que tiene más para perder con la revuelta.
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Los disturbios en Egipto agarraron a este país con la guardia baja.
La víspera del estallido en El Cairo, el nuevo jefe de inteligencia militar, el general Aviv Kochavi, dijo al Comité de Defensa y Asuntos Exteriores del parlamento (Knesset): "no hay dudas sobre la estabilidad del régimen de Egipto".
Los primeros cinco días de movilizaciones populares en ese país, el gobierno israelí quedó a la espera. El primer ministro Benjamín Netanyahu pidió a sus ministros mantener un perfil bajo.
También se envió una directiva a las embajadas de Israel en Estados Unidos, Europa, Rusia y China pidiendo a los representantes que insistieran ante las autoridades locales sobre la importancia de la estabilidad de Egipto.
El sexto de día de protestas, Netanyahu divulgó el primer comunicado público en el que informa al gabinete que el gobierno "sigue los acontecimientos en el país vecino de cerca y también en la región y se esfuerza por preservar la seguridad y la estabilidad. La paz entre ambos estados lleva más de tres décadas y nuestro objetivo es asegurarnos de que se mantenga".
Al día siguiente, al volverse más duros los reclamos de los manifestantes egipcios, Netanyahu no se contuvo y advirtió que lo que ocurrió en Irán en 1979 puede pasar en Egipto.
"Nuestro temor real es que la situación evolucione, como ya ocurrió en varios países, incluido el propio Irán, hacia regímenes islámicos radicales", declaró.
El día de la "marcha del millón" en El Cairo, la oficina del primer ministro israelí divulgó un comunicado en el que alerta que "la comunidad internacional debe solicitar al gobierno de Egipto que preserve el acuerdo de paz con Israel".
Lo mismo se le exigió a Hamás (Movimiento de Resistencia Islámica) para reconocer su gobierno en el territorio palestino de Gaza.
El noveno día, el primer ministro israelí emitió su declaración más dura hasta el momento. "La base de nuestra estabilidad, de nuestro futuro y del mantenimiento de la paz, o su ampliación en estos tiempos inestables, es reforzar el poderío de Israel". Pero es el de Mubarak el que pretende apuntalar.
Por primera vez desde su retiro del Sinaí, en 1982, Israel permitió que dos batallones del ejército egipcio ingresaran a la península para acabar con el levantamiento de los beduinos y evitar el contrabando de armas desde Gaza.
A los políticos israelíes los acechan diversas incógnitas. Por ejemplo, ¿quién reemplazará a Mubarak si éste cae, la Hermandad Musulmana? Un cambio de régimen en Egipto ¿también afectará los vínculos de El Cairo con Hamás, y de Israel con la Autoridad Nacional Palestina (ANP)?
¿Puede ser Jordania, el otro vecino pacífico, el próximo en caer a causa de lo que parece ser el surgimiento de un nuevo orden en el mundo árabe? ¿Qué pasará con los países del Golfo?
Con Netanyahu, Israel ya perdió a un aliado clave, Turquía, ¿volverá la situación que había antes de 1979 si cae Mubarak? ¿Se cumplirá el dicho de Ehud Barak?
"Las perspectivas para nosotros no son buenas. Es sólo una cuestión de tiempo, de poco tiempo, antes de que la paz con Egipto sufra las consecuencias", sostuvo el ex embajador de Israel en ese país, Eli Shaked.
"El dilema es más grave", según el analista militar Amos Harel. "¿Israel tendrá que prepararse para una confrontación en todos los frentes, ampliar sus fuerzas de tierra y, por consiguiente, aumentar el gasto militar?", preguntó.
Pero lo que más preocupa es la posición de su mayor aliado. "Estados Unidos está ocasionando una catástrofe en la región", dijo Benjamín Ben-Eliezer, ex ministro del gobierno de Netanyahu y considerado el mejor amigo israelí de Mubarak.
"A instancias de la opinión pública, Estados Unidos y Europa no consideran su genuino interés", dijo a IPS un funcionario israelí. "Aun si son críticos de Mubarak, deben tranquilizar a sus amigos diciéndoles que no están solos. Jordania y Arabia Saudita observan las reacciones de Occidente y cómo abandonan a Mubarak. Eso tendrá repercusiones muy graves", añadió.
El sentimiento israelí de estar en dificultades estratégicas se exacerba por el creciente aislamiento diplomático que padece Israel debido al fracaso de las conversaciones de paz con la ANP. Se atribuye cada vez más a Netanyahu la responsabilidad del estancamiento de las negociaciones de paz con los palestinos por su rechazo a congelar la construcción en los asentamientos.
"Sin Mubarak, Israel se queda casi sin amigos en Medio Oriente", se lamentó el analista político Aluf Benn, en el diario Haaretz.