Decenas de miles de personas siguen ocupando la plaza Tahrir en la capital de Egipto para exigir la salida del presidente Hosni Mubarak. Por su parte, el régimen juega una guerra de desgaste para desalentar a los manifestantes, aunque estos se mantienen firmes.
Desde el domingo, tanques del ejército enviados para controlar las protestas han intentado realizar graduales incursiones en la plaza. Pero los manifestantes, que siguen creciendo conforme más personas llegan a la capital de todas las partes del país, se niegan a ceder terreno.
"Están literalmente durmiendo bajo los tanques", dijo a IPS Ahmed al-Assy, un manifestante de 32 años que pasó la noche del domingo en la plaza. "Si el ejército intenta ganar más terreno, tendrán que pasar sobre nosotros".
"El gobierno está usando un cerco económico para agotar a los manifestantes y poner al público en contra de la revolución", dijo a IPS Ahmed Maher, coordinador del movimiento 6 de Abril, que juega un papel clave en el levantamiento. "Están privando a los manifestantes de (la plaza) Tahrir de las provisiones necesarias, mientras atribuyen a las protestas el aumento de precios y la escasez de suministros".
Desde el 25 de enero, egipcios salen a las calles en todo el país en un número sin precedentes para demandar la salida de Mubarak, quien ha gobernado al país durante tres décadas.
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Las protestas han sido marcadas por combates casi diarios entre la policía y los manifestantes, en los que cientos han sido muertos y miles resultado heridos.
Desde el comienzo del levantamiento, los opositores al presidente han ido instalándose en la capitalina plaza Tahrir. El viernes, cientos de miles de manifestantes se reunieron allí para el "Día de la salida" de Mubarak.
Ahora fue convocada la "Semana de la resolución", en la que prometen mantenerse firmes en la plaza hasta la renuncia incondicional de Mubarak. La violencia y la intimidación policial hasta ahora no los ha desalentado.
"Están aterrorizando a los manifestantes", dijo un activista de 26 años que participó de la protesta del viernes. "Los matones del gobierno en los alrededores de la plaza lanzan piedras, mientras la libertad de movimiento está completamente restringida".
En las últimas dos semanas, el régimen empleó varias técnicas para desalentar a los manifestantes y reducir el apoyo público al levantamiento.
El cuarto día de protestas, el 29 de enero, luego de que se retirara la policía de las calles de El Cairo, los medios estatales diseminaron rumores de que bandas de saqueadores y criminales iban casa por casa aterrorizando a los residentes. Hubo también algunas denuncias de violaciones.
Aunque luego se constató que los rumores eran infundados, tuvieron éxito en provocar una reducción en el número de manifestantes presentes en la plaza, ya que muchos regresaron a sus hogares para proteger a sus familias y sus propiedades.
Las autoridades no lograron impedir el "Día de la salida" el viernes, pero sí les dificultaron la vida a los manifestantes, privándoles de acceso a comida, agua e instalaciones básicas.
Un día antes, las fuerzas de seguridad habían realizado una redada al Centro de Leyes Hisham Mubarak, cuya oficina no está lejos de la plaza Tahrir.
Además de movilizar a activistas a través de Internet y por teléfonos móviles, el Centro tenía previsto enviar suministros médicos y alimenticios a los manifestantes.
"Las fuerzas de seguridad incautaron la mayor parte de nuestros equipos y detuvieron a los activistas que trabajaban allí", dijo a IPS el director de prensa de 6 de Abril, Mohamed Adel.
"Y en los días previos a la protesta, el ejército y matones del gobierno impidieron la entrada de cualquier alimento o medicamento a la plaza. Nosotros observábamos mientras el ejército incautaba y destruida toda las medicinas que el pueblo había traído para los manifestantes", añadió.
Los manifestantes que se animaron a salir de Tahrir y trasladarse a barrios cercanos en busca de suministros no tuvieron mejor suerte.
"Intentamos comprar algunos alimentos en un comercio cercano, pero fuimos amenazados con un cuchillo por un matón partidario de Mubarak", dijo un manifestante de 34 años que acampó en la plaza Tahrir el viernes por la noche. "Nos acusó de intentar robar comida antes de ordenarnos que nos fuéramos".
Mientras, la vida para la población general de El Cairo se ha vuelto más difícil debido a los toques de queda nocturnos, impuestos a diario desde el 28 de enero, así como a la escasez general de suministros y los cierres de bancos. Muchos se han quejado de los abruptos aumentos de precios y la incapacidad de encontrar materias primas básicas.
"Para obtener una bombona de gas para mi cocina, prácticamente tengo que dormir en la puerta del comercio donde la venden", dijo a IPS Rasha Mahmoud, una ama de casa de 31 años del distrito de bajos ingresos de Sayyeda Zeinab. También se quejó de la falta de alimentos subsidiados.