El presidente de Egipto, Hosni Mubarak, intentó aplacar a los manifestantes que exigían su renuncia con sucesivas promesas de reformas democráticas, pero estos no cedieron. Después de 18 días de protestas, no tuvo otra opción que abandonar el poder.
"Ante estas difíciles circunstancias que atraviesa Egipto, el presidente Hosni Mubarak decidió abandonar su cargo de presidente de la República y encargó al alto consejo de las Fuerzas Armadas que administre los asuntos del país", anunció este vienes el vicepresidente Omar Suleimán en una declaración ante la televisión estatal.
"Que Dios nos ayude a todos", concluyó, desatando el júbilo en la capitalina plaza Tahrir, principal escenario de las protestas contra el régimen que entraban este viernes en su día número 18.
Mubarak y su familia habían abandonado poco antes la ciudad para trasladarse al balneario de Sharm El Sheikh.
El presidente había intentado convencer a la oposición con diversas ofertas, pero ninguna tuvo resultado.
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En un discurso televisado el jueves por la noche, Mubarak había delegado la autoridad ejecutiva a Suleimán, pero subrayó que no renunciaría antes de las elecciones de septiembre.
El anuncio sólo sirvió para aumentar la ira de los manifestantes en la plaza Tahrir.
"El discurso del presidente no cumplió con nuestras demandas, la principal de las cuales es su salida", dijo a IPS el coordinador del movimiento de protestas 6 de Abril, Ahmed Maher. "No terminaremos con nuestras protestas hasta que él se retire o hasta que muramos", afirmó.
También el jueves, el ejército de Egipto divulgó un comunicado señalando que las Fuerzas Armadas estaban "comprometidas con la protección del pueblo, tanto de sus intereses como de su seguridad".
Los militares, añadía, "apoyaron las legítimas demandas del pueblo".
Al mismo tiempo, la televisión estatal divulgó imágenes de una reunión del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, presidida por el ministro de Defensa, Mohamed Hussein Tantawi.
Fue significativa la ausencia de Mubarak y Suleimán, lo que disparó rumores de que el mandatario ya había renunciado. "Luego de haber oído la declaración del ejército, junto a los informes de prensa sugiriendo que Mubarak había dado un paso al costado, le pedimos al ejército que formara un consejo ejecutivo integrado por representantes civiles, elegidos por nosotros, y figuras militares", dijo Maher.
"El consejo tendría el mandato de dirigir los asuntos nacionales durante un periodo de transición hasta que se realizaran enmiendas constitucionales garantizando elecciones parlamentarias y presidenciales libres", añadió.
Pero los manifestantes se vieron otra vez decepcionados.
A las 11.00 PM del jueves, la televisión estatal transmitió un discurso de 17 minutos del presidente, en el que delegó el poder ejecutivo a Suleimán "de acuerdo con la Constitución". Pero añadió que permanecería como presidente nominal hasta septiembre, cuando sería elegido su sucesor en elecciones "libres y justas".
Mubarak prometió que seis artículos de la Constitución, que gobierna el proceso electoral presidencial y parlamentario, serían enmendados de acuerdo con las demandas de la oposición. También prometió eliminar el artículo 179, que concede a las autoridades amplios poderes para realizar arrestos.
También prometió abolir la antigua y altamente impopular Ley de Emergencia "una vez que la vida en el país vuelva a la normalidad".
Los manifestantes en la plaza Tahrir vieron en vivo el discurso a través de una amplia pantalla. Ante el anuncio de Mubarak, comenzaron a lanzar sus zapatos y a gritar "¡Arhil! ¡Arhil!" ("¡Fuera! ¡Fuera!").
"Estábamos seguros de la victoria", dijo a IPS el manifestante Ahmed Elassy, de 34 años. "Pero cuando Mubarak habló, el ambiente en la plaza, que era de carnaval, pasó a ser de ira".
Unos 15 minutos después, Suleimán hizo una breve declaración en la televisión estatal.
"Hemos abierto la puerta al diálogo y trazado un mapa de ruta para la implementación de la mayoría de las demandas del pueblo", dijo, subrayando su compromiso para "concretar una transición pacífica de la autoridad". Suleimán concluyó su discurso instando a los manifestantes a que regresaran a sus casas.
Pero estos respondieron en cánticos: "¡Suleimán, Suleimán, tú también debes irte!".
"Este régimen parece estar enteramente fuera de la realidad", dijo a IPS Abdelhalim Kandil, prominente figura de la oposición egipcia y coordinador del movimiento pro-democrático Kefaya.
Poco después de las declaraciones del vicepresidente, miles de manifestantes comenzaron a marchar desde la plaza Tahrir al palacio presidencial en el distrito Misr Gedida, en El Cairo. Aunque Mubarak ya había abandonado el edificio, la marcha fue un importante desafío a un símbolo del gobierno.
Después de 18 días de protestas, la presión fue tan grande sobre Mubarak que terminó anunciando su renuncia.