Abu Mustafa Al Matriah y Abu Ahmed Abu Amrah, ambos comerciantes beduinos en el norte del Sinaí, están felices de que el ejército egipcio facilite sus entregas diarias sin tener que pagar tantas «baksheesh» (propinas).
Ahora que el régimen Hosni Mubarak terminó, estos dos amigos se pueden sentar a tomar café y "discutir sobre política" por primera vez en décadas, algo que era peligroso en el pasado. Pueden hablar sobre la corrupción y "sobre los que extorsionan a la población exigiendo una parte de dinero para todo, incluso para hacer un trámite por documentos" en oficinas públicas.
"Si no pagas, las cosas de ponen peor", dijo Al Matriah, padre de siete hijos quien ha trabajado transportando arena del desierto para sitios en construcción durante los últimos 20 años. Recuerda que tenía que pagar 50 libras egipcias a un policía para que no lo sancionara por un simple error cometido mientras manejaba su camión en el Sinaí.
"No me hacía ninguna multa, simplemente se quedaba esperando, como extorsionándome, hasta que le pagaba en efectivo", contó Al Matriah.
Ahora hay una notoria ausencia de policías. "No están más, se han ido", dijo entre risas.
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No hay presencia policial en toda la península del Sinaí. Sólo el ejército supervisa.
IPS contó todos los puestos de vigilancia desde Rafah a El Cairo: 19 controles del ejército para inspeccionar los autos y verificar la identidad de los individuos en más de 400 kilómetros. Un funcionario de seguridad egipcio confirmó a IPS que el número de puestos se había reducido de 40 a 19.
Los beduinos, que rutinariamente discutían con los policías en estos controles, han cambiado de actitud y ahora cooperan, abriendo sus automóviles y dejando que el ejército haga su trabajo.
Mientras bebía café y pensaba en el futuro de Egipto, Abu Matriah señaló: "Necesitamos seguridad económica, al igual que en los días de Gamal Abdel Nasser (presidente entre 1956 y 1970), cuando una taza de café valía un cuarto de libra egipcia y no dos libras como hoy. O cuando podías comprar un kilogramo de azúcar por 1,5 libras en vez de cinco libras".
"Sin conexiones ni propinas" no había forma de que nuestros hijos tuvieran trabajo, señaló Abu Amrah. El desempleo es un gran problema para los egipcios con títulos universitarios, y más aun para los beduinos.
Tras la renuncia de Mubarak, el vicepresidente Omar Suleiman anunció que el Consejo Superior de las Fuerzas Armadas se haría cargo del gobierno de transición.
Esto parece bueno para los beduinos, que respetan el ejército por considerarlo honesto y menos proclive a la corrupción.
Todos parecen coincidir en que la situación de seguridad en Sinaí está mucho mejor ahora. Los beduinos pueden expresar sus opiniones sin miedo a ser arrestados. Antes, muchos jóvenes beduinos y activistas por Internet temían ser detenidos por el gobierno cuando comentaban asuntos políticos, económicos y educativos.
El novelista Mosad Abu Fagar fue acosado por administrar el blog Wedna Nish (Queremos vivir), en el que describía la vida y las dificultades de los pueblos nómades en el Sinaí. En 2007, fue llevado a la estación de policía de El Arish.
Amnistía Internacional y el Comité para la Protección de Periodistas condenaron la decisión de las autoridades egipcias de encarcelar por 30 meses a Fagar. Fue liberado en julio de 2010, después de haber sido torturado. Otros activistas hoy protegen su identidad para evitar el mismo destino.
"El régimen no trató bien a los beduinos y no tenía suficiente sabiduría o experiencia para contenerlos", dijo Fagar.
Abdelhadi Abu Hujazzi considera que el ejército egipcio es el mejor del mundo. "No hay forma de que extorsionen a la gente", aseguró. "Son buenos patriotas de esta tierra y muy sinceros. No habrá más coimas a partir de ahora", dijo confiado.
Pero eso no se aplica a la Fuerza Aérea, según Abdelhadi, cuyo amigo Mohammad Al Hamidah debió pedirle a su padre 40.000 libras para poder anotarse en la escuela de aviación. "Eso no es una inscripción, eso es corrupción. Es la forma en que funciona el viejo régimen", respondió Abu Hujazzi.
La población aquí es conciente de que la presencia del ejército puede tener corta vida, y temen que regrese la antigua corrupción.
Abu Hujazzi sabe que el ejército no puede seguir administrando el país por mucho tiempo. Pero la idea de elecciones le sigue siendo muy extraña, para él y para muchos otros. "Luego de vivir 30 años bajo un mismo régimen, siento incertidumbre de cómo van a ser las elecciones. Necesitamos nuevos rostros para diseñar un nuevo mapa donde pueda avanzar Egipto y todos los egipcios".
De todas formas, "cualquier cosa que venga en los próximos meses no será peor que Mubarak", añadió.