Años de conflicto armado obstruyeron el desarrollo a ambos lados de la frontera entre Angola y Namibia. Ahora, una reforma de infraestructura que insumirá 45 millones de dólares buscará mejorar el acceso al agua potable y a un saneamiento decente para un millón de personas.
La mayoría de los habitantes de esta zona carecen de un acceso adecuado a ambos servicios. El sistema de suministro hídrico existente —700 kilómetros de cañerías y un canal abierto— resultaron dañados por décadas de guerra civil, así como por la extracción ilegal de agua.
"Durante muchos años el área que rodea a la represa de Calueque, en Angola, fue escenario de guerras entre gobiernos y varios movimientos guerrilleros", dijo el copresidente del Proyecto Transfronterizo de Suministro Hídrico Kunene, Kuiri Tjipangandjara, de la Corporación del Agua de Namibia (Namwater).
"Es único instalar semejante proyecto en una zona de post-conflicto, y también es todo un desafío. Y lo es aún más porque este proyecto es el único de su clase en la región, así que no tenemos un modelo que seguir", agregó.
El sistema se extiende desde la represa de Calueque, en el sur de Angola, hasta el norteño centro empresarial namibio de Oshakati, y luego vuelve a Angola, siguiendo su camino hasta el pueblo de Ondjiva.
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Su agua fluye desde el río Kunene en Angola, y es esencial para la árida zona fronteriza, abasteciendo a alrededor de un millón de personas mediante sus usos agrícolas, industriales y en los hogares.
El suministro hídrico del lado angoleño de la frontera todavía ostenta las cicatrices de una devastadora guerra civil y de un pasado colonial.
"Bajo la ocupación portuguesa se cavaron pozos de 50 por 60 metros para capturar agua durante las crecidas. Estos, conocidos como chimpacas, todavía son la principal fuente (de abastecimiento) para la población", dijo Thomas Kellner, asesor técnico de la agencia alemana de cooperación internacional GIZ, que ayudará a los ingenieros en la reforma.
Pero estos estanques distan de ser seguros.
"El ganado bebe en los chimpacas, pero 25 metros más allá se puede ver gente aseándose o lavando su ropa, mientras que al otro lado hay personas sacando agua para beber. El agua suele tener un color entre rojizo y amarronado, pero varios meses después de la temporada lluviosa se vuelve verde, porque está llena de algas", explicó Kellner.
Esta parte de Angola no tiene agua por cañerías, ni plantas de tratamiento, ni sistemas de saneamiento. Aunque no hay un registro preciso de la prevalencia de las enfermedades causadas por la mala calidad del agua, los expertos enfatizan que la mortalidad infantil es muy superior a la del promedio africano.
En los pocos pueblos del área, la situación no es mucho mejor, dijo Kellner. "Una persona con un pozo convierte al agua en su negocio ( ), vendiéndola a incluso 20 dólares el metro cúbico", agregó.
En algunas áreas, las autoridades locales explotan campos llenos de pozos a partir de los cuales bombean agua hacia los tanques públicos.
Pero muchos de los pozos son viejos y están desvencijados. Angola se ha embarcado en un programa llamado "Agua para todos", mediante el cual se rehabilitarán 524 pozos en la provincia de Cunene y se perforarán otros 600.
En Namibia, el agua de Calueque se extiende a través de un canal abierto por 150 kilómetros desde la frontera angoleña hasta Oshakati, donde es tratada y bombeada mediante una red que la distribuye a las principales comunidades ubicadas entre esa localidad y Oshikango.
El canal es el único suministro de agua dulce para unas 700.000 personas y a menudo es dañado por las inundaciones y por la extracción ilegal.
Muchas personas que viven a lo largo del canal utilizan el agua con fines domésticos o para irrigar sus cultivos, explicó el experto en manejo hídrico Andreas Shilomboleni, quien administra un proyecto financiado por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (conocido como GEF, por sus siglas en inglés), que ayuda a los agricultores del área a adaptarse al cambio climático.
"Pero actualmente el canal está abierto. Eso significa que, cuanto más lejos se está de la fuente, mayor es la cantidad de sólidos disueltos, lo que básicamente quiere decir que el agua se vuelve más sucia", añadió.
El curso que sigue la zanja de dos metros de ancho no es precisamente ideal.
"En Namibia el canal no es perpendicular al flujo del agua en la temporada lluviosa. Las aguas que se desbordan dañan el canal, lo que causa problemas de mantenimiento", dijo Shilomboleni.
El canal rápidamente se llena de sedimentos a medida que lo atraviesan las aguas procedentes de las inundaciones.
A lo largo del canal, la población también se ha acostumbrado a sacar agua ilegalmente, para su uso doméstico y para irrigación.
Estos son algunos de los muchos desafíos que el Proyecto Transfronterizo tendrá que afrontar al embarcarse en una completa reforma de la infraestructura hídrica en el área.
El proyecto realizará reparaciones sustanciales a la infraestructura de la represa y el ducto, modernizando el suministro de energía para los motores que bombean el agua hacia el sur y renovando las propias bombas.
También se construirán otras cañerías para abastecer a Ondjiva de agua dulce, y se instalaron más líneas eléctricas a lo largo de varios cientos de kilómetros para hacer funcionar nuevas bombas.
"Alrededor de 300.000 personas del sur de Angola ahora tendrán acceso por primera vez a agua potable", dijo Kellner.
El paso final será reemplazar el canal abierto de Namibia por una cañería. Es probable que este año se inicie un estudio de factibilidad de este proyecto, que Kellner estima costará más de 100 millones de dólares.