«Los derechos de las trabajadoras sexuales son derechos humanos», entonaron cientos de personas durante una marcha en Ros Hill, una de las principales ciudades de Mauricio. Este país insular africano es escenario de una fuerte campaña contra la desprotección en la industria del sexo.
Golpeadas por sus clientes e incluso por policías, marginadas por la sociedad, expuestas a enfermedades de transmisión sexual y maltratadas en hospitales y otras instituciones, estas mujeres afrontan muchos obstáculos para sobrevivir.
Hay trabajadoras sexuales en toda la isla, pero la mayoría se encuentran en la capital y alrededores, y trabajan abiertamente en el parque Companys Gardens, a pocos metros de la Oficina del Primer Ministro.
Marie-Ange (no es su nombre real), ex prostituta y ahora integrante de la organización no gubernamental Chrysalide, señaló que muchas trabajadoras sexuales son golpeadas y violadas en grupo. Muchas veces, los clientes se niegan a pagarles después de haber mantenido relaciones con ellas.
Cuando llaman a la policía, son arrestadas por inducir a hombres a "actos inmorales", ya que la prostitución es ilegal en Mauricio. "Conozco muchos funcionarios de policía que no le creen a las trabajadoras sexuales cuando denuncian haber sido violadas", señaló Marie-Ange.
[related_articles]
En los hospitales, donde los servicios son gratuitos, no son tratadas de igual manera que otros pacientes. "Incluso los médicos y las enfermeras nos estigmatizan. Una vez un médico se puso varios pares de guantes para examinar a una trabajadora sexual. Algunos ni siquiera tocan nuestro cuerpo. ¿Por qué nos temen?", preguntó.
"Ninguna mujer nació trabajadora sexual. Es algo que se da en la vida, por accidente o por la pobreza. Eso obliga a algunas mujeres a entrar en esa profesión para poder poner comida en la mesa de sus familias", añadió.
"Cualquier mujer puede terminar en una situación así, pero los mauricianos son indiferentes a la situación de las trabajadoras sexuales", dijo.
"¿Ahora las trabajadoras sexuales también marchan por sus derechos?", preguntó un hombre mientras veía la manifestación en Rose Hill. "No nos agradan. Son malas personas, usan palabras soeces todo el tiempo, fuman y consumen drogas", dijo a IPS.
Dhiren Moher, vicepresidente de la organización no gubernamental PILS, criticó los prejuicios de la sociedad, pero en particular a los políticos quienes, dijo, no ven a las trabajadoras sociales como parte de la comunidad. Sin embargo, recurren a sus votos en tiempo de elecciones.
"Sólo cuando una trabajadora sexual o una persona con menos privilegios muere, (los políticos) aparecen llevando una vela en la mano y marchan con nosotros en la calle. Son hipócritas", dijo a IPS.
El plan de Moher es registrar a todas las trabajadoras sexuales, organizarlas y darles un carné de salud para que los médicos puedan seguir su condición regularmente y hacer exámenes contra enfermedades de transmisión sexual, incluyendo el VIH (virus de inmunodeficiencia humana, causante del sida).
"Es un derecho universal", señaló, "y no sólo proteger a las trabajadoras sexuales sino también a otras personas que están actualmente expuestas a los peligros de esas enfermedades".
PILS quiere mejorar la vida de las trabajadoras sexuales, y para ello denuncia la legislación que las afecta. El abogado y ex fiscal general Rama Valayden trabaja en algunas propuestas que presentará al gobierno en febrero próximo.
Según Valayden, hay varios tipos de prostitución callejera, en casas de masajes, femenina, masculinay ninguna persona en la industria del sexo recibe protección alguna.
También señaló que muchas trabajadoras sexuales intentan cambiar su vida pero no pueden encontrar empleo debido que carecen del "certificado de moralidad" exigido por las empresas.
"Sin ese certificado no hay empleo para ellas, ni en el sector público ni en el privado. No pueden siquiera obtener una licencia para trabajar como vendedoras ambulantes, lo que les permitiría ganarse la vida. Hay pocas posibilidades para esas mujeres en la sociedad", dijo.
La prostitución en Mauricio también es realizada por mujeres procedentes de países pobres como Madagascar, Comoras, Bangladesh, e incluso de China, que trabajan en la industria textil pero ofrecen sexo por dinero en su tiempo libre para poder cubrir sus necesidades.
Valayden señaló que la legislación de Mauricio actualmente es inadecuada para contrarrestar el tráfico sexual y la pornografía.
"La legislación debe ser fortalecida contra el tráfico y flexibilizada a favor de las que necesitan apoyo para salir de esta profesión", dijo.
El abogado señaló que el borrador que presentará podría impactar a algunos, pero aseguró que estimulará a la gente a interesarse sobre el tema e iniciar un debate, en vez de simplemente estigmatizar a las trabajadoras sexuales.
"La prostitución es ilegal, pero no es razón para privar a las trabajadoras sexuales de sus derechos humanos", dijo por su parte Marlène Ladine, de Chrysalide.